Ramon Bassas

59 Herrera Street

El documental 165 Regent Street dirigido por Òscar Fernàndez y Jordi Rovira y producido por Clack resume muy bien el tono vital que desprende la pandilla castellera Renacuajos de Mataró, una de las experiencias más interesantes que ha dado esta ciudad que, sin tradición castellera propia, ha acontecido una de las plazas más genuinas de esta curiosa actividad nacida, parece, en la Cataluña Nueva o, quizás, las las muixerangues -danzas religiosas- del País Valenciano. El tono vital que desprende, dique.tengo bastante amigos y conocidos a la pandilla, he sido varias veces en su sede y he seguido con cierta distancia su evolución para poder sostener, sobre todo, esto. La generosidad, la camaradería, la emoción, la responsabilidad, a seriosidad, la empatía. Esto desprende la pandilla, su trayectoria y -muy especialmente- los momentos de gloria y dolor que el destino los había reservado para vivir con la sede relativamente corto trayecto.

También seentrevé una de las 'funciones' implícitas de un proyecto como este, el de la asimilación (la interiorización, la exteriorización, la canalización, la experimentación colectiva, el nexo entre la explicación y el que no se puede explicar...) del que nos pasa a nuestra vida, este tipo de castillo prometeic que nunca acabamos de coronar del todo. El caso de la muerte de la niña Mariona Galindo (2006) es lo más paradigmático. Pero no el único . Atención a cómo expresan, los testigos, sus vivencias, con 'milagros' incluidos. Seentrevé, pero no es tan explícito como mí me habría gustado. Probablemente esto sería materia de otro documental (o incluso -quizás- de alguna tesis) y, seguramente, con la asistencia de personas que, desde fuera de la pandilla, se lo miraran con un poco de distancia.

No hablo tan sólo de rascar sobre el hecho casteller, de conocer cuáles son los elementos de su éxito y por qué razón perduran en pleno siglo XXI. No. Hablo, en todo caso, de hacerlo a partir del emocionante e interesantísima experiencia de los Renacuajos de Mataró. Propongo, modestamente, tres líneas de trabajo:

1. Por un lado, sería bueno investigar -como decía- las claves del éxito y la vigencia del fenómeno, así como también su extensión territorial en un marco de cierta regresión (o esclerotització) de la cultura popular de raíz tradicional, aquello que antes sedecía folclore y que ahora queda tan mal de decir.

2. De la otra, valdría la pena reconocer qué entrallat de relaciones, endògenes y exógenas, segeneran; las capacidades de la pandilla para acoger como grupo de referencia a un buen puñado de personas (muchas de ellas, con experiencias de esparcimientos y de boy escouts a su niñez); las soluciones emocionales que el grupo aporta a las vicisitudes personales... y todo esto relacionado con el propio hecho casteller, su simbolismo (los roles, la fuerza coordinada, la mirada enlarie, los objetivos comunes), su práctica (tocarse, abrazarse, llorar y reír juntos...).

3. Y, finalmente, propongo que se estudie la eficacia ritual y simbólica de todo este artefacto para satisfacer una cierta dimensión trascendente que atisbo. Ya sé que muchos dirán que no, pero la veo. Noto como el rito casteller (y el tono vital, como decía) calma las incertidumbres del vivir cotidiano y que, a continuación, pretende dotarlas del sentido que la razón, suela, no puede darnos, a través de una representación.pensaba en un funeral reciente, el momento culminante del cual fue la erección de un pilar. En este sentido, los castillos son lenguaje que designa experiencias que -si no- quizás no podrían ser dichas. Creo que en un momento de déficit flagrante de los lenguajes míticos y un descrédito evidente de las instituciones que los tendrían que transmitir, esta es una de las principales claves de su éxito.

A ver si alguien seanima.

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