Apelando a uno de los tópicos más triviales del mundo del deporte, cuando se juega un partido de tenis se puede ganar, o se puede perder. Con unos límites reglamentarios, el jugador tiene la libertad de colocar la pelota en el fondo de la pista con un drive, o restar con un swing en una actitud menos ofensiva. Dejar la bola suspensa con un globo, o subir a la red para ganar el punto con una volea. 30/40 es un buen resultado, todo no está perdido, pero se tiene que jugar con la presión de ir por el detrás. Siempre, eso sí, bajo las decisiones del juez de silla, quién te señala las delimitaciones arbitrarias del juego, la raya que no puedes sobrepasar, el marco de legalidad infranqueable. De este modo, podemos encontrar una sorpresiva similitud de este deporte con los caprichos de la existencia, un juego vital donde tienes que dominar tu propia raqueta con una precisión de reloj.
30/40 Livingstone es una obra que hace un paralelismo de forma crítica entre el tenis y el ser humano, una simbología trazada con pluma que hace pensar sobre el propio yo, pero que no olvida por otro lado los problemas colectivos de la vida cotidiana. Con alusiones a Urdangarín, Boten o el presidente Artur Mas, Jorge Picó y Sergi López señalan con el dicho índice algunas injusticias de rabiosa actualidad que se enmarcan en un cuadro de humor. Precisamente, este humor funciona como captatio benevolentiae del espectáculo, consiguiendo que el espectador no pierda la atención, y haciendo que nazca un vínculo cariñoso entre público y actores. La historia explica la necesidad del cambio de un hijo angustiado, harto de las disposiciones rígidas del mundo contemporáneo que se anima a 'buscar' (aquello que más le gusta) vet a saber qué en un ambiente más ecológico. Aquí es donde se encuentra un animal curioso, con forma de hombre bípeda y cuernos de ciervo. Con este encuentro irán estableciendo relaciones de fraternidad, de comprensión, pero también de dominación y de obediencia. El argumento no deja de ser un recurso donde vuelve a aparecer la conexión simbólica entre el tenis y las relaciones humanas, comparaciones que no dejan indiferentes.
El Teatro Monumental, acogió este sábado día 14 esta obra dirigida por los mismos intérpretes. Con la producción de Setzefetges Asociados, S.L y la coproducción de Ring Teatro, 30/40 Livingstone nos enseña como con la sencillez en el continente, se puede hacer un teatro complejo en el contenido. Así pues, una obra abierta, hasta un punto, como la libertad de un jugador de tenis en un partido. El out y el in están condicionados por la norma, por lo tanto lo mejor será quien sepa dar los mejores golpes de raqueta sobre unos límites predeterminados. Como la vida, vaya.
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