A sus 62 años, Guillem Aymerich ha hecho su primera exposición, este pasado noviembre en la tienda Pinmat. Ferrer toda la vida, cuando se jubiló empezó a elaborar con madera y hierro unos muñecos que introduce en botellas de vidrio creando escenas en muchos casos cómicas o con un doble mensaje. Es la evolución del clásico barco en la botella. "Hace tiempo vi una pintura en que el protagonista se tiraba al mar con una piedra al cuello y al fondo de las aguasencontraba un tesoro. Demasiado tarde. Una imagen que era un chiste, y aquello me dio la idea para pensar este tipo de escenas", explica Aymerich. Así, entre las botellas expuestas sepodían ver desde dos presos que jugaban a hecho y esconder en su celda, dos personas, una rica y una pobre, a punto de ser guillotinadas pero la guillotina del condenado rico con una ligera modificación que hará que difícilmente le acabe rodolant la cabeza, o un muñeco que ha saltado con una cama elástica y ha ido tan arriba que incluso se ha salido de los límites del recipiente. Pero Aymerich también recrea otras escenas, como la famosa portada del disco 'Abbey Road' de The Beatles o la cabina llena de gente de los hermanos Marx. "Esta última es la que me costó más de todas las botellas que he hecho hasta ahora, mirando la escena de la por el•lícula duodécimas a veces porque los personajes estuvieran en la misma posición, introduciendo 13 figuras apilonades en una botella, e incluso porque tuve que imaginarme los colores de los vestidos, puesto que el film es en blanco-y-negro", manifiesta Aymerich.
Cómo él, muchas personas encuentran en los trabajos manuales un entretenimiento que los sirve para desconectar otros temas o una simple diversión que parece ir a contracorriente en un mundo cada vez más mecanizado y más tecnológico. Y la percepción es que el número de artesanos va además, y lo confirma Marta Ros, del taller de costura y patchwork 6 Dedales: "Hay como un regreso al pasado, no sé si en parte debido a la crisis, como si la gente buscara hacerse las cosas ella misma". Ros da clases al taller y también elabora muchos objetos, que este diciembre ha expuesto a la Feria de Navidad de la plaza de Santa Anna. "Me calma hacer estas creaciones, ysuelto la imaginación, que pienso que es una de las cosas que se tiene que tener en este campo. Quien más quien menos empieza copiando, pero después es cuestión de ir creando", considera. Y hace un poco de todo: bufandas, mantos, ornamentaciones navideñas... "Cuando acabas una pieza, sea la que sea,quedas satisfecha, a pesar de que si tuviera que elegir entre todo el que hago me quedaría con aquellos proyectos a largo plazo y muy personalizados para algún encargo especial", dice Ros.
El valor de los trabajos manuales
Uno de los contratiempos con que se encuentran estos artistas del detalle, según explican todos ellos, es que los clientes no valoran bastante el trabajo que hay al última. "Encuentran cosas similares mucho más económicas en los 'Todo en 100' y muchas personas no entienden que son objetos que no tienen nada a ver, que el que hacemos son piezas únicas, exclusivas, en que noshemos pasado muchas horas", expone Judit Camps, propietaria de Itta Boutique, una tienda junto a la basílica de Santa Maria que sólo vende productos de artesanos. A ella le picó el cuquet de probarlo hace apenas un par de años. "Me habían robado la bolsa de mano ynecesitaba una para ir en París que fuera práctica, pequeña y me la pudiera poner bajo la gabardina. Decidí hacérmela yo misma, y a la gente cercana le gustó yempecé a hacer más", explica. Además de bolsas de mano hace también broches, diademas y bisutería. "Mepaso horas pero es que me relaja mucho hacer todo esto. Pienso que sí, que ha habido un 'boom' en los últimos tiempos, y a pesar de que son trabajos que vienen de antiguo, ha ayudado mucho el mundo de internet y la cantidad de 'blogs' que se hacen sobre estos temas", considera Camps.
Núria Calsapeu también tiene en internet una de las principales vías para darse a conocer: "Primero haces cosas para los amigos, y después para los amigos de los amigos. El boca-oreja funciona, pero con la red llegas a muchas personas que no saben nada de tú y que te encuentran por casualidad". Calsapeu trabaja de profesora de dibujo al instituto de Sant Vicenç de Montalt, pero dedica todas las horas que puede a hacer grabados y joyas, sobre todo en plata, en el taller que se ha montado en casa y ya ha participado en varias exposiciones. "El trabajo del artesano es muy solitaria, y la de profesor es muy social, y estoy a gusto haciendo ambas cosas. Pero seguramente sí que de aquí un tiempo me gustaría poderme dedicar sólo a la joyería y los grabados", confiesa.
El artista, nace o se hace?
Todo el mundo podría aprender a hacer el que hacen Aymerich, Ros, Camps o Calsapeu? La última considera que, más que tener unas habilidades innatas con las manos, el que seguramente hace falta son unos disparos de la personalidad concretos: "Pienso que se tiene que ser perseverando, paciente y perfeccionista, si no veo difícil que te salgan bien este tipo de objetos". Guillem Aymerich explica que se lo pasa muy bien haciendo las figuras y todo aquello que las acompaña, pero que a la hora de introducirlo en la botella "el taller se convierte en una película de terror, dique muchos tacos y seguramente me falta un poco de paciencia". La imaginación es imprescindible, para Marta Ros, y también hace falta un cierto autocontrol y disciplina, más para parar de trabajar que no para ponerse. "Cuando pliego de la tienda, al atardecer, me meto al taller y normalmente se me hacen las dos de la madrugada. Y a mediodía, justo después de comer, también enseguida mevuelvo a poner", dice Judit Camps. Y es que si algo también caracteriza los artesanos es la pasión que muestran por aquello que hacen, para cada uno de los objetos que transportan de su imaginación a la realidad.

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