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Imagen de la edición pasada de la Feria de atracciones.

E. Castarnado

Diez días d’atracciones

La montaña rusa Fórmula 1 es la gran novedad entre las 129 atracciones instaladas, del 2 al 11 de junio, al nuevo Parque Central

Todo está a punto porque el tren de la bruja, los caballetes y la noria vuelvan a girar. La Feria abre las suyas traigas viernes, día 2, con una oferta de 129 atracciones para pequeños y grandes. Los aparatos se ubican, como ya es habitual, en el Espacio Ferial, la avenida del Corregiment y las Explanadas interiores del Nuevo Parque Central, un espacio que este año ha quedado reducido por la presencia de los módulos provisionales del CEIP Mataró. La oferta lúdica se completa con los nuevo estands dedicados a la restauración (uno más que el año pasado), que se instalarán en el antiguo Parque, así como con las 37 paradetes de artesanía de la Fireta de Primavera, ubicada al pasillo interior del nuevo Parque. Este año, por primera vez, la feria dispone de un plan específico de Protección Civil.

Pero porque todo esto esté a punto, los firaires han pasado muchos días preparando las atracciones. Uno de los primeros a llegar fue Enrique Granell, que desde el pasado viernes, día 26, ha sido montando la nueva propuesta de la feria: el Fórmula 1. Se trata de una nueva montaña rusa en que los coches giran sobre su propio eje por la inercia de las vueltas. «Hasta ahora le decíamos Magic Potrees, en honor al mago, pero hemos decidido cambiarle el nombre porque este tiene más querencia». La reciente bautizada atracción está destinada a toda la familia e incluso pueden subir menuts de cuatro años acompañados de adultos: «Tiene un sistema de seguridad muy preciso y el viaje es fuerza suave, porque queremos que sea agradable y que la gente tenga ganas de volver a subir».

Sólo hace seis meses que este firaire de Palau de Plegamans adquirió el Fórmula 1 pero asegura que ya ha tenido mucho de éxito: «A la gente le llama mucho la atención porque es muy diferente en las montañas rusas tradicionales así que todo el mundo lo quiere probar». Él y cuatro trabajadores más han sido montando la instalación durante siete días. «Se monta el esqueleto y después todas las vías, el más difícil de todo es que lo tienes que montar todo desde las alturas», comenta.

La atracción más antigua
Otro firaire que ha sido enfeinat estos días es ya todo un clásico en la cita mataronina. Es el propietario del Tren de la Bruja, José Quirós, que pertenece a la cuarta generación de su familia que se dedica. Quirós explica que hace unos cincuenta años que traen la atracción a la ciudad: «Es de las más emblemáticas porque es la más antigua; hay muchos abuelos que subían de pequeños y que ahora lo continúan haciendo con sus nietos». Montar en el Tren de la Bruja no es tan complicado como la nòria u otras atracciones pero también comporta una preparación: «Sólo somos tres personas que tenemos que montarlo pieza a pieza, y bajo el solo que ha hecho estos días hemos hecho muchos esfuerzos».

Los últimos años, la cantidad de gente que va a la feria ha disminuido y los firaires lo atribuyen a la diversificación del ocio. «Los centros comerciales nos están matando; hay tanta oferta para pasar los tiempos libres de forma cómoda que venir a la feria supone un esfuerzo», opina Granell, que recuerda como se llenaba la feria cuando todavía se instalaba a la subida de la actual avenida Corregiment. A su vez, José Quirós es optimista y confía en la ciudad: «Es cierto que cada vez los jóvenes se interesan menos por la feria, pero Mataró es una ciudad con mucha tradición que siempre responde bien».

Cómo siempre, la oferta gastronómica también está servida. Mohamed Bosbi hace 35 años que pone su parada en el Parque Central donde vende pinchos morunos, pop a la gallega y jamón, entre otros. «Esperamos hacer una buena feria este año; cada año vienen a comer muchas familias después de pasar el día, comenta el propietario.

Otras paradas están especializadas en pescado, como la del mataroní Pedro Martínez: «El hecho que estemos a primeros de mes y que estemos más cerca del verano puede hacer que la gente tenga más dinero disponible y que se anime a salir».

Los precios de uno de los platos más tradicionales de la feria, el bocadillo de bacalao, gira en el entorno de los siete euros, y se sirve a diferentes establecimientos.