'Generación perdida dentro de la historia, generación sin ton ni son, generación sin ganas de hacer ni de deshacer'. La obra 'Mediocres' se podría definir con estas frases de apatía y neutralidad, tal y cómo se introduce en sus primeros segundos. La pieza teatral que ha estado en cartelera desde el 15 de noviembre hasta el 14 de diciembre al Versus Teatro de Barcelona, a cargo de la compañía Vacíos y Nuevos, ha disfrutado de la interpretación de Carla Lindström, quién inició desde muy joven su carrera al aula de Teatro de Mataró. La actriz formó después con sus compañeros la compañía de teatro amateur cía Terraq'ua, que le abrió las puertas hacia terreno catalán. En su esencia, la propuesta teatral sugiere una narración de hechos centrada en la vida de un individuo anónimo y conducida a través de cinco personajes irónicos. Precisamente, estas cinco voces se irán topando con la cotidianidad de un mundo vacío, agrio y pleno de despropósitos.
El individuo de la obra compra al Zara, va al gimnasio, quiere ser ecológico y moralmente social e idolatra aquello de apariencia más banal, como puede ser un bote de mayonesa. El cuadro insulso de su vida lo traerá a una serie de acontecimientos marcados por la relación de la causa y del efecto que harán que se cuestione muchas preguntas, incluso el hecho de haberse capficat en una bosca oscura sin ninguna salida vitalicia. La obra quiere transmitir un cierto individualismo en la separación de los personajes, los cuales impregnan sus interpretaciones estereotipadas de ironía, pero sobre todo de humor, una herramienta recorriendo en todo momento que hace que la risa sea una protección que los puede dejar desnudados ante la realidad. Básicamente, el argumento plantea una crítica social, una reflexión en el espectador sobre quién somos y que hacemos en nuestro día a día. La crítica satírica no deja de hacer acto de presencia a 'Mediocres', y además de cuestionar la vida del individuo o del colectivo, las ONG's o los consumidores de televisión tampoco salen benparats. Carla Lindström, Empar Capilla, Angès Esquerra, Andreu Martínez y Albert Mèlix nos muestran, en su conjunto, la monotonía perezosa que respiran nuestras vidas, sin ninguna voluntad de cambio, con un microscopio que examina y analiza nuestras propias preocupaciones, pero que no rompe barreras para ir más allá del yo mediocre, y que, en definitiva, deja en un estado de congelación aquello que siempre ha caracterizado la civilización humana: el cambio.
El director de 'Mediocres', Joan Manuel Albinyana ha optado por una puesta en escena discreta pero contundente. Las necesidades técnicas se han acoplado con éxito en el espacio, y gracias a la suma del buen hacer la obra ha regalado al público una buena historia. Porque a menudo nos ahogamos pensando que lo tenemos todo sin tenemos nada y nos pasamos la vida preocupados para engordar una nevera de botes de mayonesa. Una historia para pensar, pero no necesariamente para entenderlo.
El individuo de la obra compra al Zara, va al gimnasio, quiere ser ecológico y moralmente social e idolatra aquello de apariencia más banal, como puede ser un bote de mayonesa. El cuadro insulso de su vida lo traerá a una serie de acontecimientos marcados por la relación de la causa y del efecto que harán que se cuestione muchas preguntas, incluso el hecho de haberse capficat en una bosca oscura sin ninguna salida vitalicia. La obra quiere transmitir un cierto individualismo en la separación de los personajes, los cuales impregnan sus interpretaciones estereotipadas de ironía, pero sobre todo de humor, una herramienta recorriendo en todo momento que hace que la risa sea una protección que los puede dejar desnudados ante la realidad. Básicamente, el argumento plantea una crítica social, una reflexión en el espectador sobre quién somos y que hacemos en nuestro día a día. La crítica satírica no deja de hacer acto de presencia a 'Mediocres', y además de cuestionar la vida del individuo o del colectivo, las ONG's o los consumidores de televisión tampoco salen benparats. Carla Lindström, Empar Capilla, Angès Esquerra, Andreu Martínez y Albert Mèlix nos muestran, en su conjunto, la monotonía perezosa que respiran nuestras vidas, sin ninguna voluntad de cambio, con un microscopio que examina y analiza nuestras propias preocupaciones, pero que no rompe barreras para ir más allá del yo mediocre, y que, en definitiva, deja en un estado de congelación aquello que siempre ha caracterizado la civilización humana: el cambio.
El director de 'Mediocres', Joan Manuel Albinyana ha optado por una puesta en escena discreta pero contundente. Las necesidades técnicas se han acoplado con éxito en el espacio, y gracias a la suma del buen hacer la obra ha regalado al público una buena historia. Porque a menudo nos ahogamos pensando que lo tenemos todo sin tenemos nada y nos pasamos la vida preocupados para engordar una nevera de botes de mayonesa. Una historia para pensar, pero no necesariamente para entenderlo.