Pocas tapas despiertan tanta pasión y debate como las patatas bravas. Este plato sencillo, a base de patatas fritas y salsa, es un clásico indiscutible de las terrazas y bares de toda Cataluña y del Estado. Pero si hay un lugar donde se ha desarrollado una manera propia y muy arraigada de servirlas, ese es Mataró, donde las “bravas con alioli” se han convertido en una seña de identidad gastronómica local.
La receta tradicional define las patatas bravas como aquellas patatas cortadas en dados o trozos irregulares, fritas y acompañadas de una salsa brava ligeramente picante, hecha a base de tomate, pimiento rojo y especias. Una salsa que, según dónde se elabore, puede tener un sabor más o menos intenso, e incluso recordar al romesco en algunas versiones. En Mataró, sin embargo, esta fórmula ha sido reinterpretada de forma genuina, y con una gran aceptación popular.
En rodajas y no en dados
Aquí, las bravas se cortan en rodajas finas o medianas, como si fueran patatas chips gruesas, y se fríen hasta que quedan bien doradas. En lugar de cubrirlas con la típica salsa brava, se sirven con una generosa cucharada de alioli cremoso por encima y un toque final de pimienta molida –que puede ser negra o roja– para acabar de darles personalidad. El resultado es una tapa suculenta, con contrastes marcados entre el calor y la textura crujiente de la patata, la intensidad del ajo y el punto aromático de la pimienta.
Esta manera de preparar las bravas es tan habitual que sorprende a muchos visitantes, que cuando las reciben en la mesa exclaman: “¡Esto no son bravas!”. Pero para los mataronenses, son sus bravas. Tanto es así que bares emblemáticos como el Bar Restaurante Europa las sirven así desde hace décadas, y han contribuido a consolidar esta versión como la preferida por muchos.
Para ser justos, cabe decir que hay establecimientos que optan por combinar alioli y salsa brava, ofreciendo una versión “mixta” que intenta contentar a todos. Pero en la mayoría de locales de toda la vida, especialmente aquellos con historia detrás, el alioli reina como acompañante principal.
En Mataró, las patatas bravas no solo son una tapa: son una declaración de estilo. Un pequeño gesto culinario que demuestra cómo, a partir de un plato conocido en todas partes, una ciudad puede hacer suya una versión y convertirla en identidad.[banner-AMP_5]
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