Pocos saben que en el Masnou se esconde uno de los jardines más bonitos y poco conocidos del Maresme: el Parc del Llac, que ocupa unos 6.400 m² y conserva el encanto de los jardines de principios del siglo XX. Fue construido como espacio de esparcimiento de la residencia del marqués Romà Fabra i Puig, primer marqués del Masnou, y conserva elementos compositivos propios del neoclásico afrancesado de finales del siglo XIX, combinados con toques románticos que parecen salidos de un cuento.
Un lago con isla y puentes que despiertan la imaginación
El lago central es el punto focal del parque, con una isla en el medio a la que se accede por un puente de piedra. Este lugar, rodeado de vegetación, ofrece momentos de tranquilidad y oportunidades perfectas para la fotografía. En el extremo opuesto a la entrada, el parque sorprende con un conjunto de inspiración romántica: un mirador elevado, una cueva misteriosa y una cascada, todos construidos con piedra tosca, muy característica de los jardines de la época.
Parc del Llac. Foto Diputación Barcelona
Vegetación exuberante y fauna diversa
El Parc del Llac destaca por su riqueza vegetal. Combina plantas autóctonas con especies de todo el mundo, incluyendo árboles de hoja compuesta que rodean la explanada central y los caminos de paseo, así como palmeras de hasta cinco especies diferentes. La diversidad cromática y las texturas de las plantas hacen del parque un lugar especialmente atractivo para los amantes de la naturaleza y la fotografía.
En cuanto a la fauna, el parque es un punto de encuentro para muchas especies de aves, como la lavandera blanca, el arrendajo, la garza, el mirlo, el caracolero, el martinete y el ruiseñor, además de los patos collverd que pasean por el lago. Si vienes con niños, seguramente les encantará descubrir las tortugas que viven en las fuentes del jardín.
Jardines del Parc del Llac. Foto Diputación de Barcelona
Un espacio ideal para familias y pícnics
El Parc del Llac no sólo es un jardín histórico: también es un espacio perfecto para ir con niños, con corredores seguros, amplias explanadas y rincones mágicos para explorar. Las familias pueden disfrutar de pícnics, paseos tranquilos y observación de la fauna, todo en un entorno que combina historia, arquitectura y naturaleza.[banner-AMP_5]
Cómo llegar
El acceso al parque es sencillo: hay que subir por la carretera de Alella unos 300 metros desde la N-II, cruzar la riera de Alella por la calle Rosa Sensat y, después de pasar el Institut Mediterrània, subir por el paseo Joan Carles. A unos 100 metros, llegarás a la entrada del parque, que parece escondida entre las calles del Masnou, pero que recompensa con un entorno de paz y belleza. En este enlace puedes consultar toda la información práctica. [banner-AMP_6]
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