Cuidar de nuestros hijos es una tarea que siempre tendremos presente, pero será más intensa cuando sean pequeños y empiecen a crecer. Que lloren o se quejen puede ser una señal muy clara que nos indique que se encuentran mal, pero hay otras afecciones que no podremos descubrir con tanta facilidad.
Una de ellas es la de tener problemas de visión, los cuales es importante detectar pronto para poder prevenirlos y que el niño o niña en cuestión disfrute de una vida llena y sin limitaciones. Además de llevarlos a hacer revisiones oculares frecuentes, tenemos una serie de trucos para detectar que nuestros hijos pueden estar sufriendo dificultades relacionadas con la visión.
Cómo detectar si tus hijos tienen algún problema de visión
- Entrecierran los ojos: uno de los primeros indicios que apunta a un problema de visión se comprobar cómo nuestros hijos entrecierran los ojos para enfocar la visión, ya sea mirando la televisión, jugando, leyendo o realizando cualquier actividad diaria.
- Presentan dificultades para enfocar o seguir objetos con la vista: esto se puede detectar si están a edad de escuela y cuándo llegan a casa se quejan de que no pueden ver bien la pizarra (o nos lo indica su profesor o profesora), tienen dificultades para leer, etc.
- Se rastrean mucho los ojos: que puede causar envermelliment de los ojos, llagrimejar más de la cuenta, estrabismo (a partir de los seis meses), pupiles de medidas diferentes...
- Sueño muy sensibles a la luz: este sería un caso de fotofobia, que hay que indicar a un especialista porque valore el problema concretamente y ofrezca una solución.
Además de todos los indicios mencionados, preguntar a nuestros hijos directamente si ven bien o creen que pueden estar sufriendo cualquier problema y escuchar atentamente su respuesta es lo más eficiente. Llevarlos de forma regular al oculista, médico de familia o pediatra porque pueda llevar un seguimiento de su salud ocular es también esencial.
Entre las probes que el médico en cuestión puede realizar encontramos el examen visual, para evaluar el estado de salud general de los ojos del niño, la prueba de agudeza visual, para averiguar la claridad con que ven los objetos y la alineación ocular, para saber cómo funcionan los dos ojos a la vez.
Si llega el momento de empezar a llevar ojeras es muy importante que le damos libertad a nuestros hijos porque decidan qué tipo de montura quieren llevar. El oculista nos aconsejará uno u otro modelo en función de sus características. Por ejemplo, las monturas de plástico son mejores para los menores de dos años, mientras que las metálicas son más resistentes y de mejor calidad, pero se recomiendan a los niños más grandes. En cuanto a las lentes, las de policarbonato son recomendables para todos porque son duras, a prueba de golpes y ligeras.
También esta la opción de las lentes de contacto, pero debido a su complejidad, solo se recomiendan en casos concretos en los que los niños sean suficientemente grandes, hagan ejercicio, no se los guste llevar ojeras o una serie de razones que habrá que consultar a un especialista.