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La ducha nocturna

Redacció

La ducha nocturna: más que higiene, un reflejo de la personalidad

La psicología asocia la ducha vespertina con personas introspectivas, organizadas y orientadas al bienestar emocional

 

La ducha nocturna se ha consolidado como un ritual que va mucho más allá de la higiene corporal. Para muchas personas, ducharse antes de dormir es una forma de cerrar el día y prepararse para un descanso reparador. Según la psicología, este hábito, aparentemente banal, revela rasgos relevantes de la personalidad y el estilo de vida de quien lo adopta.

Los expertos señalan que ducharse por la noche se asocia con personas más reflexivas, organizadas y orientadas a la rutina. Este momento se convierte en un espacio de calma e introspección, un paréntesis donde liberarse del estrés acumulado y priorizar el autocuidado. También es un símbolo de responsabilidad: no llevarse la suciedad del día a la cama refleja la necesidad de mantener orden y limpieza en el entorno personal.

Características psicológicas de los “duchadores nocturnos”

Quienes eligen este hábito suelen destacar por su sentido de la organización y por una sensibilidad emocional marcada. Ven la ducha como un momento íntimo para reflexionar, relajarse y cuidarse. Su orientación a la rutina los lleva a valorar rituales diarios que aportan estructura y estabilidad. Además, ponen énfasis en la calidad del sueño, buscando mejorarla con prácticas que combinan higiene y relajación.

Este perfil también suele complementar la ducha con otros hábitos beneficiosos: infusiones relajantes, aplicación de cremas hidratantes, lectura o meditación antes de acostarse. Incluso, muchos evitan el uso de pantallas después del baño para favorecer la producción de melatonina y facilitar el sueño.

Los beneficios según la ciencia

Diversas investigaciones avalan esta práctica. Una ducha templada entre una y dos horas antes de acostarse ayuda a regular la temperatura corporal, favoreciendo el sueño y mejorando la calidad del descanso. También permite eliminar alérgenos y contaminantes acumulados durante el día, algo especialmente útil para personas con piel sensible.

Además, el agua templada relaja la musculatura y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, generando condiciones óptimas para un sueño profundo y reparador.

Los especialistas recomiendan, sin embargo, evitar el agua demasiado caliente y dejar pasar unos treinta minutos entre la ducha y la hora de acostarse para que el cuerpo regule bien la temperatura. Elegir geles con esencias como lavanda o manzanilla puede potenciar el efecto relajante.[banner-AMP_5]

Ducharse por la mañana: otro perfil

En contraste, quienes prefieren la ducha matutina suelen buscar activación y energía para comenzar el día. Son personas más extrovertidas y orientadas a la acción, que asocian este hábito con productividad y vitalidad a primera hora. La ducha matinal se convierte para ellas en una herramienta para combatir la inercia del sueño y prepararse para las exigencias inmediatas.[banner-AMP_6]

Un hábito condicionado por la cultura y el clima

Las preferencias entre ducha nocturna y matinal no solo dependen de la psicología individual. Factores culturales, sociales y climáticos también influyen en estos hábitos. En España, la tendencia a ducharse por la noche gana terreno, sobre todo en las ciudades, donde la contaminación y el énfasis en el autocuidado han hecho de la ducha vespertina un ritual cada vez más valorado.[banner-AMP_7]

La ducha nocturna es mucho más que una cuestión de higiene: es un espacio personal de relajación, reflexión y autocuidado que refleja la manera en que cada uno entiende su relación con el bienestar y el orden cotidiano.

Fuente: www.segre.com/ca/societat


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