Todo empezó este verano pasado mientras leía la novela El guitarrista de Montreal. Una especie de biografía. Explica algunos de los momentos importantes de la vida del mundialmente conocido músico, cantante y poeta Leonard Cohen, hace ahora 9 años de su muerte. Un libro lleno de detalles y anécdotas más o menos conocidas que me permitió saber más sobre el personaje y la persona, y me llevó a volver a escuchar con un interés diferente y creciente algunas de sus creaciones; muy especialmente la que ahora considero una de las más emblemáticas: HALLELUJAH.
Esta melodía llena de luz, con una armonía sencilla pero apoteósica, me removió intensamente y me volvió a atrapar por completo. Me hacía sentir que la música fluía dentro de mí. Al llegar a este estado de gracia, propiciado por unos sonidos tan sencillos y tan potentes, pensé en el grupo de Musicoterapia, que cada jueves, desde hace más de 7 años, nos reunimos para intentar mejorar nuestra calidad de vida utilizando la música como guía y compañera de viaje.
Esta canción no es nueva, claro está... pero yo la he recuperado con la lectura de este libro. Escuchándola más profundamente —como todo en la vida, a veces hemos oído muchas cosas pero hemos escuchado muy pocas—, me transmitía, de una manera muy especial, PAZ, SINCERIDAD, EMPATÍA, SOLIDARIDAD, AMOR, TOLERANCIA, ACEPTACIÓN, GANAS DE VIVIR, COMPARTIR... tantas y tantas emociones positivas, que pensé que debíamos hacerla nuestra, que debía formar parte del repertorio de trabajo de los compañeros y compañeras de Musicoterapia.
Como cada año preparamos dos encuentros donde invitamos a familiares y amigos a compartir la muestra del trabajo que vamos haciendo, siempre busco temas que nos permitan tomar conciencia de lo que somos, de dónde estamos y con quién estamos. Y con este grupo de Musicoterapia resulta especialmente atractivo darnos cuenta de que la diversidad que lo forma es el aspecto más importante y enriquecedor, ya que las diferentes capacidades nos facilitan asumir valores y cohesionar el grupo.
En todos nuestros conciertos hemos dedicado especial atención a sacar las emociones de dentro para vivirlas y disfrutarlas intensamente. Las canciones que trabajamos nos dan el material necesario para profundizar en diversos campos de la persona: memoria, articulación, volumen, respiración, atención, y más aspectos que nos ayudan a mantenernos en relación con el mundo y evitar el aislamiento.
Buscamos implicarnos en lo que ocurre a nuestro alrededor y no queremos dejar de mirar las realidades injustas y crudas que se sufren, que sufrimos. La Musicoterapia nos puede ayudar a sentirnos mejor, a tomar confianza en nosotros mismos y a disfrutar de momentos de paz interior, porque abarca un campo muy amplio y considera a la persona en toda su integridad. Es una visión holística.
Así pues, ya os puedo adelantar que en el concierto de este año habrá dos momentos que se convertirán en nuestro clamor de protesta contra la destrucción, el genocidio y la intolerancia, que reflejan la degradación y la falta de respeto por los Derechos Humanos. En todo el mundo la reacción es unánime en contra del exterminio del pueblo gazatí, del pueblo palestino.
Nosotros no queremos permanecer indiferentes ante los asesinatos de niños y mayores, los bombardeos o la falta de alimentos que están acabando con la vida de bebés, niños y niñas inocentes. Por eso la canción HALLELUJAH formará parte del repertorio, porque he llegado a la conclusión de que con ella podemos crear conciencia y reflexionar sobre las guerras, todas las guerras, y la injusticia de no haberlas denunciado lo suficiente todos los que estamos a favor de la PAZ y la JUSTICIA.
Del título del libro me atraparon las dos palabras guitarrista y Montreal; el instrumento y la ciudad. La guitarra y el lugar donde vive mi hijo pequeño. Sentimientos, emociones, nostalgias... Así que la novela, el personaje y la magia de esta canción han sido los elementos que, desde este verano, me tienen ilusionado y disfrutando de la versión de Hallelujah que he preparado para este concierto.
Desde el primer momento imaginé una teatralidad especial que me emocionó. Pensé que nuestra versión podía ser un buen soporte para denunciar todas las guerras, viejas y nuevas, y las atrocidades que nos rodean.
Leonard Cohen, de familia judía, seguramente estaría totalmente en contra de lo que está ocurriendo en Gaza. Así que nosotros hablaremos de la guerra de Gaza como el símbolo de todas las guerras e injusticias. Será nuestro grito a favor de la PAZ en el MUNDO. Gaza y los palestinos como recordatorio de la violación de los DERECHOS HUMANOS en todos y cada uno de los conflictos abiertos en el mundo. Gaza como símbolo de todas las Gazas.
Serán leídos nombres de niños y niñas palestinos, con sus edades, en representación de los más de 20.000 asesinados, algunos por hambre, por el actual gobierno de Israel. Sus nombres y sus edades, también bebés, los harán visibles y, sacándolos del anonimato, se convertirán en símbolo de todos los que mueren en todas las guerras. Injusticia y barbarie.
En el libro del que os he hablado he leído:
“Es más fría y más triste la soledad de los muertos cuando no hay nadie que diga su nombre en voz alta, que los invoque y restituya la apariencia y las maneras que tuvieron en vida, su forma de estar en el mundo.”
También hablaremos de la PAZ, cómo no, al cantar e interpretar una pieza de un músico catalán que, con su violonchelo y hasta su muerte en el exilio, hizo de la música su grito de PAZ: el gran Pau Casals, catalán universal y luchador para que los Derechos Humanos fueran respetados en todo el mundo.
Sólo me queda invitaros a compartir con nosotros este concierto el próximo 18 de diciembre.
Salud, Paz y Justicia.
Dídac Rocher Llopis
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