En el corazón de Vilassar de Dalt, en el Maresme, se alza un edificio tan discreto en su ubicación como excepcional en su arquitectura: el Teatre La Massa. Su cúpula —una obra maestra de ingenio, ligereza y belleza— es hoy un referente para estudiosos, viajeros y amantes de la arquitectura que buscan espacios singulares fuera de Barcelona. Y es que La Massa no es solo un teatro: es la última obra que Rafael Guastavino construyó antes de emigrar a Estados Unidos, donde acabaría dejando una huella monumental en ciudades como Nueva York o Boston.
En Vilassar, Guastavino levantó una extraordinaria bóveda esférica rebajada de 17 metros de diámetro y solo 5 centímetros de grosor, formada por dos hojas de ladrillo y enlucido exterior. Una hazaña técnica que demostraba el potencial de la volta catalana, el sistema constructivo que más tarde patentaría en EE.UU. como Guastavino System. La cúpula se apoya en catorce pilares de fundición y se ve rodeada por trece bóvedas cónicas, creando un espacio interior único, diáfano y sugerente. Este espectacular espacio circular se combina con el rectángulo de la caja escénica, configurando un teatro con palcos perimetrales y separadores curvilíneos que aportan ritmo y elegancia visual. El conjunto da lugar a una sala tan funcional como bella, un volumen interior que sigue sorprendiendo a los visitantes. No es casualidad que el perfil de su cúpula sea hoy uno de los rasgos más reconocibles del skyline de Vilassar de Dalt.
La acústica, el punto débil solucionado
A pesar de su belleza, la singularidad formal del techo también provocó problemas acústicos. Para resolverlos, a lo largo del siglo XX se instalaron toldos, un falso techo de yeso e incluso lamas de aluminio que, durante años, ocultaron la cúpula original. El teatro, que había acogido funciones teatrales, bailes, zarzuelas y cine —actividad principal durante buena parte del siglo XX—, acumulaba capas de intervenciones que requerían una restauración profunda.
Esto llegaría entre 1999 y 2002, cuando los arquitectos Ignasi de Solà-Morales, Lluís Dilmé y Xavier Fabré lideraron una rehabilitación integral. Su actuación fue ejemplar: preservaron la cúpula con una segunda estructura exterior revestida de zinc, redefinieron el acceso con una nueva fachada en la plaça del Teatre, y actualizaron el edificio para adaptarlo a las necesidades escénicas contemporáneas. Entre las aportaciones más icónicas destaca la gran lámpara anular que, colgada en el centro de la sala, soluciona los problemas acústicos, controla la luz natural y unifica la iluminación sin restar protagonismo a la cúpula de Guastavino.
Actualmente, el Teatre La MassaTeatre La Massa es un equipamiento cultural activo y querido, con 500 localidades y una programación estable que incluye teatro profesional, danza, música y las campañas escolares “Anem al Teatre”. También es la sede de compañías locales como La Cúpula de Guastavino y El Ternal, y acoge actividades de entidades culturales y educativas del pueblo. La gestión compartida entre el Centre de cultura Vilassarenc y el Ayuntamiento refuerza su carácter comunitario y arraigado. Visitar el Teatre La Massa es descubrir una joya arquitectónica del Maresme, un espacio donde la tradición y la innovación conviven en armonía. Su cúpula sigue viva y operativa, fiel al ingenio que Guastavino volcó en ella en 1881. Un teatro modesto en escala, pero monumental en significado: la prueba de que la arquitectura excepcional también florece en los pueblos que saben preservar su legado.
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