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Barri de Sant Miquel del Cros

Redacció

No es Mataró: el barrio pegado a la ciudad que en realidad pertenece a Argentona

Una zona residencial nacida de las oleadas migratorias de los años 60, separada del casco urbano de Argentona e integrada en el eje industrial entre Mataró y Cabrera

 

A simple vista, cualquiera diría que Sant Miquel del Cros es un barrio de Mataró. Se llega atravesando la riera de Argentona desde Cerdanyola, está cerca del polígono industrial del Pla d’en Boet y, en el mapa mental de muchos mataronenses, forma parte de ese continuo urbano que cose Mataró con Cabrera y Argentona. Pero no: oficialmente, es Argentona. Y aquí empieza la singularidad de un vecindario que actúa como bisagra entre tres municipios y que, a pesar de pertenecer administrativamente a Argentona, respira y se mueve al ritmo del cinturón industrial y popular de Mataró.

Un barrio argentonés que no parece Argentona

Situado a tres kilómetros del núcleo urbano de Argentona, Sant Miquel del Cros nació en los años sesenta y setenta en plena oleada migratoria que transformó Cataluña. Es un polígono de viviendas homogéneo, de estética obrera y alta densidad, muy alejado de la imagen predominante de Argentona: calles tranquilas, casas unifamiliares, renta más elevada y una identidad más residencial que industrial.

Sant Miquel del Cros

El Cros creció entre dos polígonos industriales, flanqueado por la riera y después por la autopista. El barrio, separado físicamente del centro de Argentona y pegado urbanísticamente a Mataró, acogió a miles de familias venidas sobre todo de Andalucía y Extremadura. Hoy ronda el millar de habitantes y, en las últimas décadas, ha vivido un nuevo cambio con la llegada de población de origen extracomunitario. El resultado es un mosaico social diverso, popular y muy arraigado.

La paradoja territorial

Para los vecinos, el día a día mira más hacia Mataró y el Maresme Central, que no exclusivamente hacia el núcleo urbano de Argentona. La riera es el único límite físico con Cerdanyola, y muchos servicios, lugares de trabajo o relaciones cotidianas pasan por Mataró o por los municipios y polígonos del entorno. De hecho, el Cros forma parte de una continuidad urbana prácticamente ininterrumpida entre Cabrera, Pla d’en Boet y Cerdanyola. El término municipal no coincide con la percepción de la gente: es Argentona, pero se vive como “a un paso de Mataró”.

El vecindario del Cros, en el mapa

Vida propia e intensa

A pesar de su condición periférica, Sant Miquel del Cros late con personalidad propia. El tejido comercial es sorprendentemente activo: según datos del Ayuntamiento de Argentona, hay cuatro bares y restaurantes, una mercería, una tienda de ropa, dos supermercados, un horno, una carnicería y una farmacia. También contribuyen los polígonos industriales de alrededor, que aportan clientes y movimiento diario. Desde 2012, el mercado semanal de los domingos da todavía más vida a la calle.

Una fiesta en el barrio del Cros. Foto: Ayuntamiento

La fiesta también es protagonista. La Fiesta Mayor de Sant Miquel —alrededor del 29 de septiembre— reúne a cientos de personas. Se suman la Feria de Abril, la Fiesta del Árbol, la verbena de San Juan o Navidad, todas organizadas con un espíritu comunitario muy potente.

El latido histórico: la capilla que ya no está en el barrio

Sant Miquel del Cros toma el nombre de una capilla. La primera referencia documental data de 1187, y todo apunta a que ya existía en el siglo XI. Era la capilla vinculada a la casa del Cros y fue reconstruida varias veces hasta que el edificio actual se reedificó en 1929, obra de Lluís Bonet i Garí, con influencias gaudinianas.

Capilla de Sant Miquel del Cros

Curiosamente, ya no está en el centro del barrio: la ermita forma parte de la finca de Can Garí, rodeada de jardines y separada por una valla. No tiene culto regular, depende de la parroquia de Sant Julià y es un recuerdo visible —y silencioso— de los orígenes rurales de un vecindario nacido mucho antes que los bloques de pisos y los polígonos.

Entre tres mundos

Sant Miquel del Cros no es Mataró. Pero tampoco es la típica Argentona. Y, aun así, forma parte del mismo entramado urbano que conecta tres municipios y tres identidades diferentes. Un barrio obrero y modesto, con una fuerte huella migratoria, vida asociativa vibrante y una ubicación que lo hace único: es la bisagra física y emocional entre Mataró, Cabrera y Argentona.

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