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Las Torretas de Calella y Sant Pol

Redacció

Las Torretas: las antiquísimas "torres-ópticas" del Maresme que fueron telégrafos ópticos

Conocemos uno de los elementos más curiosos e icónicos de la costa maresmenca, a tocar del Faro de Calella: un espacio con historia y mucho interés

 

Entre Sant Pol de Mar y Calella, en el corazón del Maresme, se alzan dos construcciones tan discretas como fascinantes: les Torretes. Hoy declaradas Bé Cultural d’Interès Local, estas torres miran al Mediterráneo desde una colina costera y recuerdan uno de los hitos tecnológicos más sorprendentes del siglo XIX: la telegrafía óptica.

Los “telégrafos” que comunicaban con luz

Les Torretes de Sant Pol y Calella formaban parte de una red de comunicación visual que atravesaba Catalunya de sur a norte. Antes de que existieran los cables y los hilos del telégrafo eléctrico, los mensajes se transmitían a través de señales visuales hechas con brazos articulados o paneles que se movían sobre las torres. Mediante estos códigos ópticos, los operadores comunicaban mensajes de una torre a otra —situadas a distancias de entre 10 y 20 kilómetros—, permitiendo una comunicación rápida entre Barcelona y la frontera francesa.

Este sistema, de origen militar y posteriormente civil, nació con un objetivo claro: mejorar la seguridad y la coordinación en tiempos de guerra. En Catalunya, su expansión coincidió con la Segona Guerra Carlina (1847-1849), momento en el que era necesario garantizar mensajes seguros y rápidos entre las principales plazas militares.

Dos torres, dos historias

Les Torretes de Calella se alzan en el turó de la Patona, a unos 83 metros sobre el nivel del mar. La primera torre, la más cercana al mar, es de carácter militar y data de 1848. Construida con aspilleras y muros gruesos de piedra revocada, estaba servida por una pequeña guarnición de soldados que vigilaban el litoral.

Unos años más tarde, en 1857, se añadió la torre civil, casi gemela, pero destinada al uso administrativo. Formaba parte de la línea óptica que unía Montjuïc con la Jonquera y recibía el nombre de Estació de la Patona. Cada torre tenía dos plantas y una azotea que servía de observatorio, comunicadas por una escalera de caracol. El acceso a la planta superior estaba estrictamente restringido al personal del servicio telegráfico.

Les Torretes


El declive con el progreso

La vida operativa de estas “torres-ópticas” fue breve. En menos de quince años, dos grandes avances las dejaron obsoletas: la llegada del ferrocarril —que permitía mover información y personas con mayor rapidez— y la irrupción del telégrafo eléctrico, mucho más seguro y eficiente. Hacia 1862, la red de telegrafía óptica catalana ya había dejado de funcionar.

A pesar de su corta existencia, les Torretes siguen siendo testimonio de un momento clave en la historia de las comunicaciones. Con el paso de los años cayeron en desuso y degradación, pero desde finales del siglo XX forman parte del Pla Especial de Protecció del Patrimoni Artístic de Calella.

El far i les torretes


Un itinerario con vistas privilegiadas

Hoy, les Torretes son un espacio patrimonial y paisajístico único. El acceso es fácil a través de un itinerario de senderismo que conecta Calella y Sant Pol de Mar, un recorrido corto pero intenso, con magníficas panorámicas del mar y de la Serralada Litoral como las del far de Calella. Desde la cima, el visitante puede imaginar cómo, hace más de 170 años, un mensaje visual podía atravesar todo el Maresme de una torre a otra.

Les Torretes son, pues, mucho más que dos ruinas restauradas: son las primeras antenas de comunicación del Maresme, un punto donde la historia, la naturaleza y la tecnología se entrelazan para explicar cómo Catalunya aprendió a hablar con la luz.


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