Las Escuelas Pías Santas Anna cumple este 2012 su 275è aniversario. El centro educativo más antiguo de la capital del Maresme lo celebrará con varios actos que conmemorarán casi tres siglos enseñando en las aulas. Y lo harán con actividades y encuentros que puedan tocar todos los elementos que han hecho fuerte la escuela durante tantos años. Que todo el mundo encuentre su espacio en una efeméride que es cosa de los miles de alumnos que han pasado por las clases de las Escuelas Pías. Un centro que sigue escribiendo su historia como hasta ahora: creciente, innovando y respondiendo a los retos educativos de la sociedad.
1 de enero de 1738. Fecha de inicio oficial de las Escuelas Pías Santas Anna en Mataró. Las necesidades del Ayuntamiento de la ciudad para poder formar sus ciudadanos hicieron que negociaran durante años con los escolapios, pero no fue hasta después de casi 30 años más tarde que aterrizarían en Mataró, después de que el escollo principal –no se podía enseñar filosofía a alumnas que no fueran escolapios- dejara a una enseñanza más abierta. De este modo, tal y cómo explica el Padre Florensa, Mataró recibía un centro que serviría "para formar a los mataronins y echar la economía de la ciudad adelante". "El Ayuntamiento fue a buscar a las Escuelas Pías porque haz esta función, puesto que antes sólo había maestros particulares con muy poca preparación", añade.
Tal y cómo explica el Padre Florensa, la "preparación de los maestros –estudiosos del temario, haciendo prácticas antes de dar clase- y el hecho que había cada uno por las clases de escribir, leer o la aritmética" provocaban que se diera una educación superior a la de los profesores fuera de la escuela. La relación entre Mataró y las Escuelas Pías, además, se fue tirando cercana desde el primer momento. "Mataró era una ciudad de mar y comercio, y la escuela daba clases para hacer cursos de náutica por ejemplo para contribuir y ayudar al crecimiento de la población", explica Florensa, que sigue: "Más adelante, a finales del XVIII, también se enseñaba agrimensura para responder a la necesidad de aprender agricultura en la ciudad".
Valores en plena industrialización
Durante el siglo XIX, uno de los papeles que la Escuela jugó es el de inculcar "valores como la honradez, la fidelidad o la austeridad; los alumnos aprendían estas cosas en la escuela, y saliendo de aquí se podían convertir en empresarios haciendo las cosas con la conciencia y el talante de la escuela; esto hace que fuera una herramienta social importante porque no hubiera conflictos como pasaba en otros territorios como Terrassa". Por el Padre Florensa, esto y la capacidad de adaptación de la escuela lo han mantenido vigente con el paso del tiempo. "Durante el transcurso del siglo XIX se hizo un plan de enseñanza desde el Estado, y se transformó el estudio y las clases que se impartían; los escolapios tuvieron que cambiar la formación para adecuarse a las nuevas ciencias y el nuevo formato de estudios de bachillerato".
Paralelamente, la escuela seguía creciendo con las fincas alrededor de donde se encuentra actualmente Santa Anna centro, desde la Fonda del Gorrión al solar donde se construyó, el 1789, la actual iglesia de Santa Anna.
Fue la época donde se sacaron poderes en el Ayuntamiento para tener escuelas. Esto provocó que no se recibieran ayudas del consistorio, a banda que la ley de desamortización de Madoz hizo que estos perdieran los bienes del común dedicado en escuelas u hospitales. Sin financiación, se tuvieron que encontrar recursos mediante "alquiler de locales que tenían en propiedad, la iglesia gracias al culto y que significaba un tercio de los ingresos, los internados que también daban un poco y los recomendados, alumnos que iban a la escuela y se quedaban después, hecho por el que se pagaba una cierta cantidad". A finales del siglo XIX, eso sí, se fue introduciendo el pago de una parte del alumnado mientras otra era gratuito precisamente porque estos recursos eran bastante limitados.
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