Hay veces que la política local mataronina parece un cuento para niños. Los personajes sueño entrañables y sus actos imprevisibles. Me lo ha parecido todavía más al conocer que la regidora socialista Alícia Romero había anunciado su voluntad de no volver a formar parte de la lista del PSC a las próximas elecciones municipales, para a continuación decir que nadie buscara más del que anunciaba. Alícia – cómo en el cuento -, ha sobrevivido en un mundo donde últimamente hay más fantasea que realidad. Con sólo veintidós años, quedó fascinada por la administración "socialista" de las cosas del común. Se lo tomó con interés y vocación de servicio, pero bien pronto surgió el primer dilema: ¿Tenía que atreverse a decir la suya o continuar aceptando una disciplina poco inteligente y racional?. ¿Tenía que crecer políticamente o sólo le había que esperar un golpe de suerte?. Optó por la primera opción y pudo conocer la voràgine que la decisión generaba, quedando definitivamente rodeada de envidias y de enemigos que nacen como setas entre los mes cercanos. Había que correr por desempallegar-se de los peligros y así lo hizo, pero ay las!, el hecho la deprimía. Intentó sincerarse a la asamblea de amigos, conocidos y saludados, comprobando que estaban animados en una carrera del que no sabían ni la salida ni la llegada, ni quien acabaría ganando. Sus interrogantes a nadie interesaban, por el que buscó refugio entre aquellos de los suyos que se limitaban a esperar ociosamente la llegada de no se sabe demasiado bien que - si grupo parlamentario propio, la comunión de los santos, unas primarias o el regreso del laicismo -, cómodamente instalados a los bordes del poder, pasaban de todo, manteniendo el estatus laboriosamente conseguido. Sólo la curiosidad le hizo mirar más arriba, descubriendo el reino de las falsas convenciones donde cada cual tenía su papel. A unos los tocaba ser presidentes o ministros, a otros consejeros, delegados del gobierno, cabes de gabinete, diputados, alcaldes, regidores o cargos de confianza. Previendo que no se saldría decidió dejar de jugar el partido mientras no hubiera una perspectiva mejor. Alícia, como lo contiene, cerraba una etapa vital. A cinco meses de las elecciones municipales, una de las incógnitas que habían sido objete de más especulaciones ha quedado aclarada (Alícia o la Cónsul). Supongo que por eso, pedía en rueda de prensa que se respetara y no se instrumentalizara su decisión. Todo ello una imagen bien melangiosa de final de etapa, no de la regidora, sino del país de las maravillas que ha decidido provisionalmente abandonar con el silencio cómplice de propios y extraños.