El 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacitado. Desplazarse hoy con una silla de ruedas por Mataró es más fácil que no hace unos años, pero no hay que hacer un recorrido mucho largo para comprobar que todavía hay muchos aspectos a mejorar.
Acompañamos Montserrat Aliberas a dar un tumbo por la ciudad. Una enfermedad la dejó en silla de ruedas desde muy pequeña, pero siempre ha tenido ganas de valerse por ella misma, moverse por todas partes, y asistir a un montón de actividades culturales. Aliberas reconoce que la ciudad ha mejorado en muchos aspectos en los últimos tiempos: "Las calles para peatones, las aceras anchas, los apeaderos, permiten que personas con la movilidad reducida puedan desplazarse", explica. Jaume Subirà, responsable de movilidad del Grupo de Inválidos de Mataró y el Maresme (GIMM), considera que se está llevando a cabo "una buena política en este sentido, la relación con el Ayuntamiento es constante, se los exponemos los problemas y vemos voluntad de irlos resolviendo".
A pocos metros del punto de encuentro, pero, en una esquina del Camino real, ya encontramos las vallas de unas obras sin paso suplementario que obligan Aliberas a cambiar de acera. "Actualmente el gran problema es de concienciación, que la gente todavía no se hace a la idea de las dificultades que pueden causar si, por ejemplo, dejan el coche sobre la acera o en medio de un paso de peatones, o si un arquitecto diseña una plaza dura llena de desniveles y escalones", dice Subirà. Y todavía hay obra pública no adaptada: "Una de las peores cosas son las aceras estrechadas que por un lado tienen rampa, pero cuando llegas al final no tienen, y el poco espacio te impide hacer media vuelta con la silla y quedas atrapada", se queja Montserrat Aliberas. "El que tampoco entendemos mucho es que la ley permita que las rampas acaben o empiecen a dos dedos del tierra; este escalón de dos dedos, que puede parecer un nada, es muy dificultós para una persona con silla de ruedas", dice Subirà.
Subiendo al autobús
Los medios de transporte han estado de siempre uno de los talones de Aquil•las para las personas con movilidad reducida. Para el responsable del GIMM, "el Mataró Buzo ofrece hoy un servicio adaptado excelente, pero no se puede decir el mismo de la empresa Casas, de Renfe, o de los taxis". Aliberas dice que podría explicar mil historias relacionadas con el transporte: "Me he pasado horas esperando a que pasara un tren adaptado, o no he podido bajar a la estación que lo tenía que hacer porque no estaba preparada para minusválidos". "Nos duele mucho cuando vemos como un servicio totalmente nuevo como el AVE está adaptado para que los madrileños puedan traer el material para esquiar en los Pirineo de Lleida, y en cambio si hay de viajar una persona con silla de ruedas tiene un montón de dificultades. Se da el caso que una pareja en que los dos miembros vayan con silla de ruedas los es del todo imposible viajar el uno junto al otro en el AVE", manifiesta Jaume Subirà.
Una vida cotidiana compleja
Nos acercamos con Aliberas a un cajero automático para sacar dinero y comprobamos que le es del todo imposible. Muchas entidades bancarias han adaptado la altura de los cajeros, "pero no lo acaban de hacer correctamente, por ejemplo no los ponen suficientemente avanzados para que se llegue bien con la silla de ruedas", dice Subirà. "Hace tiempo que no uso el cajero, lo dejé por imposible", explica Aliberas, que considera que "en las escuelas de arquitectura tienen que insistir mucho más en el tema de la movilidad, que sean conscientes. En muchas obras tanto podrían poner una rampa como unos escalones, y eligen la segunda opción". Puede ser este el caso de muchos establecimientos, tiendas y restaurantes. Si lo miramos con ojos de una persona con movilidad reducida veremos como hay por docenas con unos escalones de entrada imposibles de superar. "La ley actual obliga las tiendas de nueva creación a que tengan rampas para minusválidos, pero a las antiguas los cuesta mucho de irlo adaptando, a pesar de tener el espacio para hacerlo", dice Subirà, que se muestra concluyendo cuando dice: "Pensamos que este trabajo que hacemos entidades como el GIMM no sólo beneficia las personas discapacitadas, sino a todas las que arrastran un cochecito o el carro de la compra, a las personas grandes, y en general, a toda la población puesto que todos un día nos podemos romper una pierna o tarde o temprano tener que ir sentados en silla de ruedas".
Acompañamos Montserrat Aliberas a dar un tumbo por la ciudad. Una enfermedad la dejó en silla de ruedas desde muy pequeña, pero siempre ha tenido ganas de valerse por ella misma, moverse por todas partes, y asistir a un montón de actividades culturales. Aliberas reconoce que la ciudad ha mejorado en muchos aspectos en los últimos tiempos: "Las calles para peatones, las aceras anchas, los apeaderos, permiten que personas con la movilidad reducida puedan desplazarse", explica. Jaume Subirà, responsable de movilidad del Grupo de Inválidos de Mataró y el Maresme (GIMM), considera que se está llevando a cabo "una buena política en este sentido, la relación con el Ayuntamiento es constante, se los exponemos los problemas y vemos voluntad de irlos resolviendo".
A pocos metros del punto de encuentro, pero, en una esquina del Camino real, ya encontramos las vallas de unas obras sin paso suplementario que obligan Aliberas a cambiar de acera. "Actualmente el gran problema es de concienciación, que la gente todavía no se hace a la idea de las dificultades que pueden causar si, por ejemplo, dejan el coche sobre la acera o en medio de un paso de peatones, o si un arquitecto diseña una plaza dura llena de desniveles y escalones", dice Subirà. Y todavía hay obra pública no adaptada: "Una de las peores cosas son las aceras estrechadas que por un lado tienen rampa, pero cuando llegas al final no tienen, y el poco espacio te impide hacer media vuelta con la silla y quedas atrapada", se queja Montserrat Aliberas. "El que tampoco entendemos mucho es que la ley permita que las rampas acaben o empiecen a dos dedos del tierra; este escalón de dos dedos, que puede parecer un nada, es muy dificultós para una persona con silla de ruedas", dice Subirà.
Subiendo al autobús
Los medios de transporte han estado de siempre uno de los talones de Aquil•las para las personas con movilidad reducida. Para el responsable del GIMM, "el Mataró Buzo ofrece hoy un servicio adaptado excelente, pero no se puede decir el mismo de la empresa Casas, de Renfe, o de los taxis". Aliberas dice que podría explicar mil historias relacionadas con el transporte: "Me he pasado horas esperando a que pasara un tren adaptado, o no he podido bajar a la estación que lo tenía que hacer porque no estaba preparada para minusválidos". "Nos duele mucho cuando vemos como un servicio totalmente nuevo como el AVE está adaptado para que los madrileños puedan traer el material para esquiar en los Pirineo de Lleida, y en cambio si hay de viajar una persona con silla de ruedas tiene un montón de dificultades. Se da el caso que una pareja en que los dos miembros vayan con silla de ruedas los es del todo imposible viajar el uno junto al otro en el AVE", manifiesta Jaume Subirà.
Una vida cotidiana compleja
Nos acercamos con Aliberas a un cajero automático para sacar dinero y comprobamos que le es del todo imposible. Muchas entidades bancarias han adaptado la altura de los cajeros, "pero no lo acaban de hacer correctamente, por ejemplo no los ponen suficientemente avanzados para que se llegue bien con la silla de ruedas", dice Subirà. "Hace tiempo que no uso el cajero, lo dejé por imposible", explica Aliberas, que considera que "en las escuelas de arquitectura tienen que insistir mucho más en el tema de la movilidad, que sean conscientes. En muchas obras tanto podrían poner una rampa como unos escalones, y eligen la segunda opción". Puede ser este el caso de muchos establecimientos, tiendas y restaurantes. Si lo miramos con ojos de una persona con movilidad reducida veremos como hay por docenas con unos escalones de entrada imposibles de superar. "La ley actual obliga las tiendas de nueva creación a que tengan rampas para minusválidos, pero a las antiguas los cuesta mucho de irlo adaptando, a pesar de tener el espacio para hacerlo", dice Subirà, que se muestra concluyendo cuando dice: "Pensamos que este trabajo que hacemos entidades como el GIMM no sólo beneficia las personas discapacitadas, sino a todas las que arrastran un cochecito o el carro de la compra, a las personas grandes, y en general, a toda la población puesto que todos un día nos podemos romper una pierna o tarde o temprano tener que ir sentados en silla de ruedas".