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Gerard Aragón

Balance desigual de los participantes al Salón Boda

La feria vuelve a congregar los novios en un año marcado por la crisis económica

El recinto ferial del Nuevo Parque Central se ha vestido de blanco el fin de semana del 13, 14 y 15 de febrero para acoger la 16a edición del SalóBoda Mataró y Maresme, que este año ha visto ampliada su oferta con varios servicios. Desde viajes a restaurantes, pasando por balnearios, detalles por las invitaciones y joyas hasta un servicio de limusinas y chóferes, la feria temática de este año ha reunido un golpe más en las parejas decididas a casarse, otras que se lo estaban rumiant y unas terceras que tan sólo paseaban para ver si el día de mañana deciden contraer matrimonio. "Nosotros ya tenemos el casamiento fijado, pero hemos venido para ver el tema de los detalles, el viaje o las alianzas", explican en Sergi y Carme, que pronto se casarán. La pareja deja claro que "la oferta no está mal, pero podría ser mejor puesto que el SalóBoda es demasiado pequeño". Todo el contrario opinan Dani Morato y Mònica Encina, dos jóvenes que creen que "el salón está muy muy organizado, y te da muchas ideas por el casori". Aun así, los dos reconocen que buscaban hacer una ceremonia más íntima, y que allá todo los estaba pareciendo "demasiado espectacular". Por algunos el Salón se ha convertido en el lugar ideal para acabar de pulir ideas en turno los casamientos, pero por otras compuerta un replanteamiento e incluso el desaliento. "Nos hemos acercado para ver como estaban los precios, y nos hemos desanimado un poco", afirman Cristina y en David.

Paseando por los stands también se han podido recoger diversidad de opiniones entre los vendedores. "No está viniendo mucho gente, el Salón Boda es una feria muy pobre", dice Patricia Gómez, encargada de atender a la stand de Mas Solà, restaurando de Girona que organiza ceremonias por bodas. "La gente viene, se acerca y pregunta. Obviamente, hay ferias más grandes pero, por el que es Mataró, el Salón Boda es una feria que está bien", opina, por la contra, Francesc Garcia, de la revista Bouquet especializada en el mundo nupcial. "El sábado por la mañana fue horrible, pero entre sábado por la tarde y domingo ha venido mucha gente, así que el balance es positivo", puntualiza Araceli Vigueras, del Balneario Vichy, presente al Salón por segundo año consecutivo. "La gente está respondiendo bien, pero da rabia que hay haya stands formados por agrupaciones de empresas y dedicados a varios sectores a la vegada. Esto es competencia desleal, y se están produciendo quejas al respeto", exclamó en Mario Torrent, de Festamusic, empresa de ocio y animación de Calella dedicada al servicio musical de los banquetes y bailes de los casamientos.

El secretario general de la Unión de Tenderos, Josep Filbà, admite que el Salón Boda ha sufrido en esta edición los efectos de la actual coyuntura económica, y que ha quedado reflejado en la reducción tanto del pabellón como de la oferta de expositores en algunos sectores, como por ejemplo el de la moda. "Ha habido una bajada del interés para venir a la feria, cosa que ha hecho que nos esforzáramos para llenar los agujeros", explica Filbà, que añade que otro fenómeno que se ha dado es la reducción del número de metros cuadrados ocupados por cada expositor. "El Salón Boda esta año ha sido un reflejo de la realidad del mercado", resume. No obstante, Filbà defiende que todo y esta situación, el certamen ha mantenido tan el número de participantes –una cincuentena- como el nivel de calidad.

Modernidad versus Clasicismo
Los momentos más esperados por los visitantes al SalóBoda fueron los pases de modelos. A lo largo de los fin de semana se realizaron tres; una el sábado, día 14, a las 12.30h, y las otras dos el domingo, día 15. En ellas se pudieron ver diseños de marcas como AB Domínguez Boutique o Cotilleria Francis, que presentaron una oferta que iba desde los vestidos de novia y novio más clásicos hasta otros más provocadores y vanguardistes. Por mujer, destacaron los detalles en el cabello, como por ejemplo las flores y los lazos de colores, y por hombre, unas camisas blancas semitransparents para traer bajo la americana.