A raíz de la inauguración, el ajetreo y el potencial propagandístico sobre la Escuela Municipal de Música (EMM), se me acut con cierta ironía utilizar del refranero catalán de Joan Amades para hacer algunas consideraciones. Sólo empezar el nuevo curso, se han producido ciertas discrepancias (adivina quién te ha tocado).
Parece que los IES y los CEIP implicados no disponen de los instrumentos necesarios y se encuentran en un trapicheo; es más, no tienen instrumentos para alquilar a los estudiantes, tal como se había dicho. Arriba y gritos, porque parece que el presupuesto de quien remueve las cerezas, el Ayuntamiento de nuestra ciudad, está pelado. Y, para acabarlo de adobar, algunos alumnos no tendrán acceso al instrumento deseado (Ansia, Manela); por lo tanto, se tendrán que conformar caja o faja con quien decide y a quien le corresponde cortar el bacalao.
No es extraño que de las altas esferas no le quieran poner el cascabel al gato, puesto que el consistorio no está por canciones, ahora que ha comprado un producto (que ha fracasado en otros lugares de Cataluña) original de Venezuela para sacar los molestos llamados niños de la calle. El mal producto los lo ha vendido un buen vendedor, y como idea subliminal tienen que esconder la cuerda en casa del colgado. Veremos qué pasará cuando empiecen a hacer los grupos (puede parecer can Sesenta), y cuando el alumno tenga que tocar un instrumento no deseado será como hacer embudos. Además, los padres tendrán que pedir cuarto y ayuda, porque, o aceptan, o ya pueden tocar el dos, que esto es público, de forma que el nano ya hace falta que se calcio. ¿No quieres las tres bes: bono, bonito y barato? Pues apa, que después de los truenos, viene la lluvia.
Ochocientos alumnos es un buen comienzo para hacer la horquilla a los particulares que pagamos impuestos y gastos de todo tipo. Pero no hay que perder la chaveta: con el tiempo se podrán volver a poner los puntos encima de las is, que la gente no quiere ser un lirón.
Si antes de hacer todo este ajetreo se hubiera hablado con los músicos, los profesionales y las escuelas privadas, quizás en el Ayuntamiento otro gallo le cantaría, porque todo esto al fin y al cabo con el tiempo puede flaquear.
Parece que los IES y los CEIP implicados no disponen de los instrumentos necesarios y se encuentran en un trapicheo; es más, no tienen instrumentos para alquilar a los estudiantes, tal como se había dicho. Arriba y gritos, porque parece que el presupuesto de quien remueve las cerezas, el Ayuntamiento de nuestra ciudad, está pelado. Y, para acabarlo de adobar, algunos alumnos no tendrán acceso al instrumento deseado (Ansia, Manela); por lo tanto, se tendrán que conformar caja o faja con quien decide y a quien le corresponde cortar el bacalao.
No es extraño que de las altas esferas no le quieran poner el cascabel al gato, puesto que el consistorio no está por canciones, ahora que ha comprado un producto (que ha fracasado en otros lugares de Cataluña) original de Venezuela para sacar los molestos llamados niños de la calle. El mal producto los lo ha vendido un buen vendedor, y como idea subliminal tienen que esconder la cuerda en casa del colgado. Veremos qué pasará cuando empiecen a hacer los grupos (puede parecer can Sesenta), y cuando el alumno tenga que tocar un instrumento no deseado será como hacer embudos. Además, los padres tendrán que pedir cuarto y ayuda, porque, o aceptan, o ya pueden tocar el dos, que esto es público, de forma que el nano ya hace falta que se calcio. ¿No quieres las tres bes: bono, bonito y barato? Pues apa, que después de los truenos, viene la lluvia.
Ochocientos alumnos es un buen comienzo para hacer la horquilla a los particulares que pagamos impuestos y gastos de todo tipo. Pero no hay que perder la chaveta: con el tiempo se podrán volver a poner los puntos encima de las is, que la gente no quiere ser un lirón.
Si antes de hacer todo este ajetreo se hubiera hablado con los músicos, los profesionales y las escuelas privadas, quizás en el Ayuntamiento otro gallo le cantaría, porque todo esto al fin y al cabo con el tiempo puede flaquear.