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Guanyabens fotografiado el pasado martes.

Joan Salicrú

Carles Guanyabens: 'La existencia de los Renacuajos es un pequeño milagro'

Entrevista al presidente de la pandilla castellera Renacuajos de Mataró

Generalmente el protagonismo de las pandillas castelleres se la endú el capataz, pero usted es un poco Joan Laporta de los Renacuajos, el presidente del club.
Si, precisamente hasta la última assamblea mi figura era la del delegado y ahora es de presidente. La comparación con el fútbol es idónea. El entrenador es el responsable técnico y el presidente es el representante institucional de la pandilla, que es mucho trabajo. Porque la pandilla no sólo se limita a hacer de pandilla sino que hay muchísima actividad lúdica. A nivel de trabajo, compuerta muchísimas horas de dedicación. El movimiento casteller no se entendería sin el movimiento social y lúdico que hay al última. Tenemos escuela de música, de educación física, sección de remo, revista y plana web propia, organizamos conferencias, colonias, talleres… la actividad que hay es bestial. El presidente el que hace es coordinador todo esta movida, así como está atento a la parte técnica. Y, en nuestro caso, y ahora el tema del local del Matadero.

Ahora mismo sois la entidad con más afiliados en Mataró… o al menos la que ha crecido más rápidamente a los últimos años.
Yo entro a la pandilla porque es una actividad tradicional, porque es una actividad abierta a todo el mundo y porque se defienden unos valores muy alejados de los de la sociedad de hoy en día. Y el hecho de ser presidente… pues una cosa ha traído al otro. Evidentemente hay una voluntad de servir el col•lectivo pero también es un lugar muy agradecido por el reconocimiento del trabajo que se va tirando. Bien es verdad que hemos acontecido una entidad potente, establo, muy consolidada, tan en Mataró cómo en el Maresme.

Cómo se explica el éxito de pasar de cero a mil socios en diez años?
Es muy difícil de explicar, realmente hemos batido todos los récords, incluso los que hicieron los Muchachos de Terrassa a mediados de los años noventa. Y también a nivel social. Yo siempre explico que una de las claves es ser un grupo muy unido, este espíritu de querer ser un grupo de gente con identidad propia. Y la gente se ha acabado sintiendo orgulloso de ser de la pandilla. Siempre hemos ido a la una a pesar de haber muchos criterios y sectores diferentes. Cuando se ha près una decisión todo el mundo lo ha defendido. Por ejemplo, al Concurso de Tarragona había un sector de gente que no quería ir… y cuando se decidió ir todo el mundo se puso. Y al final batimos un récord trayendo 540 castellers de pie, superando a otras muchas pandillas.

El éxito de una emprendida col•lectiva pondría en entredicho la idea de que vivimos en una sociedad indivualista…
Hombre, ciertamente desplazar más de cien personas a una plaza cada domingo con la voluntad sólo de levantar construcciones humanas potenciando valores como la tolerancia, el esfuerzo, la disciplina, la integración… en un mundo donde prevalece el individualismo, el materialismo, el consumismo… es como un pequeño milagro. Realmente es sorpresivo pero quizás es la explicación de todo. Somos gente que no encaja con estos valores imperantes y busca otras cosas. Quizás en este momento histórico los castellers hemos hecho una función muy buena en este sentido.

El cierto es que habéis agrupado gente de diferentes orígenes, condiciones, sensibilidades…
Sí, pero es una característica propia del hecho casteller, pasa a todas las pandillas y es una de las grandes virtudes, una de las cosas que engancha cuando entras en este mundo. No hay limitación de ningún tipo, es intergeneracional y rompe con el estereotipo de que la gente tiene que hacer cosas diferentes por cada edad. Agrupa gente de toda condición económica, social… incluso a la pandilla tenemos varios disminuidos psíquicos. Realmente es un punto muy enriquecedor, tan por unos cómo por otros. Por nosotros nos ayuda a convivir con la diferencia; nos hace valorar cosas mucho más sencillas. Y a ellos los da una vida social que sin la pandilla no tendrían y se sienten útiles igual que los otros, porque tienen su lugar y hacen su trabajo igual. Esto también es sorpresivo y es de aquellas cosas que hace que te motiven y continuar dentro de este mundo.

Cuando empezasteis hacíais gracia, pero en Tarragona dicen que empiezan a ponerse nerviosos con vosotros.
Sí, cuando hacíamos castillos de siete y de ocho todo eran elogios y todo el mundo nos miraba con buenos ojos. Ahora que somos pandilla de nuevo esto ha cambiado radicalmente. Estamos en el nivel de élite y hemos entrado en el mundo de la rivalidad, que hay muchísima; es uno de los motores del mundo castellers. Somos terceros en el ranking por ante las dos pandillas de Valls. Ahora ya nos critican, pero es un papel que nos tenemos que acostumbrar a hacer.

La construcción del nuevo local del Matadero ha ido más lento del previsto.
Si, pero de hecho ya nos lo ensperàvem. Va siguiendo su curso y por lo tanto no nos estamos poniendo nada nerviosos. Sabemos que es un hito importantísimo que tiene que permitir nuestra consolidación defintiiva en Mataró y en el Maresme. Si tiene que ser el 2007 será el 2007 y sino el 2008. Es un hito muy complejo y que quiere tiempo. No estamos en situación de dar prisas en el Ayuntamiento ni a nadie.

Os habéis sentido muy tratados desde el Ayuntamiento?
El Ayuntamiento nos ha apoyado en todo momento y desde el primer día. Nos ha dejado una cosa esencial cómo son los lugares para ensayar: primero Can Marfà, después la Prisión y ahora Joanot Martorell. La cirereta será el local del Matadero, que hay muchas pandillas que no lo tienen.

Cómo estarán los Renacuajos de aquí a diez años?
El gran reto es mantener el nivel y si se puede superarlo y después crecer en número de socios. Son retos mucho y muy complicados. No me puedo imaginar la pandilla en diez años porque la progresión ha sido tan bestia y nos ha sorprendido tan a todos… que no sé qué pasará.