Carnestoltes de Mataró se reinventa en mayor o menor medida a cada nueva edición. El esquema básico se mantiene, pero cada año se introducen modificaciones, desaparecen unos actos y se potencian otros, y su estructura organizativa tampoco está exenta de cambios. Todo ello, con el objetivo que la fiesta se acabe encontrando a sí misma, adquiera una personalidad realmente definida, una carencia histórica del carnaval mataroní. Este año se celebra entre el 3 y el 9 de marzo, organizada por el IMAC y la Comisión de Carnestoltes creada el 2009, que agrupa todas las personas y entidades que hay detrás de la fiesta. Miquel Encrespe, fichaje estrella de la pasada edición, ya no es el director artístico. Este papel recae este año en Pere Vàzquez, que se ha marcado como principales objetivos potenciar la figura de en Cascarilla y dar más calidad e importancia a los actos para el público infantil.
"Queremos recuperar el Cascarilla clásico, divertido, que se acerca más al espíritu que tenía la figura durante la década de los 90", explica Vàzquez. La actuación del Rey de los Tarambanas fue el año pasado uno de los centros de atención, con una nueva puesta en escena en la llegada al Ayuntamiento la noche de viernes, y una imagen y discurso más accesibles para todos los públicos. El nuevo director considera que el espectáculo "fue muy popular y animó mucha gente". El pregón desde el balcó del Ayuntamiento, en cambio, lo encontró "demasiado light". "Hace falta moldejar-lo, mantenemos la idea que llegue a todo el mundo pero que recupere su sentido crítico", añade. Otro elemento que recuperarán será la carroza que acompañará la figura, mientras que se mantendrá el acto "Hacia el pregón", un pasacalle con la Momerota y los Botargues previa a la llegada de en Cascarilla.
Por otro lado, se potenciarán los actos destinados a los niños. El baile de domingo por la mañana "ganará calidad", según Vàzquez, con la contratación de bandas más potentes. Un hecho que servirá para contrarrestar las 'bajas' otras actas de la programación. Por ejemplo, la Santa Cena de martes , que se ha tenido que eliminar por presupuesto, o los Pregoneros de Jueves llarder, novedad del año pasado que no acabó de funcionar (se mantiene, en cambio, el tradicional reparto de tortillas). En cuanto al Desfile, el acto más masivo de la fiesta, repetirá el mismo recorrido, desde la plaza de Alexandre Fleming hasta el Parque Central, pasando por el Camino real y la Riera. Más espacio para lucir los disfraces, pero menos premios. Las restricciones presupuestarias reducen los galardones de tres a dos, pero estos tendrán más dotación económica.
"Queremos recuperar el Cascarilla clásico, divertido, que se acerca más al espíritu que tenía la figura durante la década de los 90", explica Vàzquez. La actuación del Rey de los Tarambanas fue el año pasado uno de los centros de atención, con una nueva puesta en escena en la llegada al Ayuntamiento la noche de viernes, y una imagen y discurso más accesibles para todos los públicos. El nuevo director considera que el espectáculo "fue muy popular y animó mucha gente". El pregón desde el balcó del Ayuntamiento, en cambio, lo encontró "demasiado light". "Hace falta moldejar-lo, mantenemos la idea que llegue a todo el mundo pero que recupere su sentido crítico", añade. Otro elemento que recuperarán será la carroza que acompañará la figura, mientras que se mantendrá el acto "Hacia el pregón", un pasacalle con la Momerota y los Botargues previa a la llegada de en Cascarilla.
Por otro lado, se potenciarán los actos destinados a los niños. El baile de domingo por la mañana "ganará calidad", según Vàzquez, con la contratación de bandas más potentes. Un hecho que servirá para contrarrestar las 'bajas' otras actas de la programación. Por ejemplo, la Santa Cena de martes , que se ha tenido que eliminar por presupuesto, o los Pregoneros de Jueves llarder, novedad del año pasado que no acabó de funcionar (se mantiene, en cambio, el tradicional reparto de tortillas). En cuanto al Desfile, el acto más masivo de la fiesta, repetirá el mismo recorrido, desde la plaza de Alexandre Fleming hasta el Parque Central, pasando por el Camino real y la Riera. Más espacio para lucir los disfraces, pero menos premios. Las restricciones presupuestarias reducen los galardones de tres a dos, pero estos tendrán más dotación económica.