Hoy se han comenzado oficiosamente Las Santas de enguay . Hoy , con la presentación del cartel, se ha disparado el pistoletazo de salida de la cuenta atrás que nos tiene que traer al desmadre de la fiesta, tan añorada durante tanto de tiempo. Un disparo protagonizado por la obra de la Agàpit Borràs, arquitecto y a la vez artista , de quien hemos tenido ocasión de ver sus trabajos en diferentes salas de la ciudad (Museo, Colegio de Aparejadores...) y recientemente en la sala del Colegio de Arquitectos de Barcelona, a la vez que es el autor de la escultura pública "El grito" que se encuentra en el Parque de Rocafonda.
Un cartel, el de este año, que cómo siempre traerá polémica, que gustará o no -a mí me gusta- y que analizado en la asepsia de un cierto distanciamiento pasional, tenemos que decir que es un buen cartel.
Agàpit Borràs se ha traicionado a si mismo presentando una obra en la que rehuye de su estilo característico , de claras referencias brossianes y con un claro deix verso la poética objetual visual, para ofrecernos una obra de cariz clásico en el concepto y realización, que apuesta por este acercamiento verso el patrimonio de la ciudad ( una de sus obsesiones ) jugando al paralelismo entre los conceptos de patrimonio festivo ( las Santas ) y el patrimonio monumental, reflejado en la figura de" la filosa" de la Eusebi Arnau , acontecida con el tiempo como verdadero icono patrimonial local, en su presencia en la casa Coll y Regàs.
Un cartel técnicamente muy equilibrado, con un toque de seriosidad que no se rompe ni por la albañil cromática - escasa en tonos pero muy acertada - ni por los elementos dinámicos insertados , que recuerdan a los empleados por J.M.Calleja. Ayuda al conjunto la habilidad del uso del col·lage que sirve para romper la estructura plana y dar volumen y personalidad a las figuras que quedan endulzadas con el detalle de color de sus vestimentas.
Un cartel correcto del todo en el técnico y habilidoso en el concepto , ligando de manera simple los componentes locales que sueño importantes para el autor. Por lo tanto un buen cartel sin duda.
Otra cosa pero puede ser su eco popular. Cómo me dedo otros veces el cartel de Las Santas es un cartel único puesto que su misión parecen ser todas menos el habitual de un cartel que se anunciar una cosa o hecho, a gente que la desconoce. El cartel de las Santas de hace años que tiene una traslación inmediata a una idea de camiseta, a una idea de un localismo casi sólo por iniciados, a un concepto al que poco lo importa el sentido artístico y sí mucho más el emocional. Y en este caso las emociones, que sueño y amés intensas, sueño muy diferentes. El cartel de Borràs refleja la emoción serena de sentir mataroní desde la raíz (el patrimonio) y quizás la gente el que busca es la emoción gamberra de una fiesta que dicen es única. Y en esta controversia está claro que el cartel de Borràs lo tiene perdido.
Pero sea como fuere, creo que al final el toque de calidad se impone. Me gusta pensar que el cartel de Borràs es de digestión pesada , pero una vez asimilado, visto e interpretado , a pesar de sus carencias externas de simbología de fiesta, será un cartel muy recibido, puesto que con objeto de cuentas el cierto es que es un buen cartel.
Un cartel que hay que medir bien, tal y como nos marcan las Santas "filoses".
Un cartel, el de este año, que cómo siempre traerá polémica, que gustará o no -a mí me gusta- y que analizado en la asepsia de un cierto distanciamiento pasional, tenemos que decir que es un buen cartel.
Agàpit Borràs se ha traicionado a si mismo presentando una obra en la que rehuye de su estilo característico , de claras referencias brossianes y con un claro deix verso la poética objetual visual, para ofrecernos una obra de cariz clásico en el concepto y realización, que apuesta por este acercamiento verso el patrimonio de la ciudad ( una de sus obsesiones ) jugando al paralelismo entre los conceptos de patrimonio festivo ( las Santas ) y el patrimonio monumental, reflejado en la figura de" la filosa" de la Eusebi Arnau , acontecida con el tiempo como verdadero icono patrimonial local, en su presencia en la casa Coll y Regàs.
Un cartel técnicamente muy equilibrado, con un toque de seriosidad que no se rompe ni por la albañil cromática - escasa en tonos pero muy acertada - ni por los elementos dinámicos insertados , que recuerdan a los empleados por J.M.Calleja. Ayuda al conjunto la habilidad del uso del col·lage que sirve para romper la estructura plana y dar volumen y personalidad a las figuras que quedan endulzadas con el detalle de color de sus vestimentas.
Un cartel correcto del todo en el técnico y habilidoso en el concepto , ligando de manera simple los componentes locales que sueño importantes para el autor. Por lo tanto un buen cartel sin duda.
Otra cosa pero puede ser su eco popular. Cómo me dedo otros veces el cartel de Las Santas es un cartel único puesto que su misión parecen ser todas menos el habitual de un cartel que se anunciar una cosa o hecho, a gente que la desconoce. El cartel de las Santas de hace años que tiene una traslación inmediata a una idea de camiseta, a una idea de un localismo casi sólo por iniciados, a un concepto al que poco lo importa el sentido artístico y sí mucho más el emocional. Y en este caso las emociones, que sueño y amés intensas, sueño muy diferentes. El cartel de Borràs refleja la emoción serena de sentir mataroní desde la raíz (el patrimonio) y quizás la gente el que busca es la emoción gamberra de una fiesta que dicen es única. Y en esta controversia está claro que el cartel de Borràs lo tiene perdido.
Pero sea como fuere, creo que al final el toque de calidad se impone. Me gusta pensar que el cartel de Borràs es de digestión pesada , pero una vez asimilado, visto e interpretado , a pesar de sus carencias externas de simbología de fiesta, será un cartel muy recibido, puesto que con objeto de cuentas el cierto es que es un buen cartel.
Un cartel que hay que medir bien, tal y como nos marcan las Santas "filoses".