Estos últimos días, el barrio de Cerdanyola ha estado en el centro del debate público en Mataró y más allá. El intento frustrado de ocupación de un piso, enfrentamientos entre jóvenes y la policía, quema de contenedores, una asamblea convocada por el Sindicato de la Vivienda que, a posteriori, acaba con incidentes... Los oportunistas de siempre que intentan sacar rédito político y un equipo de gobierno municipal con un alcalde que se esfuman tras las declaraciones de los mandos policiales, hecho que genera poca confianza en los vecinos ante una situación suficientemente grave.
Esta pérdida de relato por parte del gobierno municipal ha abierto las puertas a los de siempre, con los eslóganes de siempre, contra los de siempre, y, como siempre, sin poner ninguna solución sobre la mesa y ensuciando el nombre del barrio y de toda la ciudad.
Detrás de esta actuación errática y poco convincente por parte del gobierno y de su alcalde, con la simplicidad y el reduccionismo alimentado por partidos y medios en la búsqueda del mensaje fácil, es una muestra de la complejidad de lo que sucede en barrios como Cerdanyola o Rocafonda en Mataró, como en tantos otros de grandes ciudades de la región metropolitana de Barcelona. Y es que en estos núcleos urbanos de todo el país es donde confluyen las incompetencias acumuladas por tantas administraciones durante décadas. Educación, urbanismo y vivienda, inmigración, movilidad, mercado laboral... Decisiones tomadas y otras no atendidas, planificaciones mal ejecutadas o abandonadas, proyectos nunca iniciados... Todo ello ha contribuido a esta realidad de nuestro país, a crear estos patios traseros mal ordenados y desatendidos que, ahora sí, son noticia cuando se producen estos hechos.
Cerdanyola, como tantos otros barrios que nutrían de trabajadores el pulmón industrial de la nación, en Mataró concretamente con el sector del textil, se formó mayoritariamente por población inmigrante y, como bien explica en un reciente artículo el periodista David González “El barrio de Lamine ya no es lo que era” dice “la pobreza de una parte de los vecinos, el choque cultural inevitable y los problemas de inseguridad y violencia asociados a colectivos de inmigrantes, amenazan con convertirlo en un gueto”. Esta situación ni se arreglará con cuatro eslóganes ni con un alcalde que esconde la cabeza bajo el ala. La realidad es que la irresponsabilidad y arrogancia de quienes, después de todo, aún hoy se atreven a proclamar la Cataluña de los 10 millones desde sus torres de marfil en altos cargos de las instituciones, es inconmensurable. Cataluña ha quedado paralizada, atrofiada, entre un Estado español que nos ha decidido impunemente una política migratoria desastrosa, entre sus herederos que hoy, sin vergüenza alguna, pasean por estos mismos barrios esparciendo el mensaje del racismo y la xenofobia como si la cosa no tuviera nada que ver con ellos. Ese mismo Estado que defienden a ultranza, pero también entre los irresponsables que hicieron suyo el eslógan de “queremos acoger” sin ninguna planificación previa ni control real de lo que eso suponía. Así pues, un sistema que ha priorizado el sesgo ideológico y las soluciones rápidas y fáciles por encima de la capacidad y el talento, nos ha llevado donde estamos.
Y sigue. Ante el reto mayúsculo que tienen por delante barrios como el de Cerdanyola, los diferentes actores políticos de derecha e izquierda buscan la manera de justificar su existencia a través de fórmulas fáciles y rápidas de digerir. Es así como las izquierdas hace tiempo que decidieron que hay que jugarlo todo a la carta de la vivienda. Por eso, proponen soluciones muy efectistas como los 1.000 pisos de protección oficial en Mataró prometidos por los socialistas durante la última campaña, o la medida aprobada por el pleno municipal de hacer obligatoria la cesión del 30% de la obra nueva dentro de la trama urbana para vivienda de protección oficial. Con un año y pico de la norma en vigor en Mataró, ¿cuántas viviendas se han hecho? De momento, lo hemos pedido y lo están estudiando, pero ya avanzo que serán pocas, muy pocas. Pero da igual, como ya vimos con la Casa Orsola de Barcelona, la izquierda está abonada al grito de guerra típico y tópico de los derechos para todos y que paguen los ricos. Lo más grave es que este planteamiento entra a justificar las ocupaciones, sin darse cuenta de la caja de Pandora que han abierto.
Precisamente una ocupación fue la que encendió el barrio de Cerdanyola. El error de ser indulgente con las ocupaciones y tapar la incompetencia del ente público para garantizar el derecho a la vivienda a los ciudadanos. La ocupación es un acto contra natura que, en la mayoría de los casos, supone un agravio importante a la convivencia vecinal. Y sin una convivencia pacífica, no hay paz social. Por eso es un grave error aceptar la ocupación como un mal menor, mirar hacia otro lado, porque no se puede construir nada normalizando una situación que atenta contra el bien más preciado como es la convivencia vecinal. Desde Junts per Mataró, conocedores de esta realidad, nos hemos mantenido firmes en no aceptar la ocupación como solución de nada, al contrario, hay que confrontarla. Por eso hemos pedido muchas veces las modificaciones de la LEC y la LECrim para agilizar la recuperación de la posesión en menos de 48 horas, así como la posibilidad de que desde las comunidades de vecinos se pueda ser parte a la hora de iniciar acciones para acabar con la ocupación de un elemento de la comunidad.[banner-AMP_5]
En cualquier caso, coincidimos en que la vivienda es un problema de primer orden, tanto en Mataró como a nivel nacional y, por tanto, hay que salir de las soluciones binarias, buscar alianzas con el sector privado y avanzar rápidamente en modificar planeamientos urbanísticos y tramitaciones. Un buen ejemplo a nivel local lo tenemos con lo que se está haciendo con vivienda dotacional en la calle Muntanya del barrio de Cirera. Otros, permitir cambios de uso en locales en calles que no son comerciales o hacer más laxas las ratios de densidad en inmuebles que no cumplen. Aun así, siempre acabamos topando con una administración excesivamente lenta y burocrática. Imaginaos si vamos lentos y a contracorriente que el nuevo plan director aprobado en la región de Île de France, y que debe regir en términos de planeamiento urbanístico hasta 2040, ha previsto una cláusula “antigueto” para frenar la producción de vivienda social en determinados municipios, dada la situación que ha creado la concentración de esta vivienda.[banner-AMP_6]
Por otra parte están los que solo quieren ver la otra parte del problema, las ocupaciones y la inseguridad, que vinculan con la inmigración. Primero, y lo repito porque hay que decirlo las veces que haga falta, no se puede olvidar la incoherencia de esta reivindicación contra la inmigración, cuando ese Estado que defienden es el principal responsable de permitir, incitar y estimular la llegada masiva de inmigrantes a Cataluña sin ningún tipo de control. A partir de ahí se pueden hacer tantos vídeos como quieran y pasear a sus líderes impunemente por las calles de estos barrios, pero de los que han participado activamente en crear un problema, difícilmente saldrá alguna solución.[banner-AMP_7]
Durante estos días también han sido noticia la inseguridad y la delincuencia, en algunos casos con menores. Aun así, desde Policía Local y Mossos d’Esquadra, se ha hecho una buena labor coordinada. En primera instancia, actuando antes de que se culminara la ocupación y después, manteniendo una dotación preventiva en la plaza Once de Septiembre. En nuestro país, ciertamente tenemos un problema en lo que respecta a los fenómenos de la reincidencia y multirreincidencia, al cual nos hemos referido a menudo como grupo municipal. Nuestra sociedad, como la mayoría de sociedades occidentales, es garantista y la presión policial, por eficaz que sea, acaba en los tribunales. Estos, por aplicación de estas garantías, son lentos y tardan en hacer valer los agravantes de reincidencia y multirreincidencia que hay previstos en la norma. Otra cosa sería pretender no ser una sociedad democrática respetuosa con los derechos del ciudadano, este es el marco de valores en el que nos movemos, y lo digo porque, los de siempre, con sus recetas mágicas y atajos que nos venden por redes sociales, omiten deliberadamente todo esto. Pero que el problema sea complejo, no significa que no haya soluciones a plantear. Por eso, ante la insuficiencia de los medios judiciales hay que hablar de los nuevos juzgados (4) de refuerzo en Barcelona para poder celebrar juicios rápidos por los delitos menos graves, los que tienen penas de hasta cinco años de prisión. Hay que limitar la pendencia a juicios, acortar los plazos para llegar a sentencias firmes. Hasta que no logremos esto, seguiremos sufriendo en este ámbito.[banner-AMP_8]
Los hechos en Cerdanyola han evidenciado la ineficiencia de este gobierno municipal. Contrariamente a lo que podría parecer, después de más de 40 años de democracia en los que los sucesivos gobiernos municipales han estado, en su mayor parte, respaldados por los votos de barrios como Cerdanyola, estos han acabado siendo los menos favorecidos. Y es que clama al cielo la falta de proyectos y de visión para este y otros barrios de la ciudad, por parte de este gobierno municipal. Desde Junts per Mataró entendemos la abrumadora complejidad de la problemática de barrios como el de Cerdanyola, pero no contribuiremos con la irresponsabilidad de aquellos que pretenden apropiárselo, solo desde la denuncia y la crítica, degradando su imagen, sin aportar soluciones. Cerdanyola necesita referentes tangibles, elementos que hagan que todo lo que se desarrolle alrededor sea valor en positivo. Desde Junts per Mataró presentamos una propuesta de resolución aprobada en el pleno de marzo para planificar una reestructuración de la Isla Educativa de Cerdanyola y que el Instituto Miquel Biada, aprovechando su especialización en el ámbito industrial, se convierta en un centro de formación profesional integrada en el ámbito ferroviario a corto plazo. Esta apuesta debe ser un motor de crecimiento y esperanza.[banner-AMP_9]
A Cerdanyola le sobran eslóganes y oportunistas y le falta un alcalde con un equipo de gobierno con capacidades para no dejarse arrastrar por un relato catastrofista que corrompe más la imagen del barrio. Si vemos a Cerdanyola como síntoma de lo que sucede en tantos barrios de nuestro país, no podemos renunciar a afrontar los retos que se requieren en favor de recetas simples y reduccionistas pero, eso sí, hay que exigir a las administraciones una planificación en la buena dirección a corto y largo plazo. Más gestores y menos oportunistas.[banner-AMP_10]
Alfons Canela
Junts per Mataró