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Judith Vives

Ciencia ficción y emoción

J.J. Abrams, creador de una de las actuales series televisivas de referencia, Lost, está demostrando con sus incursiones cinematográficas que los nuevos lenguajes televisivos pueden renovar las entumecidas fórmulas del cine de género nordamericà. Este jóvenes realizador, productor y guionista, ya ha dejado ya su marca en films como Mission: Imposible III o la sorpresiva Cloverfield y ha demostrado que el cine comercial de acción o de ciencia ficción no tiene porque está reñido con la calidad. Por eso también resulta tan acertada su elección como responsable del undécimo capítulo de la saga cinematográfica de Star Trek, que se ha planteado como una preqüel·la que explique los orígenes de los tripulantes de la nave Enterprise.

El reto es osado puesto que, además, se trata de recuperar los personajes de la serie original y relatar su juventud, con nuevos actores que den vida a nombres tan míticos como el señor Spock o el capitán Kirk. Abrams ha encontrado en los trekkies de mayor solera los más entusiastas valedores de este film que recupera la esencia y la emoción de las grandes Space Operas de Hollywood. Star Trek XI es una por el•lícula tan trepidante y espectacular como emotiva e incluso ingenua, y es en esta equilibrada combinación de acción y emoción, de modernidad y aires retro, donde Abrams consigue sus mejores resultados. Y por encima de la acción, el director consigue hablar de cuestiones como la amistad, la lealtad, el compromiso, el amor o incluso la preservación de la memoria historia con un guion que destaca también por sus diálogos frescos e ingeniosos.

Los seguidores de Lost encontrarán tics y clicadas de ojo a la serie así como también los trekkies, a los cuales Abrams los reserva una sonada y entrañable aparición del actor Leonard Nimoy (el Spock original), que aparece por obra y gracia de un guion circular como una cinta de moebius, que avanza adelante y atrás en el tiempo sin que nada pierda sentido y todo conserve una extraña lógica interna. Un ejemplo más del talento de J.J. Abrams, un director que con sus continuos trasvases de ideas entre televisión y cine se está confirmado como el exponente más destacado de una nueva fornada de directores que, como los de la generación de los setenta, parece llamada a renovar el cine comercial de Hollywood.

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