Nunca es fácil perder alguien que estimamos. Aliviar el dolor que nos provoca su muerte es un proceso que normalmente llega a buen puerto con el tiempo. Pero es importante poder gestionar nuestros sentimientos para poder seguir adelante con nuestra vida. También hay que parar atención con los niños, el primer contacto con una experiencia así puede ser confusa. Para gestionar
Comparte tus emociones: guardar el dolor por un mismo y no exteriorizarlo puede generar graves problemas. Busca alguien que te escuche cuando lo necesites, que entienda tus sentimientos y comparta contigo momentos de recuerdos.
Estate activo: es importante hacer actividades donde puedas concentrar tu energía. Si te pasas todo el día teniendo pensamientos tristes o negativos tu salud mental peligrará. Puedes dedicar pequeños momentos para explorar tus sentimientos, llorar si lo necesitas y sentir este dolor sin que interfiera constantemente en tu vida.
Ayuda médica: muchas veces la solución está al tratar el tema con uno/a psicólogo/a. El especialista se encargará de tu caso concreto, encontrarás un espacio donde expresar tu dolor libremente y donde ir curando despacio las heridas. Los psicólogos tratan mucho la pérdida, no tengas miedo de ir a la consulta.
Date tiempo: es muy normal tardar un tiempo al pensar en la persona que ha muerto sin sentir tristeza, dolor, angustia, ansiedad... El luto tiene su proceso y al final, cuando por fin las heridas estén cicatrizadas, podremos recordar más a la persona desde la alegría de los recuerdos y el amor que sentíamos por él/a. Es normal que el final del luto tarde al llegar de uno a dos años.