"Soy vecino de Sant Vicenç de Montalt. Hace cuatro años que trabajo para Proactiva, como socorrista a la costa del Maresme. A raíz del drama que se vivía al Egeu, uno de las cabezas de la empresa creó la ONG Proactiva Open Arms, dedicada a salva vidas al mar. Yo soy submarinista profesional, también patrón portuario, nadador de rescate, tengo carnés de conducir de todo tipo, así que pensé que sería útil allá y me apunté. Me dedico sobre todo a temas logísticos, traigo las motos de agua y otro material desde aquí hasta Lesbos, necesito cinco días para llegar entre los viajes por carretera y los ferrys. Y cuando estoy me quedo unos días, porque de trabajo sobra.
El primer día que éramos allá hubo dos naufragios mucho bestias, con más de 200 personas al agua y nadie haciendo nada. Aparecimos nosotros, cuatro paios con dos motos de agua, para rescatarlos. Salimos en fotos a mediados de en todo el mundo, y las donaciones a Open Arms se multiplicaron. Ahora el ritmo ha bajado un poco, pero las primeras semanas llegaban más de 80 barcas a diario, con unas 60 personas en cada caso, de día y por la noche, con abuelos y bebés de meses. A las 2 de la madrugada te picaban a la puerta y venga, a bajar en rapel por las rocas. A aquellas horas te mueres de frío, y esto que traemos vestidos de neopreno de 3.000 euros, guantes y gorras, imagínate como lo pasan los refugiados.
El primer golpe que me encontré con este panorama me impactó mucho, pero a medida que pasan las semanas te acostumbras, haces como los burros, sólo miras adelante y vas por trabajo. Pero claro, cuando todavía no has visto ningún muerto y te toca sacar uno de una barca, o cuando rescatas una madre y un hijo y al llegar a la costa te llenan de besos, esto te marca mucho. Un compañero mío sacó un nano medio muerto de un barco. A la cabeza de un mes nos envió una fotografía desde Alemania, en señal de agradecimiento. Ahora desde casa veo por televisión como las fronteras están cerradas, la situación llastimosa de los campos de refugiados inundados, niños viviendo en el barro. Piensas en todo el que tienen que pasar para cruzar el mar, sin saber que los espera este panorama, sin ser conscientes que seguramente los deportarán en Turquía, el país que han dejado jugándose la vida.
El último golpe que fui era el febrero, y espero volver pronto. De aquí a poco empieza la temporada de playas en Cataluña y no sé si me dejarán marchar de nuevo, pero ya te digo que yo me quedaría viviendo allá, me siento mucho más útil y realizado. Después de ser a Lesbos, cuando vuelves a casa te preguntes: y yo que jodo aquí?"
El primer día que éramos allá hubo dos naufragios mucho bestias, con más de 200 personas al agua y nadie haciendo nada. Aparecimos nosotros, cuatro paios con dos motos de agua, para rescatarlos. Salimos en fotos a mediados de en todo el mundo, y las donaciones a Open Arms se multiplicaron. Ahora el ritmo ha bajado un poco, pero las primeras semanas llegaban más de 80 barcas a diario, con unas 60 personas en cada caso, de día y por la noche, con abuelos y bebés de meses. A las 2 de la madrugada te picaban a la puerta y venga, a bajar en rapel por las rocas. A aquellas horas te mueres de frío, y esto que traemos vestidos de neopreno de 3.000 euros, guantes y gorras, imagínate como lo pasan los refugiados.
El primer golpe que me encontré con este panorama me impactó mucho, pero a medida que pasan las semanas te acostumbras, haces como los burros, sólo miras adelante y vas por trabajo. Pero claro, cuando todavía no has visto ningún muerto y te toca sacar uno de una barca, o cuando rescatas una madre y un hijo y al llegar a la costa te llenan de besos, esto te marca mucho. Un compañero mío sacó un nano medio muerto de un barco. A la cabeza de un mes nos envió una fotografía desde Alemania, en señal de agradecimiento. Ahora desde casa veo por televisión como las fronteras están cerradas, la situación llastimosa de los campos de refugiados inundados, niños viviendo en el barro. Piensas en todo el que tienen que pasar para cruzar el mar, sin saber que los espera este panorama, sin ser conscientes que seguramente los deportarán en Turquía, el país que han dejado jugándose la vida.
El último golpe que fui era el febrero, y espero volver pronto. De aquí a poco empieza la temporada de playas en Cataluña y no sé si me dejarán marchar de nuevo, pero ya te digo que yo me quedaría viviendo allá, me siento mucho más útil y realizado. Después de ser a Lesbos, cuando vuelves a casa te preguntes: y yo que jodo aquí?"