Las fiestas de Las Santas han contado con una diablesa de excepción en esta edición. Responde al nombre de Eva Amaral, llega de Zaragoza, y vestida de lengua de fuego encendió la noche del 26 de julio al campo de fútbol de Cerdanyola. Los que sufrieron las consecuencias fueron cerca de 3.000 jóvenes y no tan jóvenes que, muy gustosamente, se dejaron socarrimar la piel hasta llegar a las entrañas. Las consecuencias de tan inmensa quemadura, una sonrisa de oreja a oreja después de dos horas de cocción.
Y no fue un fuego lento, un xup – xup de ir tirando. Todo al contrario, fue directo a quemar todo el que se encontraba por delante, con una calidad de sonido inmejorable y posiblemente la mejor escenografía que en un concierto al aire libre se ha visto nunca en Mataró. Un fondo que por instantes recordaba las gradas del Liceo barcelonés y daban amplitud a la escena, desde el que surgían mil efectos de luz e imágenes que bailaban al sonido de las canciones, con un predominio claro del rojo y el negro, y dos pantallas gigantes a ambos lados con una más que correcta realización de las imágenes. Y es que el dúo formado por Amaral y Juan Aguirre se ha tomado muy seriamente esto del título de su último disco, Gato Negro / Dragón Rojo, y todo lo hacen jugar alrededor de este concepto.
El dragón se impuso claramente al gato en esta lucha desigual. Eva Amaral lo dio todo arriba del escenario, sintiendo cada una de las canciones, como así tiene que ser. Una intérprete completa que conecta con el público y lo hace participar de las canciones. Se puede poner en cuestión una cierta "OTització" de su manera de hacer, y te imaginas al director de tan famosa academia diciéndole aquello de "siéntelo, deja salir tose emocionas". Hombre, no hay que cantar un tema, tal y como hizo, arrodillada y mirando al cielo como si rezara. Pero todo esto se perdona por la calidad de su voz, muy personal y sobrada de registros.
Pocos grandes éxitos faltaron. A pesar de que el último disco hubiera podido ocupar prácticamente todo el repertorio, puesto que se incluyen hasta diecinueve canciones, el cierto es que hubo otras muchas canciones protagonistas. Sonaron Estrella de mar, con la pareja sola a escena y con Aguirre inmenso con una acústica de doce cuerdas; El universo sobre mí, que provocó el primero gran delirio de la noche; Sin ti no soy nada, en que una oportuna ráfaga de viento todavía hizo más atractiva la imagen de Eva Amaral con los cabellos ondeando; o la más adolescente pero conegudíssima Marta, Sebas, Guillo y losdemás , aquella que recuerda como pasaban las horas con sus amigos. El cantante Shuarma – "nuestro profesor de catalán", según Eva Amaral – apareció por sorpresa para cantar plegados Cómo hablar, en un dúo bastante exitoso.
En definitiva, Amaral se encuentra en un momento muy dulce de su carrera y con la madurez justa que se echaba de menos en algunas partes de sus primeros trabajos. El público lo agradeció vibrando cómo si de la segunda Noche Loca de estas fiestas se tratara.
Atrasos y colas
Y esto que los asistentes tenían motivos para estar encendidos, pero en este caso en un sentido muy diferente. A la llegada al recinto unos carteles anunciaban que el concierto no se iniciaría hasta 2/4 de 11, cuando estaba programado para 2/4 de 10. Las puertas sí que se abrirían una hora antes, pero los ensayos y ajustes técnicos se alargaron más de la cuenta, y no era hasta las 11 que sonaban los primeros acuerdos. La cola que se formó fue inmensa: daba la vuelta a todo el campo de fútbol y se alargaba hacia el C/ Marathon, además en obras y pleno de obstáculos, y más allá, ante la sorpresa de los vecinos que apenas podían acceder a sus viviendas. Los controles para entrar al espacio eran más propios de un aeropuerto que de un concierto.
Pero este no fue el único elemento que iba dirigido a estropear la noche. Misteriosamente, y sin que viniera anunciado en ningún programa, alguien ordenó que la entrada adquirida a taquilla se subía hasta los 32 €, cuando el precio establecido por todas partes, independientemente de si era anticipada o no, era de 28 €. Una organización, pues, que dejó mucho que desear, y que por suerte el éxito de la música, que dicen que puede curar todos los males, hizo perdonar.
Y no fue un fuego lento, un xup – xup de ir tirando. Todo al contrario, fue directo a quemar todo el que se encontraba por delante, con una calidad de sonido inmejorable y posiblemente la mejor escenografía que en un concierto al aire libre se ha visto nunca en Mataró. Un fondo que por instantes recordaba las gradas del Liceo barcelonés y daban amplitud a la escena, desde el que surgían mil efectos de luz e imágenes que bailaban al sonido de las canciones, con un predominio claro del rojo y el negro, y dos pantallas gigantes a ambos lados con una más que correcta realización de las imágenes. Y es que el dúo formado por Amaral y Juan Aguirre se ha tomado muy seriamente esto del título de su último disco, Gato Negro / Dragón Rojo, y todo lo hacen jugar alrededor de este concepto.
El dragón se impuso claramente al gato en esta lucha desigual. Eva Amaral lo dio todo arriba del escenario, sintiendo cada una de las canciones, como así tiene que ser. Una intérprete completa que conecta con el público y lo hace participar de las canciones. Se puede poner en cuestión una cierta "OTització" de su manera de hacer, y te imaginas al director de tan famosa academia diciéndole aquello de "siéntelo, deja salir tose emocionas". Hombre, no hay que cantar un tema, tal y como hizo, arrodillada y mirando al cielo como si rezara. Pero todo esto se perdona por la calidad de su voz, muy personal y sobrada de registros.
Pocos grandes éxitos faltaron. A pesar de que el último disco hubiera podido ocupar prácticamente todo el repertorio, puesto que se incluyen hasta diecinueve canciones, el cierto es que hubo otras muchas canciones protagonistas. Sonaron Estrella de mar, con la pareja sola a escena y con Aguirre inmenso con una acústica de doce cuerdas; El universo sobre mí, que provocó el primero gran delirio de la noche; Sin ti no soy nada, en que una oportuna ráfaga de viento todavía hizo más atractiva la imagen de Eva Amaral con los cabellos ondeando; o la más adolescente pero conegudíssima Marta, Sebas, Guillo y losdemás , aquella que recuerda como pasaban las horas con sus amigos. El cantante Shuarma – "nuestro profesor de catalán", según Eva Amaral – apareció por sorpresa para cantar plegados Cómo hablar, en un dúo bastante exitoso.
En definitiva, Amaral se encuentra en un momento muy dulce de su carrera y con la madurez justa que se echaba de menos en algunas partes de sus primeros trabajos. El público lo agradeció vibrando cómo si de la segunda Noche Loca de estas fiestas se tratara.
Atrasos y colas
Y esto que los asistentes tenían motivos para estar encendidos, pero en este caso en un sentido muy diferente. A la llegada al recinto unos carteles anunciaban que el concierto no se iniciaría hasta 2/4 de 11, cuando estaba programado para 2/4 de 10. Las puertas sí que se abrirían una hora antes, pero los ensayos y ajustes técnicos se alargaron más de la cuenta, y no era hasta las 11 que sonaban los primeros acuerdos. La cola que se formó fue inmensa: daba la vuelta a todo el campo de fútbol y se alargaba hacia el C/ Marathon, además en obras y pleno de obstáculos, y más allá, ante la sorpresa de los vecinos que apenas podían acceder a sus viviendas. Los controles para entrar al espacio eran más propios de un aeropuerto que de un concierto.
Pero este no fue el único elemento que iba dirigido a estropear la noche. Misteriosamente, y sin que viniera anunciado en ningún programa, alguien ordenó que la entrada adquirida a taquilla se subía hasta los 32 €, cuando el precio establecido por todas partes, independientemente de si era anticipada o no, era de 28 €. Una organización, pues, que dejó mucho que desear, y que por suerte el éxito de la música, que dicen que puede curar todos los males, hizo perdonar.