El bar Mac Gyver, situado a Ronda Cree de Piedra del barrio de Vista Alegre, es el típico establecimiento barriobajero, presidido por una barra de chapa platejada que ve pasar durante el día multitud de vasos, tazas y platos. Cómo también es habitual, de una de las paredes cuelgan media docena de jamones de aquellos para lamerse los dedos. Pero este bar, en otro rincón, tiene colgadas fotografías y recortes de prensa de una torera. Pero no es una torera cualquiera. Es la mataronina Elisabeth Piñero, la única catalana que aprende actualmente a hacer de torero en una escuela de Bellvitge. En Mataró es una desconocida, pero el hecho es que empieza a despuntar y que últimamente le han hecho entrevistas en Canal y a Televisión Española.
A propuesta de ella misma, la revista Mataró Report decidió llevar a cabo la entrevista en público de este mes un acto abierto a todo el mundo- en este establecimiento, que es un tipo de club de fans de Piñero. Eran las ocho y media del anochecer y a pesar de que al empezar los familiares de la torero eran mayoría, a la hora de acabar una treintena de personas llenaban el local.
El primero que queda claro, al sentirla, es que esto no va en broma si es que alguien se lo pensaba-. Elisabeth Piñero asegura que se despierta y piensa en el toro, come y sigue pensando en él y va a dormir pensando todavía con el animal. Vive por los toros, vaya. No es una simple afección y mucho menos una extravagància-. Ella se lo toma de una forma completamente vocacional, a pesar de considerarse una persona totalmente normal. Habla con mucho convencimiento, mucha firmeza y suelta frases que denotan el dulce momento en que se encuentra: No sueño con mi vida, vivo mi sueño.
Uno de los momentos más penetrantes fue cuando Piñero manifestó ser consciente que probablemente un día tendrá una cogida: Lo sé, y sé que me podría matar, dijo con seguridad. Justo en aquel momento la casualidad hizo que las palabras de Piñero coincidieran con las imágenes de la embestida que la torero sufrió a Cenicero, un pequeño pueblecito cerca de Logroño, hace unas semanas, grabadas por un familiar y que el barman tuvo la amabilidad de proyectar en sustitución del partido de fútbol que disputaba el Real Madrid.
Mientras la plancha del establecimiento iba tirando xup-xup y un hombre grababa con su cámara de vídeo el transcurso de la entrevista, Piñero fue desgranando qué es el que la impulsa a aprender este oficio. Lo hacía con una voz repuesta, convencida de sí misma y con una abundancia de vocabulario específico que en algunos momentos impedía seguirla del todo. Es la única catalana que se dedica a torear, pero en España tampoco hay demasiadas chicas que aprendan este oficio, actualmente son unas quince o veinte. Y se ve que en España se sorprenden fuerza de encontrar una catalana como ella haciendo de torera.
Es muy difícil hablar de toros con alguien que entienda, en Cataluña, dijo uno de los amigos y conocidos de la torero en el turno de palabras abierto después de que Ivan San Antonio hubiera dado por acabado el interrogatorio al cual lo había sometido. A mica en mica, la treintena de asistentes han ido convirtiendo el turno de preguntas con una tertulia sobre el mundo de los toros, y se recordó que por ejemplo en Mataró hubo una plaza de toros desde 1894 hasta el 1906, cosa que seguramente muchos ciudadanos desconocen.
La entrevista acabó de una forma inusual: con la protagonista pidiendo un aplauso por los miembros de la revista presentes al establecimiento, no porque lo hubieran hecho muy bien sino por haber tenido el detalle de recordarse de esta mataronina. Cómo si nadie le fés caso, en casa suya. Ya se sabe. Nadie es profeta en su tierra... y menos si se dedica al polémico arte de torear.
A propuesta de ella misma, la revista Mataró Report decidió llevar a cabo la entrevista en público de este mes un acto abierto a todo el mundo- en este establecimiento, que es un tipo de club de fans de Piñero. Eran las ocho y media del anochecer y a pesar de que al empezar los familiares de la torero eran mayoría, a la hora de acabar una treintena de personas llenaban el local.
El primero que queda claro, al sentirla, es que esto no va en broma si es que alguien se lo pensaba-. Elisabeth Piñero asegura que se despierta y piensa en el toro, come y sigue pensando en él y va a dormir pensando todavía con el animal. Vive por los toros, vaya. No es una simple afección y mucho menos una extravagància-. Ella se lo toma de una forma completamente vocacional, a pesar de considerarse una persona totalmente normal. Habla con mucho convencimiento, mucha firmeza y suelta frases que denotan el dulce momento en que se encuentra: No sueño con mi vida, vivo mi sueño.
Uno de los momentos más penetrantes fue cuando Piñero manifestó ser consciente que probablemente un día tendrá una cogida: Lo sé, y sé que me podría matar, dijo con seguridad. Justo en aquel momento la casualidad hizo que las palabras de Piñero coincidieran con las imágenes de la embestida que la torero sufrió a Cenicero, un pequeño pueblecito cerca de Logroño, hace unas semanas, grabadas por un familiar y que el barman tuvo la amabilidad de proyectar en sustitución del partido de fútbol que disputaba el Real Madrid.
Mientras la plancha del establecimiento iba tirando xup-xup y un hombre grababa con su cámara de vídeo el transcurso de la entrevista, Piñero fue desgranando qué es el que la impulsa a aprender este oficio. Lo hacía con una voz repuesta, convencida de sí misma y con una abundancia de vocabulario específico que en algunos momentos impedía seguirla del todo. Es la única catalana que se dedica a torear, pero en España tampoco hay demasiadas chicas que aprendan este oficio, actualmente son unas quince o veinte. Y se ve que en España se sorprenden fuerza de encontrar una catalana como ella haciendo de torera.
Es muy difícil hablar de toros con alguien que entienda, en Cataluña, dijo uno de los amigos y conocidos de la torero en el turno de palabras abierto después de que Ivan San Antonio hubiera dado por acabado el interrogatorio al cual lo había sometido. A mica en mica, la treintena de asistentes han ido convirtiendo el turno de preguntas con una tertulia sobre el mundo de los toros, y se recordó que por ejemplo en Mataró hubo una plaza de toros desde 1894 hasta el 1906, cosa que seguramente muchos ciudadanos desconocen.
La entrevista acabó de una forma inusual: con la protagonista pidiendo un aplauso por los miembros de la revista presentes al establecimiento, no porque lo hubieran hecho muy bien sino por haber tenido el detalle de recordarse de esta mataronina. Cómo si nadie le fés caso, en casa suya. Ya se sabe. Nadie es profeta en su tierra... y menos si se dedica al polémico arte de torear.