Hay un poema de Rimbaud, Democracia", que escrito en el siglo XIX ya denuncia el espíritu de conquista del que se autodenomina régimen democrático. Siempre lo pongo como ejemplo para estos conversos que con convicción no paran de enaltecer las grandezas y glorias de la paradeta de feria institucional, los derechos escritos en papel mojado que valen de cara a la galería, pero no en su esencia más sutil y profunda.
Otro rebelde incurable, Josep Pla, ya nos avisaba que después del franquismo aparecerían demócratas incluso bajo las piedras, donde no había habido. Y verdaderamente surgieron muchos de los cuales en pleno régimen dictatorial eran los primeros al mostrar su adhesión. Pero en el fondo –aseguraban– lo hacían para luchar contra el sistema desde dentro.
La democracia actual, la que vivimos, no se contrapone al fascismo, en la dictadura, sino a un concepto de evolución de la propia democracia. Nos conformamos con el plato exiguo que tenemos porque nos matxaquen con el miedo que lo podemos perder y que vendrá una cosa peor. No nos engañamos, es el viejo cuento de la llegada del lobo. Mientras, una minoría supuestamente sacrificada y al servicio de la comunidad, nos hace el favor de gestionar la paradeta porque hipotéticamente vamos mejor.
La transformación verdadera aparece cuando el individuo se implica y reclama, no acepta que le vendan la película ya montada y crea su propio relato. Esto no es fácil, es ir contracorriente, subir río a montón, pero en el fondo el verdadero motor que permite evolucionar socialmente.
Otro rebelde incurable, Josep Pla, ya nos avisaba que después del franquismo aparecerían demócratas incluso bajo las piedras, donde no había habido. Y verdaderamente surgieron muchos de los cuales en pleno régimen dictatorial eran los primeros al mostrar su adhesión. Pero en el fondo –aseguraban– lo hacían para luchar contra el sistema desde dentro.
La democracia actual, la que vivimos, no se contrapone al fascismo, en la dictadura, sino a un concepto de evolución de la propia democracia. Nos conformamos con el plato exiguo que tenemos porque nos matxaquen con el miedo que lo podemos perder y que vendrá una cosa peor. No nos engañamos, es el viejo cuento de la llegada del lobo. Mientras, una minoría supuestamente sacrificada y al servicio de la comunidad, nos hace el favor de gestionar la paradeta porque hipotéticamente vamos mejor.
La transformación verdadera aparece cuando el individuo se implica y reclama, no acepta que le vendan la película ya montada y crea su propio relato. Esto no es fácil, es ir contracorriente, subir río a montón, pero en el fondo el verdadero motor que permite evolucionar socialmente.