El concierto que ofreció el cantaor Juan Cortés, Duquende, sábado día 6 al Teatro Monumental pinchó en número de público, pero no en la calidad y la intensidad de la propuesta. Cerca de un centenar de personas se reunieron al teatro mataroní, que presentó una imagen bastante desalmada para recibir una de las máximas estrellas actuales del flamenco, considerada por algunos como el sucesor del mítico Camarón de la Isla.
Duquende, nacido en Sabadell en 1965, basó buena parte de su concierto en el material de su último disco, Mí forma de vivir. Lo hizo con una puesta en escena muy parca, acompañado tanto sólo por un caixó flamenco y por el guitarrista Juan Gómez, Chicuelo, una otro nombre importante del nuevo flamenco, que ha tenido una participación destacada en el último trabajo discográfico del cantaor catalán.
Con una voz muy personal, a pesar de que con ecos que recordaban a Camarón, Duquende desgranó canciones de Mí forma de vivir, como Andar y andar, Sombras, o Bulería del limón, además de recuperar temas de algunos de sus álbumes anteriores, siempre puntejats por una creativa guitarra de Chicuelo en permanente diálogo con el caixó flamenco.
Corto pero intenso
El entusiasmo del público creció según avanzaba el concierto, dedicando largas ovaciones a las últimas canciones. La intensidad con qué Duquende interpretó cada una de las canciones tuvo un precio, la corta duración del concierto; tanto sólo una hora, bis incluido.
Duquende, nacido en Sabadell en 1965, basó buena parte de su concierto en el material de su último disco, Mí forma de vivir. Lo hizo con una puesta en escena muy parca, acompañado tanto sólo por un caixó flamenco y por el guitarrista Juan Gómez, Chicuelo, una otro nombre importante del nuevo flamenco, que ha tenido una participación destacada en el último trabajo discográfico del cantaor catalán.
Con una voz muy personal, a pesar de que con ecos que recordaban a Camarón, Duquende desgranó canciones de Mí forma de vivir, como Andar y andar, Sombras, o Bulería del limón, además de recuperar temas de algunos de sus álbumes anteriores, siempre puntejats por una creativa guitarra de Chicuelo en permanente diálogo con el caixó flamenco.
Corto pero intenso
El entusiasmo del público creció según avanzaba el concierto, dedicando largas ovaciones a las últimas canciones. La intensidad con qué Duquende interpretó cada una de las canciones tuvo un precio, la corta duración del concierto; tanto sólo una hora, bis incluido.