Ni Museo Bassat, ni Can Arenas, ni Can Xalant, ni figuración, abstracción o contemporaneidad ni... En Mataró sólo existe un tema artístico que genere debate público y este es el Cartel de Las Santas que cómo siempre ha llegado puntualmente, este año de la mano de Mònica Vilert que es su autora.
El cartel de Mònica Vilert responde perfectamente a la idiosincrasia artística de su creadora. De acá el momento en que se conoció su nombre como artista escogida todo el mundo que conociera su concepto artístico, abasto estructurado en su brillante trayectoria, sabía que el resultado final iría por caminos en los que caben muchas de las palabras que ya se han dicho sobre su trabajo como sutil, minimalista, poético, elegante, rítmico, etc... calificativos que siempre se han escaigut en ella .
Ahora reúne todos estos conceptos a los que añade el del gesto y el ritmo para estructurar un trabajo suave en el fondo y la forma, en la que la ductilidad de las ceras y el grafito, difícil de captar en la reproducción fotográfica, convierte en una mirada poética de movimiento con todo el tipo de lecturas que comporta, que más bien nos trae a la otra cara de la fiesta, la de la suavidad, frescura y tranquilidad, ante la más habitual de la gresca y el desmadre.
Dejando de lado el anecdotari de la capa de la giganta, historia oportuna para contentar al mayoritario grueso de ciudadanos que erróneamente precisan de una iconografía localista para poderse hacer suyo el cartel, Mònica Vilert ejecuta un habilidoso ejercicio plástico en el equilibrio de espacios, ritmos y colores, con la coletilla de la perfecta inclusión, que casi se podría calificar como fusión, de la tipografía que refuerza el sentido de movimiento efectuado con toda gracilitat.
Quizás por algunos la obra de Vilert, que evidentemente se placiendo a la vista, puede pecar de sosa o blanda en su consideración de cartel. Podría ser un elemento a considerar si no fuera que el cartel de Las Santas es un cartel diferente, que casi se mueve en el sentido del anti cartel, puesto que no responde a las condiciones habituales de los mismos puesto que en este caso se trata de anunciar un acto conocido de todos, y hacerlo justamente a todos aquellos que ya lo conocen.
Quizás la clave está en no acabar de entender que en Mataró, tal y cómo se hace en otras ciudades como Barcelona, Lleida ( después de muchos años de concurso) y otros, ha elegido de entre muchas la mejor y más inteligente opción y a la vez la más controvertida, como lo es la de encomendar directamente el cartel a un artista y por lo tanto pedirle su visión personal y particular de la Fiesta.
Esto nos permite saltar del grafismo plagiado de Rosales al rupturisme contemporáneo de Anson, pasando por la nueva figuración de Prat, y llegar hoy a la subtilitat poética de Vilert, confegint una diversidad de conceptos que responden en conjunto a la misma diversidad consustancial de la fiesta.
Por eso hay que entender el cartel como el que realmente es, una visión personal, y por encima de todo rehuir de esta derivación errónea de considerarlo tan sólo como elemento generador de la estética de todo tipo de elementos encabezados por la camiseta conmemorativa.
Es por eso que este año nos encontramos ante un buen cartel del que estoy convencido gustará más con el paso del tiempo y que además permitirá un conjunto de accesorios rellenados de sus mismas virtudes.
Por lo tanto, Felicidades Mònica.
El cartel de Mònica Vilert responde perfectamente a la idiosincrasia artística de su creadora. De acá el momento en que se conoció su nombre como artista escogida todo el mundo que conociera su concepto artístico, abasto estructurado en su brillante trayectoria, sabía que el resultado final iría por caminos en los que caben muchas de las palabras que ya se han dicho sobre su trabajo como sutil, minimalista, poético, elegante, rítmico, etc... calificativos que siempre se han escaigut en ella .
Ahora reúne todos estos conceptos a los que añade el del gesto y el ritmo para estructurar un trabajo suave en el fondo y la forma, en la que la ductilidad de las ceras y el grafito, difícil de captar en la reproducción fotográfica, convierte en una mirada poética de movimiento con todo el tipo de lecturas que comporta, que más bien nos trae a la otra cara de la fiesta, la de la suavidad, frescura y tranquilidad, ante la más habitual de la gresca y el desmadre.
Dejando de lado el anecdotari de la capa de la giganta, historia oportuna para contentar al mayoritario grueso de ciudadanos que erróneamente precisan de una iconografía localista para poderse hacer suyo el cartel, Mònica Vilert ejecuta un habilidoso ejercicio plástico en el equilibrio de espacios, ritmos y colores, con la coletilla de la perfecta inclusión, que casi se podría calificar como fusión, de la tipografía que refuerza el sentido de movimiento efectuado con toda gracilitat.
Quizás por algunos la obra de Vilert, que evidentemente se placiendo a la vista, puede pecar de sosa o blanda en su consideración de cartel. Podría ser un elemento a considerar si no fuera que el cartel de Las Santas es un cartel diferente, que casi se mueve en el sentido del anti cartel, puesto que no responde a las condiciones habituales de los mismos puesto que en este caso se trata de anunciar un acto conocido de todos, y hacerlo justamente a todos aquellos que ya lo conocen.
Quizás la clave está en no acabar de entender que en Mataró, tal y cómo se hace en otras ciudades como Barcelona, Lleida ( después de muchos años de concurso) y otros, ha elegido de entre muchas la mejor y más inteligente opción y a la vez la más controvertida, como lo es la de encomendar directamente el cartel a un artista y por lo tanto pedirle su visión personal y particular de la Fiesta.
Esto nos permite saltar del grafismo plagiado de Rosales al rupturisme contemporáneo de Anson, pasando por la nueva figuración de Prat, y llegar hoy a la subtilitat poética de Vilert, confegint una diversidad de conceptos que responden en conjunto a la misma diversidad consustancial de la fiesta.
Por eso hay que entender el cartel como el que realmente es, una visión personal, y por encima de todo rehuir de esta derivación errónea de considerarlo tan sólo como elemento generador de la estética de todo tipo de elementos encabezados por la camiseta conmemorativa.
Es por eso que este año nos encontramos ante un buen cartel del que estoy convencido gustará más con el paso del tiempo y que además permitirá un conjunto de accesorios rellenados de sus mismas virtudes.
Por lo tanto, Felicidades Mònica.