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La Nieves (a la derecha) con su hija Ainhoa y la Beth, una de las logopedas del centro

E. Castarnado

'El CDIAP nos enseñó a ponernos en la piel de nuestro hijo'

El Centro de Desarrollo Infantil y Atención Precoz del Maresme trae 25 años ayudando los niños y sus familias

Uno de los primeros dibujos que hizo en Jaume fue una casa partida en dos. Sus padres lo adoptaron cuando era muy pequeño y tenía dificultados para adaptarse a la nueva situación. La psicóloga Irene Burriel, que lo trató de los 3 a los 6 años al CDIAP de Mataró, explica que el proceso de adopción es muy complejo emocionalmente: "Los niños adoptados han sufrido una separación muy fuerte al inicio de la vida, no han tenido un vínculo materno-filial, y lo expresan a su manera". En Jaume tenía "dificultados para hablar, rabietes explosivas y problemas para tolerar la norma y relacionarse". 

La terapia en el centro transcurre siempre en un ambiente lúdico: "Los niños expresan con el juego todo el que no pueden expresar verbalmente y en Jaume es especialmente sensible en este sentido". Su familia también tuvo que poner de su parte, como explica la madre: "Nos enseñaron a ponernos en la piel de nuestro hijo, a entender su comportamiento y sus motivos". La psicóloga habló incluso con la escuela: "Tenían que entender que no podían exigirle el mismo que a los otros niños, que si, por ejemplo, se negaba a cambiar de silla no era por desobediencia sino porque se aferraba a un objeto que le daba seguridad después de haber sufrido tantos cambios". Ahora en Jaume tiene siete años y su madre está encantada con el servicio: "Cuando un padre se desborda tiene que acudir a un terapeuta, porque un padre desbordado no ayuda su hijo".   

Los padres de Ainoa también estaban preocupados por su desarrollo. Sólo tenía tres meses cuando la trajeron por primera vez al CDIAP. "No sabíamos que existiera este servicio, nos lo recomendó el pediatra", explica la madre, Neus Garcia. La niña tenía una torticolis congénita y la trató la fisioterapeuta Teresa Arenas. Dos años después se dieron cuenta que no hablaba: "El maestro decía que se reprochaba mucho, ella sabía que hablaba mal y cómo que es muy tímida se cerraba en ella misma". La Nieves decidió traerla otro golpe al centro, y la logopeda Elisabeth Dulcet inició un tratamiento. 

El retraso del lenguaje de Ainoa provenía de un problema de discriminación auditiva provocado por mucositat al oído. "Además de enviarla al otorrino, teníamos que trabajar el habla, porque si has sentido mal durante tanto de tiempo tienes que volver a grabar todo el que habías asimilado", dice Dulcet. En estos casos los padres tienen que ayudar a inculcar unos hábitos de trabajo para aumentar la capacidad de atención de su hijo: "La madre asistía a la sesión y así podía reforzar la terapia en casa dando a su hija un rutina que la haría sentir más segura". A pesar de que todavía no ha acabado el tratamiento, Ainoa ya no tiene miedo de equivocarse y se comunica mucho mejor.

Un trabajo multidisciplinar
"El CDIAP está dirigido a cualquier familia preocupada por el desarrollo de su hijo, no sólo los casos graves sino también los niños que están inquietos o tienen dificultades para hablar, moverse o relacionarse", explica la coordinadora Laia Serras. Se trata de un servicio público adscrito a la Fundación Maresme donde pueden ir niños hasta los seis años pero hace falta que empiecen la terapia antes de los cuatro. El primer paso cuando llegan al centro es hacer una acogida a la familia y posteriormente una rueda diagnóstica en que profesionales de diferentes disciplinas valoren el caso. "Trabajamos en equipo para contrastar opiniones y acordar un tratamiento personalizado", comenta Serras. La comunicación con los padres es esencial: "Las familias llegan en un momento difícil, por eso tenemos que ser muy sensibles y dedicarlos mucho tiempo".

 

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