Una personalidad de la cultura mexicana, catalanòfil y catalanista, ha estado en casa nuestra. El 9 de noviembre al bar El Público José María Murià llenó la sala de fraternidad mexicano-catalana, en un acto organizado conjuntamente con Òmnium Mataró-Maresme. J. M. Murià (Ciudad de México, 1942), historiador, catedrático, articulista y museògraf, es hijo del escritor Josep M. Murià y Anna Rouret, y sobrino de la también escritora Anna Murià y de su esposo, el poeta Agustí Bartra, todos exiliados en México.
Murià ha sido presidente del acreditado Colegio de Jalisco (Guadalajara), profesor otros centros y profesor visitando de las universidades de Monterrey, Baja California, Puerto Rico y la reconocida UNAM. Es miembro de la Academia de la Historia de México, donde ingresó con un discurso sobre Centralismo e historia'. Como investigador ha estudiado la historia del Estado de Jalisco, la Nueva Galicia, Bartolomé de las Casas, la colonización del país y el desarrollo del tequila, entre otras materias.
Empezó su intervención leyendo (con su acento mexicano) un poema de Pablo Neruda dedicado a la acogida que dispensó el país azteca a los refugiados españoles después de la Guerra. Y recordando a continuación (con su excelente catalán) que México recibió unos cien mil republicanos, más que todos los otros países juntos (Argentina, Chile, Venezuela, Cuba), gracias a la política del presidente Lázaro Cárdenas.
Situados en el año Sales-Calders-Tísner, definió Pere Calders cómo uno de los más grandes escritores catalanes del siglo XX, del cual las mejores obras son ambientadas en su país, como Gente del alto valle' y Aquí descansa Nevares'. A Tísner lo definió como el más mexicanista del escritores catalanes, y dijo que -contrariamente en Calders- se arrepintió de haber vuelto a Cataluña. Este era un debate bien vive entre los exiliados: volver o no volver al país de origen; qué era mejor? resistir desde fuera o luchar desde dentro.
Murià tuvo un papel destacado cuando la cultura catalana fue la invitada de honor a la Feria del Libro de Guadalajara el 2004. Y el Once de septiembre de 2009, con motivo del otorgamiento de la Medalla de Oro de la Generalitat al Pueblo de México, fue el encargado de pronunciar un emotivo discurso de agradecimiento al Palau de la Generalitat.
Me gustaría acabar recordando unos mataronins que intentaron ir a México después de 1939, puesto que no hubo ocasión de hacerlo durante el acto. Algunos no lo consiguieron, como el sindicalista Joan Peiró, que pidió y obtuvo asilo político, pero no se pudo trasladar. El diputado socialista Jaume Comas el abril de 1940 disponía de un pasaporte para ir, pero el barco no pudo salir del puerto de Le Havre, ocupado ya por los alemanes. En cambio, el diputado de ERC Joaquim Bilbeny sí que llegó y se estableció hasta el finales de sus días.
Murià ha sido presidente del acreditado Colegio de Jalisco (Guadalajara), profesor otros centros y profesor visitando de las universidades de Monterrey, Baja California, Puerto Rico y la reconocida UNAM. Es miembro de la Academia de la Historia de México, donde ingresó con un discurso sobre Centralismo e historia'. Como investigador ha estudiado la historia del Estado de Jalisco, la Nueva Galicia, Bartolomé de las Casas, la colonización del país y el desarrollo del tequila, entre otras materias.
Empezó su intervención leyendo (con su acento mexicano) un poema de Pablo Neruda dedicado a la acogida que dispensó el país azteca a los refugiados españoles después de la Guerra. Y recordando a continuación (con su excelente catalán) que México recibió unos cien mil republicanos, más que todos los otros países juntos (Argentina, Chile, Venezuela, Cuba), gracias a la política del presidente Lázaro Cárdenas.
Situados en el año Sales-Calders-Tísner, definió Pere Calders cómo uno de los más grandes escritores catalanes del siglo XX, del cual las mejores obras son ambientadas en su país, como Gente del alto valle' y Aquí descansa Nevares'. A Tísner lo definió como el más mexicanista del escritores catalanes, y dijo que -contrariamente en Calders- se arrepintió de haber vuelto a Cataluña. Este era un debate bien vive entre los exiliados: volver o no volver al país de origen; qué era mejor? resistir desde fuera o luchar desde dentro.
Murià tuvo un papel destacado cuando la cultura catalana fue la invitada de honor a la Feria del Libro de Guadalajara el 2004. Y el Once de septiembre de 2009, con motivo del otorgamiento de la Medalla de Oro de la Generalitat al Pueblo de México, fue el encargado de pronunciar un emotivo discurso de agradecimiento al Palau de la Generalitat.
Me gustaría acabar recordando unos mataronins que intentaron ir a México después de 1939, puesto que no hubo ocasión de hacerlo durante el acto. Algunos no lo consiguieron, como el sindicalista Joan Peiró, que pidió y obtuvo asilo político, pero no se pudo trasladar. El diputado socialista Jaume Comas el abril de 1940 disponía de un pasaporte para ir, pero el barco no pudo salir del puerto de Le Havre, ocupado ya por los alemanes. En cambio, el diputado de ERC Joaquim Bilbeny sí que llegó y se estableció hasta el finales de sus días.