"La gente no tendría que tener miedo de nosotros, somos personas", así de firme es el mensaje de José Luís González, un mataroní enfermo de SIDA, que este sábado, el día siguiente del Día Internacional de esta enfermedad, saldrá a las calles de Mataró para concienciar los ciudadanos de dos elementos: respeto y prevención. El SIDA, un virus que destruye las defensas inmunitarias del organismo, fue descubierta a inicios de la década de los años 80, justo cuando se pensaba que se habían acabado definitivamente las enfermedades infecciosas. Desde entonces, se han realizado miles de campañas informativas sobre la enfermedad, ha habido mejoras especialmente en el tratamiento de los enfermos, pero estas dos principales reivindicaciones de los afectados y de las asociaciones dedicadas a este tema continúan vigentes.
Los enfermos de SIDA siguen sintiéndose rechazados por la sociedad. "El SIDA todavía es una enfermedad socialmente no aceptada y tabú y erróneamente es relaciona con comportamientos no muy ver como puede ser la drogodependencia o la homosexualidad", explica Judith Ruiz, trabajadora Social del Ámbito Prevención-Maresme, entidad especializada en esta enfermedad. Por los enfermos, soportar este rechazo resulta psicológicamente muy doloroso. "De repente me quedé sin amigos", explica González. Él, en este sentido, es uno de los afectados que mejor ha aceptado el contagio: "Se como la cogí, se como me tengo que comportar respete las otras personas, y , por lo tanto, no tengo porque avergonzarme de tener el Sida porque es una enfermedad como otra", dice González, aunque compramos que otras se escondan por miedo al rechazo.
Arriesgamos la salud
La segunda batalla de administraciones y entidades es la prevención, es decir, evitar, cómo ha sucedido los últimos años, el aumento del número de afectados. Hoy los nuevos enfermos son mayoritariamente heterosexuales de entre 30 y 40 años, franja de edad en que se realiza el diagnóstico aunque el contagio puede haber sido muy anterior. "La mayoría de la gente todavía piensa: 'A mí no me pasará nunca' y jugamos con el riesgo", comenta González, quien, mediante un análisis de sangre, supo a inicios de los noventa que había contraído el SIDA. En parte, todavía se trata de un problema de carencia de información, "las campañas dicen que se tiene que usar el preservativo y esto la gente lo tiene claro, pero pocos saben algo más", asegura la trabajadora social; pero también es consecuencia "de la carece percepción del riesgo a la sociedad actual". "Tendríamos que pensar que tenemos relación con una persona, pero también con todas las personas que han estado en contacto con ella o él, por eso es tan importando hacerse la prueba", añade.
Si bien socialmente el concepción del Sida no avanza, en el campo médico si ha evolucionado positivamente: se han reducido el número de pastillas que un malaltat tiene que tomar cada día y los efectos secundarios son menores. "Ahora Sida ya no es igual a muerte, es una enfermedad crónica, pero esto no quiere decir que no sea una enfermedad grave", especifica Ruiz. Los enfermos, a pesar de algunas consecuencias de la medicación como cierta debilidad, pérdida de peso y gastroenteritis, pueden hacer una vida prácticamente normal pero siempre teniendo en cuenta que son más vulnerables a otras infecciones.
Coger conciencia
En Mataró, desde el año 1999, trabaja el Ámbito Prevención Maresme, una entidad especializada al organizar charlas y talleres informativos sobre el Sida para evitar la propagación. También, pero, apoyan las familias de los enfermos. "A veces los miembros del en torno al enfermo son quienes necesitan más apoyo, porque no saben como reaccionar o necesitan que alguien se los responda preguntas básicas necesarias por una convivencia segura", explica la trabajadora social de la entidad. Desde el despacho que el Ámbito de Prevención tiene en la sede de la Fundación Hospital se atienen todas las demandas, siempre gratuitamente y desde la más estricta confidencialidad, aunque a veces esta no es suficiente. "Muchas personas creen que si venden a pedir información la gente se pensará que son seropositivos y por eso van a Barcelona", lamenta Ruiz.
Los enfermos de SIDA siguen sintiéndose rechazados por la sociedad. "El SIDA todavía es una enfermedad socialmente no aceptada y tabú y erróneamente es relaciona con comportamientos no muy ver como puede ser la drogodependencia o la homosexualidad", explica Judith Ruiz, trabajadora Social del Ámbito Prevención-Maresme, entidad especializada en esta enfermedad. Por los enfermos, soportar este rechazo resulta psicológicamente muy doloroso. "De repente me quedé sin amigos", explica González. Él, en este sentido, es uno de los afectados que mejor ha aceptado el contagio: "Se como la cogí, se como me tengo que comportar respete las otras personas, y , por lo tanto, no tengo porque avergonzarme de tener el Sida porque es una enfermedad como otra", dice González, aunque compramos que otras se escondan por miedo al rechazo.
Arriesgamos la salud
La segunda batalla de administraciones y entidades es la prevención, es decir, evitar, cómo ha sucedido los últimos años, el aumento del número de afectados. Hoy los nuevos enfermos son mayoritariamente heterosexuales de entre 30 y 40 años, franja de edad en que se realiza el diagnóstico aunque el contagio puede haber sido muy anterior. "La mayoría de la gente todavía piensa: 'A mí no me pasará nunca' y jugamos con el riesgo", comenta González, quien, mediante un análisis de sangre, supo a inicios de los noventa que había contraído el SIDA. En parte, todavía se trata de un problema de carencia de información, "las campañas dicen que se tiene que usar el preservativo y esto la gente lo tiene claro, pero pocos saben algo más", asegura la trabajadora social; pero también es consecuencia "de la carece percepción del riesgo a la sociedad actual". "Tendríamos que pensar que tenemos relación con una persona, pero también con todas las personas que han estado en contacto con ella o él, por eso es tan importando hacerse la prueba", añade.
Si bien socialmente el concepción del Sida no avanza, en el campo médico si ha evolucionado positivamente: se han reducido el número de pastillas que un malaltat tiene que tomar cada día y los efectos secundarios son menores. "Ahora Sida ya no es igual a muerte, es una enfermedad crónica, pero esto no quiere decir que no sea una enfermedad grave", especifica Ruiz. Los enfermos, a pesar de algunas consecuencias de la medicación como cierta debilidad, pérdida de peso y gastroenteritis, pueden hacer una vida prácticamente normal pero siempre teniendo en cuenta que son más vulnerables a otras infecciones.
Coger conciencia
En Mataró, desde el año 1999, trabaja el Ámbito Prevención Maresme, una entidad especializada al organizar charlas y talleres informativos sobre el Sida para evitar la propagación. También, pero, apoyan las familias de los enfermos. "A veces los miembros del en torno al enfermo son quienes necesitan más apoyo, porque no saben como reaccionar o necesitan que alguien se los responda preguntas básicas necesarias por una convivencia segura", explica la trabajadora social de la entidad. Desde el despacho que el Ámbito de Prevención tiene en la sede de la Fundación Hospital se atienen todas las demandas, siempre gratuitamente y desde la más estricta confidencialidad, aunque a veces esta no es suficiente. "Muchas personas creen que si venden a pedir información la gente se pensará que son seropositivos y por eso van a Barcelona", lamenta Ruiz.