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Marc Plana

El turista inocente (Y)

El turismo se convierte en aventura sólo con una foto. Una de aquellas fotos donde hay tantos de animales que no caben a la imagen y los cocodrilos tienen que cogerse de una punta para no caer. “Aquí es cuando cogimos la barca, no os podéis perder la visita por la Amazonas”. El turista inocente se planta ante un comentario de este estilo y llena los vacíos con pura aventura, aquello extraordinario, aquel explorador que sale a la tele y que no tiene miedo de nada, aquello que el turista inocente nunca creería que podría hacer hasta el día que se planta en Río de Janeiro, preparado para cruzar el América latina y a punto de decir, “la aventura... es aixo la aventura”.

Y, de Rio, quinielas medio Brasil hasta Paraguay, el país olvidado del América latina. Te vas a Cafayate en bici. Paseas por el bosque emboirat de Amboró, donde la humedad ha cubierto de musgo todos y cada uno de los rincones. Quinielas los Andes desde San Pedro de Atacama hasta el Salar de Uyuni, pasando por geisers, lagos y desiertos agobiantes. Voces la puesta de sol desde un cayac en medio del Titicaca, haces un cinco mil a Paz, te pierdes por Lima, te paseas entre monos a Villa Tunari. Bolivia, “un país agarrado cono alambres”; Peru, la tierra de los incas. Y cuando llegas a la Amazonas, has dejado suficiente inocencia por el camino para entender que la aventura no existe. Que la realidad -siempre, en todas partes y antes de que todo- se anega en la vida cotidiana y que tiene que ser así. Que las cosas se enlazan las unas con las otras en un orden decepcionante y que la aventura es sólo una elige que hacemos desde el futuro cabe el pasado.

Desde Venezuela navegaremos por el Caribe hasta México. Hace tiempo que he aprendido a saber disfrutar de este viaje no sólo como si fuera un titular. Hace tiempo que relativitzo la frase, “no os podéis perder Roraima (o la isla del Bananal, o el lago de Cuipari o la desembocadura de la Orinoco)”. Porque el viaje se asembla más a hacer una foto a la unic condor que voces en una excursión donde tenías que ver a puñados, a llegar a un lugar donde sólo llegas siguiendo un guía y rodeado de turistas con gorras “Yo estuve en Potosí”. O a una mezcla matussera de momentos extraordinarios con sentimientos que no saldrán a ninguna narración, por cotidianos o inauditos para mezclarlos al mismo saco que la aventura. Que tengas que correr buscando un lavabo a todas y cada una de los escombros incas que visitas perque la barriga no te deja en paz, pasar la Navidad sola, conocer gente cada semana, encontrar lugares que te roban el corazón, dormir cada noche en una cama diferente, que la natura te sorprenda hasta las lágrimas, discutir cada precio, tener una conversación que recordarás siempre, descubrir la increíble atracción de los centros comerciales... Cosas que pasan unas con las otras y que no sacan ni un poco de mérito al viaje porque el viaje primero se vida y después viaje. Una foto se cómo la aventura. Sólo se puede explicar cuando has llegado a casa.

(El titol hace referencia a Nigel Barley, La antropoleg inocente) Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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