En Jose, de 42 años, acabó en la prisión debido a las deudas acumuladas por su adicción al juego. Hoy, plenamente recuperado ("a pesar de que de la ludopatia nunca te cures del todo", reconoce) hace vida normal, sin que la tentación vuelva a trucar a su puerta. "Hoy cuando veo una máquina escurabutxaques o un anuncio de una casa de apuestas me venden náuseas", constata este maresmenc, a quien su ludopatia le costó carísimo. "Sobre todo a mi familia", reconoce. En Jose se recuperó gracias a la tarea de Cristina Martínez, la psicóloga de la Unidad de Juego Patológico del Consorcio Sanitario del Maresme, y hoy, a pesar de que prefiere mantener un cierto anonimato, no tiene ningún problema al explicar su experiencia.
"Salía de trabajar, iba a casa, comía, me duchaba y me iba al casino, cada día hasta la madrugada
"De joven a mí no me faltaba de nada", recuerda en Jose, el padre del cual era multimillonario. "Si necesitaba 200.000 cáscaras iba al contable de su empresa y me las daba". Vivía a toda máquina, sin preocupaciones, cambiándose el coche cada año -la velocidad ha sido su otra adicción. Fue en este contexto cuando empezó a jugar. Primero a las máquinas escurabutxaques, y después al bingo. De allá, el gran salto al casino. "Aquello era la bomba", recuerda. empezó a ir con los amigos los fines de semana, pero rápidamente se convirtió en un hábito diario. "Salía de trabajar, iba a casa, comía, me duchaba y me iba al casino, cada día hasta la madrugada", explica en Jose, que entonces se consideraba, según sus propias palabras, un "jugador profesional.
Entonces, pero, en Jose ya no disponía de crédito infinito, puesto que su familia se va arruinar debido a la estafa del socio de su padre. El dinero que se gastaba al casino los ganaba haciendo de comercial. "Y de los bonos, sin falsa modestia", recuerda. Por sus manos se movían unos 90.000 euros al mes en facturación. Pero la nómina que extraía no era suficiente para pagarse los vicios. En varias ocasiones acumuló deudas que el suyo hacia la empresa le perdonó. Algo que es un error, según el propio Jose. "Hasta que no tocas fondo y nadie viene a salvarte, no sales", afirma. Su inventiva para conseguir más dinero lo trajo directamente a la estafa: adquirió una troqueladora y papel especial para falsificar las facturas de sus clientes. Pero las pérdidas, como suele pasar en el juego, superaban las ganancias, y llegó en su punto de acumular una deuda de más de 40.000 euros. Una deuda que, este golpe, su cabeza no le perdonó.
"Cuando ganas la euforia es impresionante, una subida de adrenalina bestial, y cada vez que pierdes, recuerdas la sensación y vuelves a jugar"
En Jose, consciente de su problema, se había inscrito en la lista oficial de ludòpates a la cual tienen acceso los responsables de casinos, bingos y establecimientos similares para evitarlos la entrada. Pero el adicció era demasiado fuerte y encontró una alternativa por saciar-la: el juego online. Se enganchó al póker por Internet. "Anónimo, desde casa, sin ninguna traba", recuerda el maresmenc, que jugó muy fuerte como ya hacía al casino -donde era casi una celebridad, lo trataban por el nombre y lo invitaban al que hiciera falta. "El problema del juego es que cuando ganas la euforia es impresionante, una subida de adrenalina bestial, y cada vez que pierdes, recuerdas la sensación de la victoria y vuelves", rememora. Y esto es el que lo trajo al abismo.
"Puñaladas en la ducha, tráfico de drogas, cuento con quién te juntas, la cela llena de escarabajos... La prisión es terrible"
El tratamiento
Más allá de la experiencia presidiària, que es un tratamiento de choque en sí, en Jose salió de su adicción a juego gracias a la Unidad de Juego Patológico del Hospital, donde fue enviado por su médico de cabecera. Hoy todavía se sigue viendo con su psicóloga, porque "esto no se cura nunca del todo", como él mismo dice. La clave fue trabajar hasta llegar en su punto que su cerebro rechazara automáticamente cualquier llamamiento a jugar. Los primeros meses fueron muy difíciles: no podía traer tarjetas de crédito ni dinero en metálico encima (su hermana le daba cada día la cantidad justa y todos los gastos las tenía que justificar) y su ordenador tenía "capados" los accesos a las webs de juego. En Jose también acudió a Jugadores Anónimos, donde compartió su experiencia con otras personas arruinadas económica y moralmente. [banner-AMP_6]