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Redacció

En resumidas cuentas

En Maragall llegó al plató de Tv3 hinchado y llamativo, después del mitin de Cornellà. Todavía le resonaba a los tímpanos el discurso oxigenado, valiendo, de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. El presidente extremeño le había dado algunos bonos titulares. Cómo lo del "nacionalismo barato" de Pujol y Aznar que "se retroalimenta". Incluso recorrió (inconscientemente?) a Lluís Llach, para decir que ahora es la hora de arrancar la estaca. Pero en Pasqual va a lo suyo, ya lo sabemos. De hecho, fue el único candidato bastante temerario para convocar un acto público dos horas antes del debate. No parece idea de sus asesores. Y a la hora de la verdad, le pesó el PSOE.

Sólo empezar, sacó la escoba. Él vendía a hablar del futuro, no del pasado. Quizás esperaba que con esto habría basta. Pero en Mas sabe bien que tiene que atacar el flanco de la desconfianza y la españolidad: cuando ustedes tenían mayoría absoluta cortaban las alas en Cataluña, hacía la canción. Y en Carod y en Piqué también se la sabían. En Maragall se lo escuchaba con cara de badoc. Por aquí me entra, por aquí me sale. Pero cuando en Mas sacó el tema Bono, se vio obligado a decir algo. Ni que fuera: "Paso de responder".

Tampoco quiso insinuarse a en Josep Lluís, a diferencia del que hizo a Artur: "Creo que podemos hacer cosas juntos de cara al futuro". En Pasqual, en cambio, fue directo a la amenaza: "El único que me preocupa es que se vuelvan a encontrar CiU y ERC, y bloqueen un cambio". Pero la novia los hace desear. Y los dos pretendientes se irritan, cada vez más.

Donde más cómodo lo encontré es en el discurso social. Este guion sí que se lo sabe. Lo ha sido repitiendo mitin detrás mitin, desde hace una semana. El problema es que él necesita tiempo para desahogarse, no tiene la réplica fulgurante de un Carod o incluso de un Cortijo. Las interrupciones del rival y la moderadora le aplastaban la guitarra.

Al discurset final, habló de "ilusión". Lástima que, como en Piqué, evitara mirar los espectadores a los ojos. En fin: siguiendo la tónica de la campaña, mucha ropa sucia y ningún golpe de efecto (de momento, todos han venido de fuera: Orejas, Bonos y Letizias). Todavía queda una semana para la esperanza.

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