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Hicham Bouricha

Fe musulmana, espíritu catalán

Cada día escuchamos noticias relacionadas con la fe musulmana: gestas de reconocidos deportistas musulmanes, personalidades importantes que hablan sobre la integración, o noticias de radicales que desconocen el verdadero significado del Islam. Pero, además de estos grupos, existen otras minorías que quizás no son tan visibles, pero que hacen un gran esfuerzo en su vida diaria para compaginar su fe musulmana y su espíritu catalán, me estoy refiriendo a los nuevo musulmanes o conversos. Los musulmanes no son sólo personas inmigrantes, sino que también hay personas autóctonas que han escogido el Islam como modo de vida. Dentro de este grupo encontramos a las catalanas que han abrazado el Islam. Se sienten orgullosas de ser catalanas y musulmanas, aunque la gente muchas veces se piensa que son extranjeras.

Estas conversas afirman que en ocasiones sufren las mismas dificultades que los inmigrantes: discriminación e incomprensión, aunque son catalanas de toda la vida. Reclaman madurez a la sociedad porque se puedan entender procesos de investigación espiritual como el que las ha abocado a escoger una religión diferente de la de sus padres. El hecho de abrazar el Islam no los ha dado un status social privilegiado, sino que más bien los ha comportado renuncias y, a veces incluso conflictos con su entorno.

Según el antropólogo Jordi Moreras, especializado en los colectivos musulmanes en Europa, a veces algunos conversos tienen una relación un poco difícil con los musulmanes que lo son de nacimiento, puesto que estos últimos los miran con recelo, y aquellos tienen que demostrar constantemente que son verdaderos creyentes. A su entorno familiar más cercano también suelen encontrar obstáculos e incomprensión.

Según estas nuevas musulmanas, el choque de civilizaciones es una falacia, motivo por el cual han escogido el diálogo como línea de trabajo constante. Su sueño es romper con los esquemas impuestos y reinventar un mundo donde la convivencia sea la norma. Tienen un fuerte sentimiento de pertenencia a ambdúes culturas, el occidental y la islámica, y por este motivo se esfuerzan al encontrar vínculos que unan, en el mismo tiempo que consideran que la diferencia es un elemento enriquecedor y positivo para el conjunto de la sociedad. Sienten que nos une la humanidad y los derechos básicos de las personas. Reivindican que se deje de asociar su pañuelo a la cabeza como símbolo de machismo o sumisión. Defienden que ellas han escogido esta manera de vestir, y que no los impideix de ser participativas. Declaran que el Islam no las ha marginado en absoluto respecto de la sociedad, más bien al contrario, es una religión que las anima a ser colaboradoras y a implicarse positivamente en la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Así pues, desean participar y trabajar con todos los miembros de la sociedad, en busca de vínculos y objetivos comunes.

La paciencia y la constancia son la clave en este procès de cambiar los estereotipos. Los fanáticos, vengan de donde vengan, obstaculizan esta marcha hacia la convivencia, pero ellas tienen fe en que este reto es posible y que personas de diferentes culturas o ideologías pueden convivir en paz y andar de la mano.