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Cugat Comas

Galería de Santas: las mejores imágenes del final de fiesta

Las Santas ya son historia pero queda el recuerdo de un sábado 29 pletórico, el día de ir a cerrar con una sonrisa de oreja a oreja

Mataró vuelve a vivir en la rutina, se le han acabado las pilas del motor que la transforma. Se acaba la excepción y retoma la norma. El 30 de julio es una sentencia y si encima cae en domingo como este 2023 se le refuerza este carácter de tiempo mortecino, de eco amortiguado del que ha pasado y que con los ojos despiertos de la nueva perspectiva falta mucho porque vuelva a pasar.

Las Santas 2023 son historia y por más que la ortodoxia más cafetera inste a hacer como con las monarquías, que justo después del último aliento de un monarca ya vitoregen al siguiente convendremos todos juntos que la ciudad, más allá de pensar en de aquí a 11 meses y 3 semanas, el que le conviene es replegarse y le puede ayudar de recordar. Por eso, con un chico de demora, llega la última de las galerías de Las Santas. La galería final, la del 29.

Un 29 en la línea de los días anteriores

A pesar de que siente el último día de Las Santas todo sea como una hora de los adioses sostenida y alargada, el cierto es que la jornada se desarrolló como las precedentes. Con más gente (el vermut de Bastones sigue siendo familiar, pero cada año tiene más requesta) a todos los actos. Especialmente a lo Vayamos a Cerrar con una auténtica gernació militante junto a las figuras hasta el último momento en el que el casco brillante de guapo y nuevo de trinca de en Robafaves se perdió puertas de Can Marfà adentro y una primera traca del día anunció a la concurrencia que el séquito ya era a dormir.

Adentro, internamente, entonces se sucedieron los homenajes. Dos de ellos, muy merecidos, por el recuerdo de Lluís Hugas. Los Geganters dieron los últimos dos ramos de estas Santas y la pandilla del Dragón los cuatro petardos de la Dormida del 27 en la Nuria, en Martí, la Juliana, la Queralt y en Lleïr. La familia de en Luis que más tarde también encendería la Tronada de fin de la Fiesta Mayor que ha llevado su nombre incrustado en la memoria.

Entre lo Vayamos a Cerrar y la Tronada se había hecho lugar la Carretillada que congregó muchísima gente a detrás del Ayuntamiento para la escenificación del retorno al infierno a copia de encendidos y más encendidas, de chispazos y combinaciones espectaculares de pirotecnia. Media hora generosa de encendidos hasta un final aéreo. Segundo aviso de despedida.

El tercero y más sonoro, obviamente, la Tronada. Otra vez la Pirotecnia Tomás ganándose el cielo de Las Santas con un espectáculo intenso, estallando, en su punto de la medianoche cuando ya es 30 de julio pero todo el mundo hace ver que no. Una tronada muy espectacular que otra vez hizo temblar el Parque.

Y de aquí se pasó al ritual final. Estallado el último trueno, todo el mundo hacia el Parque Central. empezaba el Chasquido Final y el colapso inicial, sobre todo en el entorno de la barra, fue de los de época. Igualmente, en una de aquellas tradiciones tan mataronines como criticar el cartel, se hicieron montañas de sillas a pesar de que el Ayuntamiento había cambiado el modelo para evitarlo, enretirant las clásicas de madera. A la hora de la verdad, las plegables alternartives, tenían más mala estabilidad y algunos de los castillos fueron por tierra.

Por tierra no pero hacia abajo sí que fue la Albada, después de un baile animado de tipo, con Los Labradores llevando los más juerguistas Riera abajo, al sonido de clásicos de charanga y los últimos Bequeteros. Es entonces, cuando se hace de día, que el 30 de julio chafa todo el que ha sido la fiesta. Y de esta quedan recuerdos como esta galería.

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