'Mátalos suavemente' es la nueva película de Andrew Dominik, el director de Chopper y 'El asesinato de Jesse James miedo el cobarde Robert Ford'. En su film más reciente, de nuevo protagonizado por Brad Pitt, Dominik continúa buscando su propia voz en el thriller, género que está experimentando un interesante proceso de renovación marcado por el cine de Tarantino, pero también por otros cineastas como por ejemplo David Fincher. Es innegable que Dominik recoge las influencias de Tarantino (los diálogos intrascendentes, los tiempos muertos, el montaje fragmentado) pero a la vez es también heredero de una tradición anterior, la que representa el cine de Martin Scorsese. La participación de Ray Liotta en el film vendría a confirmar la clicada de ojo a una por el•lícula prácticamente fundacional cómo es 'Uno de los nuestros', así como también la frialdad y distancia general, que tiene más a ver con Scorsese que con la ironía Tarantiniana. Dominik apuesta también por una estilización de la violencia –con secuencias brillantes como la de la muerte de Liotta- que se acerca a propuestas más a experimentos como los de 'Drive'.
Pero además de la clara apuesta estética, el film de Andrew Dominik también resulta interesando por la manera de contextualizar el argumento. El film aprovecha los cortes de voz de mítines, noticias y entrevistas de la campaña electoral que trajo Obama a la presidencia de los Estados Unidos. Los apuntes sobre la situación social y las prometidas electorales sirven de contrapunto a la trama, que gira alrededor de una pandilla de mafiosos y la decadencia de sus propios negocios, de alguna manera víctimas también de la crisis galopando y la perversión del sistema ("América no es un país, se uno negocio", proclama el personaje de Brad Pitt a modo de conclusión). Ladras que se roban a sí mismos, asesinos a sueldo cansados de serlo, requesones con ambiciones y gàngsters de segunda que han renunciado a sus propios códigos de honor por el afán de hacer dinero a cualquier precio, como patética metáfora de la selva en que se ha convertido el sistema capitalista.
espaiisidor.blogspot.com
Pero además de la clara apuesta estética, el film de Andrew Dominik también resulta interesando por la manera de contextualizar el argumento. El film aprovecha los cortes de voz de mítines, noticias y entrevistas de la campaña electoral que trajo Obama a la presidencia de los Estados Unidos. Los apuntes sobre la situación social y las prometidas electorales sirven de contrapunto a la trama, que gira alrededor de una pandilla de mafiosos y la decadencia de sus propios negocios, de alguna manera víctimas también de la crisis galopando y la perversión del sistema ("América no es un país, se uno negocio", proclama el personaje de Brad Pitt a modo de conclusión). Ladras que se roban a sí mismos, asesinos a sueldo cansados de serlo, requesones con ambiciones y gàngsters de segunda que han renunciado a sus propios códigos de honor por el afán de hacer dinero a cualquier precio, como patética metáfora de la selva en que se ha convertido el sistema capitalista.
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