La muerte del Padre Joan Herrero ha encogido el corazón de los mataronins. El día 8 de octubre dejaba este mundo a la ciudad de Mataró a la cual había llegado hacía sesenta años. Y digo que su traspaso ha encogido el corazón de la ciudad porque todo el mundo lo conocía por su bondad, su fidelidad a la vida religiosa y por la influencia de su actividad incansable a favor de los niños y de los hombres y de las mujeres.
Me ha colpit fuertemente el comentario, escrito en el libro mortuorio de un antiguo alumno del colegio Santa Anna que dice: "Quienes hemos ido a las Escuelas Pías tenemos, en el Padre Joan, la imagen de Sant Josep de Calassanç".
Y es que el Padre Joan fue un escolapio entero y sensato. Dado a los otros y especialmente a los niños del colegio. Nunca tuvo la tentación de dejar la docencia en la cual veía, como el fundador de su orden, la vía para evangelizar y hacer el bien.
Como santo Josep de Calassanç, innovó actuaciones para hacer llegar el mensaje calassanci a la chiquillería y a sus progenitores.
En plena dictadura, estableció clases de catalán al colegio, dentro del horario escolar. Tuve el privilegio de ser llamado, por él mismo, a hacer de profesor de lengua catalana, hablo de mediados de los años sesenta cuando estas actividades docentes no eran precisamente fáciles de introducir. También promovió la sardana y una mil actividades más entre los alumnos y antiguos alumnos de Santa Anna. Siempre, pero, la docencia fue el eje de su acción escolapia.
La catalanidad del P. Joan era vivida como su fe. Como la del fundador de la orden , que en sus escritos se declara de nación catalana. Sí, nació en Peralta de la Sal, Calassanç, pero cómo dice el escritor y estudioso mallorquín Mn. Llorenç Riber, podemos afirmar claramente la catalanidad de Sant Josep de Calassanç,cura del obispado de Urgell los primer años de ejercicio sacerdotal. También fue él, el P. Joan Herrero. quién me mostró el texto en el cual su fundador declara Cataluña su nación.
Su ataúd, traído a pes de brazos el día del entierro, estaba cercado de niños y niñas, y ya afuera a la Pl. de Santa Anna, los niños rodeaban el coche fúnebre para decirle su último adiós. Hacía la sensación que alguien muy estimado los dejaba.
Hay vidas ejemplares, aun así, hay vidas ejemplares sin ninguna ostentación. La del Padre Joan, escolapio, escolapio, catalán de corazón y educador incansable tuvo hasta el último momento la estimación del pueblo, del pueblo que había ayudado a formar y que se abocó en su despedida definitiva.
La ciudad de Mataró lo había nombrado hijo adoptivo y el gobierno de Cataluña le había otorgado la Cruz de Sant Jordi.
Qué modelo a seguir para los que tienen por misión y vocación educar!
Me ha colpit fuertemente el comentario, escrito en el libro mortuorio de un antiguo alumno del colegio Santa Anna que dice: "Quienes hemos ido a las Escuelas Pías tenemos, en el Padre Joan, la imagen de Sant Josep de Calassanç".
Y es que el Padre Joan fue un escolapio entero y sensato. Dado a los otros y especialmente a los niños del colegio. Nunca tuvo la tentación de dejar la docencia en la cual veía, como el fundador de su orden, la vía para evangelizar y hacer el bien.
Como santo Josep de Calassanç, innovó actuaciones para hacer llegar el mensaje calassanci a la chiquillería y a sus progenitores.
En plena dictadura, estableció clases de catalán al colegio, dentro del horario escolar. Tuve el privilegio de ser llamado, por él mismo, a hacer de profesor de lengua catalana, hablo de mediados de los años sesenta cuando estas actividades docentes no eran precisamente fáciles de introducir. También promovió la sardana y una mil actividades más entre los alumnos y antiguos alumnos de Santa Anna. Siempre, pero, la docencia fue el eje de su acción escolapia.
La catalanidad del P. Joan era vivida como su fe. Como la del fundador de la orden , que en sus escritos se declara de nación catalana. Sí, nació en Peralta de la Sal, Calassanç, pero cómo dice el escritor y estudioso mallorquín Mn. Llorenç Riber, podemos afirmar claramente la catalanidad de Sant Josep de Calassanç,cura del obispado de Urgell los primer años de ejercicio sacerdotal. También fue él, el P. Joan Herrero. quién me mostró el texto en el cual su fundador declara Cataluña su nación.
Su ataúd, traído a pes de brazos el día del entierro, estaba cercado de niños y niñas, y ya afuera a la Pl. de Santa Anna, los niños rodeaban el coche fúnebre para decirle su último adiós. Hacía la sensación que alguien muy estimado los dejaba.
Hay vidas ejemplares, aun así, hay vidas ejemplares sin ninguna ostentación. La del Padre Joan, escolapio, escolapio, catalán de corazón y educador incansable tuvo hasta el último momento la estimación del pueblo, del pueblo que había ayudado a formar y que se abocó en su despedida definitiva.
La ciudad de Mataró lo había nombrado hijo adoptivo y el gobierno de Cataluña le había otorgado la Cruz de Sant Jordi.
Qué modelo a seguir para los que tienen por misión y vocación educar!