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ENTREVISTA person 2

Cugat Comas

"Hay que buscar la sala bajo la Plaça Gran en otro punto"

Josep Antoni Cortés publica 'Mataró sota terra, una compilación documentada y apasionando de todo el que se conoce del subsuelo local: hipogeos, grutes, criptas, refugios...

Josep Antoni Cortés es todo un culo inquieto que no sabe estar nunca quieto. Con ojos inquietos y un ánimo infatigable, ha convertido el estudio y la escritura en lo que podríamos llamar una dedicación prácticamente completa de jubilado. Lo presentaremos como un mataronense con un ánimo tan simple como el de querer saber sobre su ciudad. Querer saber y, cuando sabe, poder explicar. Su último libro 'Mataró bajo tierra' se adentra en las entrañas de la capital del Maresme y radiografía hipogeos, refugios, grutas y criptas. A menudo se ha dicho que Mataró es la ciudad con más hipogeos (túneles subterráneos) de Cataluña, ya que él ha inventariado el doble de los que se conocían.

Cuando este otoño se descubrió uno nuevo en las obras de la calle de Sant Josep es casi como si la actualidad fuera un spot publicitario de este volumen. Esa fue una de las noticias más leídas del año en Capgròs. Lo que tenemos debajo, en el subsuelo de nuestra ciudad y nuestra identidad, interesa y cautiva. Como lo hace el verbo de Cortés en este libro para tener y para estudiar.

¿Cómo llegas a escribir libros y a escribirlos sobre Mataró?
Todo empezó cuando me jubilé. Soy bastante inquieto y siempre necesito hacer algo. Me di cuenta de que yendo fuera hacía fotos y me fijaba en detalles de donde iba que, en Mataró, no les hacía caso. Decidí recorrer mi ciudad, sobre todo el Centro, con ojos de turista. Haciendo fotos, levantando la cabeza, anotando lo que me llamaba la atención. Esto me despertó un interés por la historia local. Empecé a leer, a ir a los archivos, a fisgonear. Con toda la información escribí un primer libro, de ciencia ficción, en Mataró. Seguía sobrándome materia y escribí el segundo libro 'Made in Mataró' lleno de curiosidades e informaciones. Luego vino 'Paseando por Mataró', donde recojo todo lo que encontraba y fue entonces cuando me llamó la atención todo lo que tenemos bajo tierra, bajo donde estamos y vivimos. Entre hipogeos, criptas, refugios y las grutas había mucha tela y de ahí surgió el libro.

Por tanto, este volumen es historia pero también recoge teorías, testimonios o leyendas.
Hay un poco de todo. Los hipogeos son historia pero había 62 catalogados. Yo he identificado 133. Fui casa por casa llamando a la puerta y preguntando. Estuve meses haciéndolo.

¿Qué eran los hipogeos, solo fresqueras?
Creo que sí, es mi conclusión después de hablar con mucha gente que lo ha estudiado. Alrededor de los hipogeos hay muchas hipótesis porque nunca se escribe cuando se hace uno ni por qué. Ni se decía demasiado, si tenías en casa. Se han dicho muchas cosas, desde cultos esotéricos a espacios para guardar vino o carne, que si escondite de piratas, que si refugio. Lo más lógico es que fueran fresqueras y que ocasionalmente se usaran para otras cosas. Lo que no he encontrado es ninguna gruta que conecte dos edificios diferentes y mira que hay leyendas urbanas sobre eso...Sí que hay pasos irregulares en casas particulares para salir fuera de murallas.
 

Josep Antoni Cortés, con su libro. Foto: R. Gallofré

 

No podía faltar la Plaza Gran y la búsqueda de esa gran sala que Agàpit Borràs siempre pone sobre la mesa. ¿Qué piensas, después de estudiarlo?
Hay que partir del hecho de que no sabemos si existe, más allá de testimonios. Yo aporto toda la documentación que hay. Puede ser que sea un mito, aunque hay gente que afirma haber entrado. Yo creo que el espacio ese grande está, que existe. Obviamente no es algo de Agàpit y ya está... Una hipótesis es que fuera un depósito de las termas romanas de Can Xammar pero sabemos que los romanos no almacenaban agua, la trasladaban con una gran ingeniería pero no hacían depósitos. De esa sala se ha dicho que haría unos 15 metros de alto pero eso sumaría un desnivel respecto a Can Xammar imposible. Esto no puede ser romano, creo. Los testimonios hablan de un espacio con columnas, que se accedía desde Can Bosch -la casa de la fuente- y que la sala llegaba a la Plaza Xica, que es por donde no se ha buscado. Hay la anécdota de unos operarios electricistas que clavando una jabalina se les fue abajo: allí debajo hay una cavidad, pero no pudieron seguir trabajando. Yo me imagino que el acceso podría estar precisamente aquí y que por tanto hay que buscar este espacio en otro punto de donde se ha buscado hasta ahora. De hecho hay un antiguo almacén de Can Bosch que es uno de los puntos donde podría nacer este acceso abajo que se ha buscado y hasta ahora no se ha encontrado. Es una posibilidad, obviamente nos gustaría mucho encontrar esta famosa sala.[banner-AMP_5]

Mataró podría hacer algo con todo el patrimonio subterráneo que recopilas?
Yo estoy preparando una posible visita guiada con la comisión de la gente mayor pero no todo es visitable. Las criptas, sí. Dentro de un hipogeo, no. Las paredes son de yeso, la mayoría son particulares y son tan estrechos que no se puede entrar en grupo, incluso a nivel de ventilación.[banner-AMP_6]

Las criptas, el subterráneo de las iglesias, también merecen un capítulo.
Es que son espacios fabulosos. En Mataró tenemos criptas muy interesantes como la de Sant Josep donde se le ven los diferentes accesos o una que me sorprendió mucho: la de la Divina Providencia. Es un espacio precioso que se salvó de la destrucción y los ataques de la Guerra Civil. La de la Capilla de los Dolores ahora incluso han hecho conciertos y hay una que está lógicamente cerrada, la de las Capuchinas.
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El libro

La Guerra Civil hizo descubrir algunos de estos espacios bajo tierra, que de golpe se convierten en refugios.
El tema de los refugios ha sido poco estudiado a nivel de Mataró, por eso lo incluí también. Bombardear la retaguardia, como se hizo aquí, se puede considerar bien como un experimento de la Guerra Civil. Fuimos un banco de pruebas y la gente tenía necesidad de esconderse cuando antes no se lo habían pensado. Después de los primeros bombardeos encontramos desde un proyecto de refugios públicos incluso demasiado ambiciosos porque el Ayuntamiento quería proteger hasta 25,000 personas con un sistema de pasadizos realmente curioso. No llegó financiación para hacerlo posible. La gente se refugiaba como podía: en sótanos, en fábricas que abrían para trabajadores y familias, en el único túnel que teníamos que era el del Desvío. Cuando había bombardeo, quien podía salía del núcleo urbano. Se conservan pocos refugios de esa época pero hay uno precioso, grandioso y con bóvedas catalanas, en la calle de Sant Benet.[banner-AMP_8]

¿Qué te ha sorprendido más de todo el proceso del libro?
Cada vez que entraba a un espacio nuevo me quedaba con los ojos como platos. La sensación de descubrir siempre es la mejor, con el añadido de que siempre sabes que después del libro saldrán más cosas. Ha sido publicarlo y que saliera otro hipogeo, en la calle de Sant Josep o dos más. Sigo detrás de más espacios como refugios. Ojalá dé para más libros, la investigación. Yo no pararé.[banner-AMP_9]