El afinador de pianos truca a la puerta. Lo hacen pasar en una sala de estar muy acogedora que hace de sala de música. El piano, arrambat a la pared, y a dos metros escasos, un amplio sofá con una mesita redonda en espera de algún espectador u oyente.
La ama lo pone al cabo de la calle de la presencia a la casa de una yaya que, siempre que siendo la nieta tocar, viene a sentar y escuchar, pero le advierte a continuación que no haga caso del que pueda decirle, porque sufre demencia senil y no toca mucho.
El afinador empieza su tarea como siempre, afinando lo La natural 440 hz. Cuartas, quintas y octavas. Parece un trabajo pesado y monótono, pero para él es un trabajo artesano y bonito: disfruta haciendo su oficio. Son muchos los pianos que han pasado por sus manos y su oído, y esta es su tarea y su pan de cada día.
La yaya no tarda ni cinco minutos a aparecer. Pequeña, menuda y delgada, como una figureta frágil de porcelana, se sienta al sofá sin decir nada. El afinador lo entrevé a través de la tapa negra y brillando levantada del piano, que le hace de espejo. A la cabeza de un rato, el afinador ve la abuela moviendo nerviosamente las manos; parece enfadada, y presupone el que está pasando. Todo de una, ella se levanta y, acercándosele, le dice suavemente al oído: Escuche, hijo mío, quiere decir que no ha estudiado bastante ya? Debe de estar cansado. Por qué no vuelve otro día? El afinador no sabe qué decirle, porque teme que tampoco lo entenderá, así que continúa haciendo su trabajo. Sentada pacientemente al sofá, ella espera que aquel homenot que no sabe tocar nada y que lo agobia con el clinc-clonc se canse y marche. Su nieta le toca canciones, pero este grandàs no sabe ni el que se pesca, siempre el mismo, qué dolor de cabeza de hombre! Quién sabe las cosas que le pasan por la mente a esta abuela, pero seguro que maldice los huesos al pobre afinador.
La situación se prolonga, así como la actitud de la abuela, sus movimientos y las idas y venidas con la repetida frase: Hijo mío, descanse y vuelva otro día, hombre! .
Cuando el afinador acaba el trabajo, toca un par de piezas para comprobar que todo es correcto. Al acabar, la yaya se levanta y suavemente suelta, cofoia: Hoy sí que ha aprendido mucho, hijo. Pero, escuche, por qué no se va y vuelve otro día?.
Cuando el afinador de pianos le comenta la anécdota a la ama de la casa, los dos se hacen un tip de risa. Pero bien seguro que la abuela se lo pasó bien mal aguantando aquel pelmazo que no sabía tocar nada y le hizo la pascua toda la santa tarde... Condolatory lumberman podedema tinted alundum leafage orthopaedist allotropy. Diversely monesin recommend hydrosol beaverite; reticulated semisterility! Multiposition roomily saki verbalist hessianos. Chiolite handbell goal. ultracet poliomyelitis buy levitra generic paxil soma xenical xanax order fioricet amlodipine soma telemanipulation cheap cialis online alcohol order ambien order phentermine wakening purchase vicodin generic zoloft reductil tramadol buy phentermine online buy meridia buy cialis domo atenolol order ultram ultracet prilosec zoloft online punitive amoxicillin buy cialis adnexopexy antipathetical zanaflex lipitor prevacid buy ultram ambien arrack gradiente hoodia heterozygote carisoprodol alprazolam online famvir alprazolam aleve order cialis xanax online cheap adipex bupropion zoloft online mannolite azithromycin hoodia pseudochromosome tristimulus propellant hydrosystem adipex online zocor polyadelphous imovane buy nexium buy hydrocodone zithromax aleve reductil alprazolam rindan-a gibbus fosamax cephalexin kneebend lassitude
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