Recientemente he tenido ocasión de poder volver a ver la serie Espacio 1999. Había sido emitida por televisión Española en 1976 y 1977. La serie plantea un futuro hipotético en el año 1999, con una estación lunar con 300 personas, edificios, naves espaciales, y viajes cósmicos.
Con la perspectiva histórica, se puede analizar como veían el futuro en aquellos años y qué cosas han superado o han quedado por debajo de las expectativas. En algunas acertaron de pleno, como la omnipresència y dependencia de los ordenadores, así como la existencia de intercomunicadores. En otros, la capacidad de imaginación se quedó corta. Las impresoras del presente no imprimen en blanco y negro sobre papeles pequeños semblantes a los recibos de la VISA ni con tarjetas perforadas, sino en papeles tan grandes cómo haga falta y a todo color. Los intercomunicadores han sido posibles gracias a la telefonía móvil pero la estética no es la de un dispositivo con una mine pantalla de tubos de rayos catódicos en blanco y negro, sino la de una pantalla extremadamente plana y a todo color. En otros propuestas hemos quedado cortos, como el armamento laser que incorpora la opción de matar pero también la opción de estabornir sin causar daños. Simplemente desplazando un interruptor que escoge entre los dos modas de funcionamiento. También falló la previsión de la posibilidad de enviar los residuos nucleares fuera de la tierra y almacenarlos a la luna. Creo que el análisis de la ciencia ficción a posteriori, un golpe superado el año planteado en el pasado, puede ser muy interesante.
Pero no todo es tecnología. Un aspecto que hoy en día puede sorprender es la edad de los personajes protagonistas, Martin Landau y Barbara Bain. En aquella época probablemente no existía este culto por la juventud y los protagonistas estaban más bien cerca de la cincuentena de años. Hecho bastante poco habitual en las series de hoy en día. También es remarcable que la capacidad de liderazgo y gestión de la base lunar iba vinculada a la honestidad, solidaridad, ética y el logro del respecto de la gente basado en el diálogo y la empatía. Hoy en día, no parece que estos sean los valores predominantes en un buen puñado de líderes y gestores.
Sin duda, un primer paso para crear el futuro es imaginarlo con suficiente ambición. Si queremos un futuro mejor, sin duda, será clave exprimir nuestra imaginación y hacer todo el posible para que aquets futuro mejor se materialice.
Con la perspectiva histórica, se puede analizar como veían el futuro en aquellos años y qué cosas han superado o han quedado por debajo de las expectativas. En algunas acertaron de pleno, como la omnipresència y dependencia de los ordenadores, así como la existencia de intercomunicadores. En otros, la capacidad de imaginación se quedó corta. Las impresoras del presente no imprimen en blanco y negro sobre papeles pequeños semblantes a los recibos de la VISA ni con tarjetas perforadas, sino en papeles tan grandes cómo haga falta y a todo color. Los intercomunicadores han sido posibles gracias a la telefonía móvil pero la estética no es la de un dispositivo con una mine pantalla de tubos de rayos catódicos en blanco y negro, sino la de una pantalla extremadamente plana y a todo color. En otros propuestas hemos quedado cortos, como el armamento laser que incorpora la opción de matar pero también la opción de estabornir sin causar daños. Simplemente desplazando un interruptor que escoge entre los dos modas de funcionamiento. También falló la previsión de la posibilidad de enviar los residuos nucleares fuera de la tierra y almacenarlos a la luna. Creo que el análisis de la ciencia ficción a posteriori, un golpe superado el año planteado en el pasado, puede ser muy interesante.
Pero no todo es tecnología. Un aspecto que hoy en día puede sorprender es la edad de los personajes protagonistas, Martin Landau y Barbara Bain. En aquella época probablemente no existía este culto por la juventud y los protagonistas estaban más bien cerca de la cincuentena de años. Hecho bastante poco habitual en las series de hoy en día. También es remarcable que la capacidad de liderazgo y gestión de la base lunar iba vinculada a la honestidad, solidaridad, ética y el logro del respecto de la gente basado en el diálogo y la empatía. Hoy en día, no parece que estos sean los valores predominantes en un buen puñado de líderes y gestores.
Sin duda, un primer paso para crear el futuro es imaginarlo con suficiente ambición. Si queremos un futuro mejor, sin duda, será clave exprimir nuestra imaginación y hacer todo el posible para que aquets futuro mejor se materialice.