El sábado día 25 moría, a los 80 años de edad, Josep M. Ferrer y Gibert, después de sufrir una cruel enfermedad. Había nacido en 1932 en Barcelona pero desde muy joven su familia se trasladó a vivir en Mataró donde se integró plenamente.
Trabajó a varias empresas y a la metalúrgica "Diamantes Industriales RODER S.A.", de administrativo. Su relación con el personal siempre ha sido excelente ayudante a todo el mundo en todo aquello que se le pedía.
Formó parte de la Junta Directiva de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la escuela Pia de Santa Anna donde, en cincuenta y sesenta, se organizaron los primeros cursillos de gramática catalana de la posguerra en Mataró, que fueron a cargo del profesor señor Manuel Clariana. El rector de Santa Anna era entonces el padre Josep Liñan y el presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos era Lluís Casas y después Isidre Puig. Josep M. Ferrer y Juli Cusachs fueron los artífices de la continuidad de los cursillos. Y fue Josep M. Ferrer quién estableció contactos con el Òmnium Cultural de Barcelona, con Joan Triadú, poniéndose las bases de la introducción del catalán a las escuelas.
El año 1967 la mencionada Asociación de Antiguos Alumnos propició un homenaje a la figura de Josep Puig y Cadafalch, al centenario de su nacimiento, donde en en Josep M. Ferrer se dedicó con su entusiasmo contagioso. El año siguiente tuvieron lugar los actos del centenario de Pompeu Fabra, por iniciativa de la Agrupación Científico Excursionista del Centro Católico. Como consecuencia de esta conmemoración Òmnium Cultural de Barcelona encargó a Jesús Segura (presidente entonces del Centro Católico) para poner hilo a la aguja para crear una delegación de Òmnium en Mataró. Y convocó a a un reducido de ciudadanos entre los cuales había Josep M. Ferrer
Y no solamente participó en su fundación sino que formó parte de su Junta entre el 1971 al 1974 de contador y del año 1977 al 1981 como tesorero.
Josep M. Ferrer también formaría parte del núcleo fundador del Club de Opinión Jaume Llavina (1990) del que sería único secretario hasta su muerte.
Posteriormente formaría parte de la Fundación Jaume Vilaseca convirtiéndose en el motor al turno del cual se iba avanzando para convertirla en el futuro Museo del Género de Punto, que desgraciadamente no ha podido verlo logrado.
También ha sido al detrás de la organización de la llegada de la Llama del Canigó y de la misa de Sant Jordi.
Gran excursionista se conocía el país, que él tanto ha estimado, palmo a palmo. Hombre meticuloso se anotaba la ficha de cada salida y cuando hacía falta organizaba visitas o viajes con la gente que estimaba.
Mataró ha perdido una gran persona. Un referente y si es verdad que a la otra vida hay un cielo para la buena gente en Josep Maria ya debe de ser y – estoy seguro – que ya está organizando alguna actividad con el optimismo que lo ha caracterizado toda su vida.
Descasa en paz, Josep M. Ferrer y Gibert.
Trabajó a varias empresas y a la metalúrgica "Diamantes Industriales RODER S.A.", de administrativo. Su relación con el personal siempre ha sido excelente ayudante a todo el mundo en todo aquello que se le pedía.
Formó parte de la Junta Directiva de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la escuela Pia de Santa Anna donde, en cincuenta y sesenta, se organizaron los primeros cursillos de gramática catalana de la posguerra en Mataró, que fueron a cargo del profesor señor Manuel Clariana. El rector de Santa Anna era entonces el padre Josep Liñan y el presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos era Lluís Casas y después Isidre Puig. Josep M. Ferrer y Juli Cusachs fueron los artífices de la continuidad de los cursillos. Y fue Josep M. Ferrer quién estableció contactos con el Òmnium Cultural de Barcelona, con Joan Triadú, poniéndose las bases de la introducción del catalán a las escuelas.
El año 1967 la mencionada Asociación de Antiguos Alumnos propició un homenaje a la figura de Josep Puig y Cadafalch, al centenario de su nacimiento, donde en en Josep M. Ferrer se dedicó con su entusiasmo contagioso. El año siguiente tuvieron lugar los actos del centenario de Pompeu Fabra, por iniciativa de la Agrupación Científico Excursionista del Centro Católico. Como consecuencia de esta conmemoración Òmnium Cultural de Barcelona encargó a Jesús Segura (presidente entonces del Centro Católico) para poner hilo a la aguja para crear una delegación de Òmnium en Mataró. Y convocó a a un reducido de ciudadanos entre los cuales había Josep M. Ferrer
Y no solamente participó en su fundación sino que formó parte de su Junta entre el 1971 al 1974 de contador y del año 1977 al 1981 como tesorero.
Josep M. Ferrer también formaría parte del núcleo fundador del Club de Opinión Jaume Llavina (1990) del que sería único secretario hasta su muerte.
Posteriormente formaría parte de la Fundación Jaume Vilaseca convirtiéndose en el motor al turno del cual se iba avanzando para convertirla en el futuro Museo del Género de Punto, que desgraciadamente no ha podido verlo logrado.
También ha sido al detrás de la organización de la llegada de la Llama del Canigó y de la misa de Sant Jordi.
Gran excursionista se conocía el país, que él tanto ha estimado, palmo a palmo. Hombre meticuloso se anotaba la ficha de cada salida y cuando hacía falta organizaba visitas o viajes con la gente que estimaba.
Mataró ha perdido una gran persona. Un referente y si es verdad que a la otra vida hay un cielo para la buena gente en Josep Maria ya debe de ser y – estoy seguro – que ya está organizando alguna actividad con el optimismo que lo ha caracterizado toda su vida.
Descasa en paz, Josep M. Ferrer y Gibert.