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Juan de Maya, a Cerdanyola. Foto: R. G.

Silvia Ruiz

Juan de Maya: pasado, presente y futuro de Cerdanyola

El histórico activista vecinal recuerda los orígenes del barrio y la lucha de sus habitantes para mejorar las condiciones de vida

Juan de Maya llegó a Mataró, y concretamente a Cerdanyola, en 1953, cuando entonces sólo tenía 10 años. Proveniente del pueblo de Cehegín, en Murcia, junto con sus padres y hermanos fueron a vivir en casa de unos parientes de la familia hasta que consiguieron reunir el dinero necesario para comprar una casa propia, situada en la calle Maravillas. A pesar de que con 12 años ya trabajaba para ayudar en la familia, cuando salía del trabajo iba a una pequeña nave donde un cura, Juan Luís González de Haro (Padre Biscuter) enseñaba a los nanos a leer, a escribir, jugaban a juegos de mesa y, los domingos, iban al cine de los Salesians. Y es que, desde muy joven, de Maya siempre ha tenido un papel muy participativo en la mejora del barrio. Junto con otros jóvenes de la parroquia, colaboraba con actividades cuando había que recaudar fondos para dotar de servicios y equipamientos un barrio que ya era casa suya.

El año 1960 entra al Centro Social, donde lleva a cabo la actividad más comprometida de cara al desarrollo de Cerdanyola y, más adelante, también forma parte de la Asociación de Vecinos. Dentro de esta es nombrado presidente en 1998 y hasta el 2003. Durante todos estos años de vida e implicación al barrio, de Maya ha conseguido recopilar gran cantidad de documentos históricos. Un material que, en 2000, decide plasmar en un libro que publica junto con Josep Lligadas. 'Cerdanyola, el barrio grande de Mataró' es el repaso por una historia que empieza a los años 20. "Un barrio sin historia es un pueblo muerto y, si no tenemos historia, estamos condenados a repetirla porque no tenemos raíces en las cuales inspirarnos", apunta.

"Desde sus inicios el barrio ha sido muy reivindicativo y siempre ha luchado por aquello que quería"

Cómo recuerdas la Cerdanyola de aquellos inicios?

La vida cercaba alrededor del torrente de la Gatassa, porque de la carretera hacia bajo no había nada. Cuando yo llegué había sólo unas cuántas calles y, la mayoría, a medias. Para ir hacia el tranvía o andar hacia el centro, tenías que pasar por un trozo pequeño a cada lado porque el resto era torrente y el agua pasaba por allá. Eran unas condiciones muy precarias. Si la gente que llegaba quería construirse su propia casa, lo hacía siguiendo las líneas del torrente, sin ningún plan urbanístico a seguir.

Y como fue creciente?

Desde el principio el barrio ha sido muy reivindicativo y siempre ha sabido luchar por aquello que quería. El año 1955 llegó un cura con la idea de montar una parroquia. Este fue reuniendo vecinos, formó una junta de obras para recaudar dinero y fue por el barrio buscando mano de obra que ayudara a hacer locales parroquiales, una escuela por los nanos, un cine y salas de reuniones por los vecinos. Yo, con 12 años, ya colaboraba con la fiesta mayor del barrio y hacía actividades para sacar dinero para la parroquia. Gracias a la ayuda de todos, en cuestión de 3 años el barrio tenía todos estos equipamientos.

En qué punto surgen las primeras asociaciones?

A los años 60 entré al Centro Social, que luchaba por la mejora del barrio y para conseguir servicios que no teníamos. Allá no paramos hasta el año 1975, cuando se aprueba la ley que permitía hacer asociaciones vecinales. La asociación de vecinos, pero, estuvo un tiempo muerta porque el Ayuntamiento prometió aportar las soluciones. Pero, poco tiempo después, y viendo que estábamos encallados, decidimos volver a la carga y luchar por un aspecto que nos preocupaba: la reforma del parque de Cerdanyola, que había quedado en mal estado. Después de reuniones y recogida de firmas, lo conseguimos.[banner-AMP_5]

Y ahora, qué te parece la situación actual del barrio?

No puedo estar en contra de la inmigración porque yo lo soy. Ahora hay otra oleada de inmigrantes y la única diferencia es que, cuando nosotros veníamos, como éramos del mismo país, no nos costó integrarnos. Yo nunca he tenido ningún freno al contribuir con el que se hace en Mataró, su vida social y cultural. Ahora, en cambio, esto cuesta algo más y no hay este sentido de pertenencia, pero sé que los nanos que corren ahora por la calle se acabarán integrando cuando crezcan. La convivencia de momento funciona.[banner-AMP_6]

Como voces el futuro de Cerdanyola?

Si sigue este grado de convivencia, lo veo muy bien. Pero faltan equipamientos, que los reclamamos hace muchos años. Un polideportivo polivalente donde también se puedan hacer actas culturales o conciertos, un archivo histórico que llegue a ser un museo con sede final en la torre de Can Palacete, un parque urbano a los Garrofers donde poder pasear, un auditorio donde hacer teatro, conferencias o actas de fiesta mayor... Continuaremos luchando para conseguir todo esto. [banner-AMP_7]