"No es fácil plantear una exposición como esta". El fotógrafo mataroní Janusz Szpakowski tiene que resolver uno de los encargos más complejos que ha tenido que afrontar en su carrera profesional: convertir las cerca de 4500 fotografías que realizó durante Las Santas de 2010 en una muestra al Ateneo que recoja la esencia e identidad – y también su visión personal- de la fiesta mayor mataronina. "Es todo un orgullo que el IMAC me lo pidiera, pero también siento mucha responsabilidad", constata Szpakowski. El fotógrafo de origen polaco, afincat en Mataró desde hace más de 10 años, se lo ha tomado muy seriamente, con solemnidad incluso. "Me da miedo decepcionar mi ciudad y poner en juego la confianza que han depositado en mí", asegura, consciente que la exposición fotográfica de Santas es una de las más visitadas y comentadas del año a la ciudad. "Es que soy muy sensible a las críticas", bromea.
Antes de iniciar el rally fotográfico, Szpakowski hizo una ronda de consultas entre algunos de los 'santeros' de más pedigrí de la ciudad, busca de asesoramiento. "La conclusión que saqué es que la fiesta tiene un carácter y una personalidad muy marcadas, que es muy mataronina, y por lo tanto que no podía salir a retratarla con una idea o un hilo conductor preestablecido", destaca el fotógrafo. Szpakowski vivió una semana estresando, corriendo arriba y abajo "para no dejar escapar ningún acto" y no perderse el "momento", que es como el grial de los fotógrafos. Cuando revisó todas las imágenes captadas, vio reflejada su personalidad, en la manera como su mirada se reflejaba en las instantáneas . "Vi que había nacido algo mío", explica.
La exposición trae por título 'Instantes de un viaje', en relación directa con la naturaleza transitoria, de 'culo inquieto', de Szpakowski. Ha vivido en cuatro países (Polonia, Noruega, Holanda y Cataluña) y se ha mudado de casa en más de veinte ocasiones. "Me he pasado la vida de viaje", dice, a pesar de que en la última década ha encontrado la estabilidad en Mataró, donde gestiona el estudio fotográfico Visiones. La muestra que se inaugura este viernes estará formada por unas 50 fotografías, ordenadas cronológicamente para ofrecer un recorrido temporal por Las Santas de 2010. Imágenes sin retoques digitales, de gran formato, donde la gente, el público, es el centro de atención más allá del acto festivo en sí. "Yo soy retratista, así que he querido dar todo el protagonismo a la gente". Las caras de decepción de los niños a lo Vamos a cerrar, que el año pasado se tuvo que suspender debido a un intenso aguacero, es un buen ejemplo.
El primer contacto
Ahora hace precisamente 10 años que Szpakowzki vivió su primera experiencia 'santera'. Traía cerca de un año instal•lat en Mataró, e invitó un amigo holandés a vivir la fiesta mayor mataronina. Juntos se fueron hacia el Desvelo Bellugós. "A la cabeza de un par de horas ya estábamos en casa, después de huir corriendo, acollonits de miedo", relata. El espíritu festivo casi incendiario de esta noche mataronina, con miles de personas bajando y subiendo el apretón Riera a ritmo de Bequetero y bailando alrededor de la familia Robafaves y la Banda, chocaba demasiado fuerte con su carácter centroeuropeo. "Pero vimos como toda aquella gente sabía combinar disciplina y orden con diversión, cuando llegaba lo 'y quince' soltaban toda la tensión acumulada y nadie tomaba mal", describe el fotógrafo, que reconoce que nunca se ha sentido mucho cómodo entre las grandes masas. Un pequeño trauma radicado en su juventud, en Polonia, cuando asistía como fotógrafo a las manifestaciones contra el régimen comunista. "Allá, cuando se sentían petardos, todo el mundo corría, porque eran bolas de goma o gases lacrimògens. Aquí, en cambio, todo el mundo tiene la sonrisa a los labios", constata.
Una década más tarde de aquel primero shock, Szpakowski se ha acostumbrado plenamente a las Santas, se las siente tan suyas como cualquier mataroní, y de hecho participa activamente, puesto que es miembro de la pandilla castellera Renacuajos. Si se tiene que quedar con un acto de Santas, más allá del Desvelo ("si no el vivos, no puedes decir que conozcas la fiesta", asegura), escoge la Escapada a Negra Noche. "El correfoc es tan bello como bestial".
Antes de iniciar el rally fotográfico, Szpakowski hizo una ronda de consultas entre algunos de los 'santeros' de más pedigrí de la ciudad, busca de asesoramiento. "La conclusión que saqué es que la fiesta tiene un carácter y una personalidad muy marcadas, que es muy mataronina, y por lo tanto que no podía salir a retratarla con una idea o un hilo conductor preestablecido", destaca el fotógrafo. Szpakowski vivió una semana estresando, corriendo arriba y abajo "para no dejar escapar ningún acto" y no perderse el "momento", que es como el grial de los fotógrafos. Cuando revisó todas las imágenes captadas, vio reflejada su personalidad, en la manera como su mirada se reflejaba en las instantáneas . "Vi que había nacido algo mío", explica.
La exposición trae por título 'Instantes de un viaje', en relación directa con la naturaleza transitoria, de 'culo inquieto', de Szpakowski. Ha vivido en cuatro países (Polonia, Noruega, Holanda y Cataluña) y se ha mudado de casa en más de veinte ocasiones. "Me he pasado la vida de viaje", dice, a pesar de que en la última década ha encontrado la estabilidad en Mataró, donde gestiona el estudio fotográfico Visiones. La muestra que se inaugura este viernes estará formada por unas 50 fotografías, ordenadas cronológicamente para ofrecer un recorrido temporal por Las Santas de 2010. Imágenes sin retoques digitales, de gran formato, donde la gente, el público, es el centro de atención más allá del acto festivo en sí. "Yo soy retratista, así que he querido dar todo el protagonismo a la gente". Las caras de decepción de los niños a lo Vamos a cerrar, que el año pasado se tuvo que suspender debido a un intenso aguacero, es un buen ejemplo.
El primer contacto
Ahora hace precisamente 10 años que Szpakowzki vivió su primera experiencia 'santera'. Traía cerca de un año instal•lat en Mataró, e invitó un amigo holandés a vivir la fiesta mayor mataronina. Juntos se fueron hacia el Desvelo Bellugós. "A la cabeza de un par de horas ya estábamos en casa, después de huir corriendo, acollonits de miedo", relata. El espíritu festivo casi incendiario de esta noche mataronina, con miles de personas bajando y subiendo el apretón Riera a ritmo de Bequetero y bailando alrededor de la familia Robafaves y la Banda, chocaba demasiado fuerte con su carácter centroeuropeo. "Pero vimos como toda aquella gente sabía combinar disciplina y orden con diversión, cuando llegaba lo 'y quince' soltaban toda la tensión acumulada y nadie tomaba mal", describe el fotógrafo, que reconoce que nunca se ha sentido mucho cómodo entre las grandes masas. Un pequeño trauma radicado en su juventud, en Polonia, cuando asistía como fotógrafo a las manifestaciones contra el régimen comunista. "Allá, cuando se sentían petardos, todo el mundo corría, porque eran bolas de goma o gases lacrimògens. Aquí, en cambio, todo el mundo tiene la sonrisa a los labios", constata.
Una década más tarde de aquel primero shock, Szpakowski se ha acostumbrado plenamente a las Santas, se las siente tan suyas como cualquier mataroní, y de hecho participa activamente, puesto que es miembro de la pandilla castellera Renacuajos. Si se tiene que quedar con un acto de Santas, más allá del Desvelo ("si no el vivos, no puedes decir que conozcas la fiesta", asegura), escoge la Escapada a Negra Noche. "El correfoc es tan bello como bestial".