Albert Pla es un músico que siempre ha contado con el apoyo del público mataroní, que suele recibirlo con los brazos abiertos cuando se deja caer por la ciudad con sus espectáculos de originalidad asegurada. Pascal Comelade ostenta un prestigio con el cual pocos músicos del país se pueden emmirallar. Pero los dos son talentos muy peculiares, difíciles de clasificar y con una personalidad muy marcada. Su unión al escenario generaba mucha expectación, pero también dudas de sí serían capaces de fusionar dos móns a priori intransferibles. La operación, finalmente, ha resultado ser todo un éxito. "Somiatriutes", el espectáculo conjunto de Pla y Comelade, entusiasmó el público mataroní, que llenó el pasado viernes, día 25, el teatro Monumental para asistir a una de las citas musicales más destacadas del año a la capital del Maresme, promovida por la Casa de la Música Popular.
Soñador se presenta como un espectáculo multidisciplinar, con incursiones en el mundo del teatro y de los títeres. Pla, de hecho, ya es por sí mismo un personaje muy teatral, a quien gusta hacer de actor que dispara monólogos mimados por su guitarra. Él y Comelade llegaron a Mataró acompañados por tres músicos más y por los titiriteros Farrés Brothers, que durante toda la velada combinaron la manipulación de pequeños putxinel·lis y sombras chinas con la presencia de dos estrafalarios personajes articulados, el DJ Crepúsculo y las siameses Superglue. Toda una escenificación destinada a ilustrar los pensamientos, sentimientos, recuerdos y anhelos que se generan en los momentos previos a dormirse. Soñador, por lo tanto, es un espectáculo de marcado carácter onírico, surrealista, que casa perfectamente con las personalidades de Pla y Comelade.
La música, en todo caso, se mantuvo como la gran protagonista de la velada. Cuando la puesta en escena no tenía tanto peso y cuando, sobre todo en los últimos compases de la noche, el concepto original iba perdiendo el hilo, el talento musical de Pla y Comelade mantuvo el espectáculo en niveles muy elevados. Seguramente la personalidad del primero, tan acusada, tapó demasiado la del segundo, por el gusto de los fans del compositor nacido en el Languedoc, tímido y arisco por naturaleza. Pero sus diferentes pianos, de donde salían melodías tan soñadoras como melancòliques, sirvieron de perfecto acompañamiento para los versos del cantautor sabadellenc, siempre irreverentes, coloquiales y a la vez poéticos. Una fusión que se hizo patente en canciones como Loco, Insomnio, Pequeñito o Adiós Terrícolas.
Pero no hubo manera que Pla dejara de acaparar todas las miradas. Acurrucado en un sofá vetusto arriba del escenario, o bien recorriendo la platea con linternas a la cabeza, cuchicheando historias y canciones de cuna o casi escridassant retornos rockeros, fue el gran protagonista. Y demostró un golpe más que, sencillamente, no hay nadie cómo él en la escena musical del país.
Soñador se presenta como un espectáculo multidisciplinar, con incursiones en el mundo del teatro y de los títeres. Pla, de hecho, ya es por sí mismo un personaje muy teatral, a quien gusta hacer de actor que dispara monólogos mimados por su guitarra. Él y Comelade llegaron a Mataró acompañados por tres músicos más y por los titiriteros Farrés Brothers, que durante toda la velada combinaron la manipulación de pequeños putxinel·lis y sombras chinas con la presencia de dos estrafalarios personajes articulados, el DJ Crepúsculo y las siameses Superglue. Toda una escenificación destinada a ilustrar los pensamientos, sentimientos, recuerdos y anhelos que se generan en los momentos previos a dormirse. Soñador, por lo tanto, es un espectáculo de marcado carácter onírico, surrealista, que casa perfectamente con las personalidades de Pla y Comelade.
La música, en todo caso, se mantuvo como la gran protagonista de la velada. Cuando la puesta en escena no tenía tanto peso y cuando, sobre todo en los últimos compases de la noche, el concepto original iba perdiendo el hilo, el talento musical de Pla y Comelade mantuvo el espectáculo en niveles muy elevados. Seguramente la personalidad del primero, tan acusada, tapó demasiado la del segundo, por el gusto de los fans del compositor nacido en el Languedoc, tímido y arisco por naturaleza. Pero sus diferentes pianos, de donde salían melodías tan soñadoras como melancòliques, sirvieron de perfecto acompañamiento para los versos del cantautor sabadellenc, siempre irreverentes, coloquiales y a la vez poéticos. Una fusión que se hizo patente en canciones como Loco, Insomnio, Pequeñito o Adiós Terrícolas.
Pero no hubo manera que Pla dejara de acaparar todas las miradas. Acurrucado en un sofá vetusto arriba del escenario, o bien recorriendo la platea con linternas a la cabeza, cuchicheando historias y canciones de cuna o casi escridassant retornos rockeros, fue el gran protagonista. Y demostró un golpe más que, sencillamente, no hay nadie cómo él en la escena musical del país.