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La pollancreda, con los árboles talados. Foto: R. G.

Redacció

La batalla para salvar los árboles de Mataró

El cambio climático y las plagas obligan a medidas drásticas e innovadoras para mantener las zonas verdes de la ciudad

Pocas cosas más tristes que un tronco talado, que un parque sin árboles, que lo suele cayendo a plomo sobre una zona donde antes había sombra, la lluvia enfangándolo todo porque ya no hay hojas que la frenen, el ruido de los coches de las avenidas cercanas sin mitigarse por las colonias de cotorras y otros pájaros que anidaven entre las ramas. El panorama que ha quedado a la Pollancreda, el parque a tocar de una de las entradas de la ciudad (la Puerta Laietana) es desolador. El Ayuntamiento ha tenido que talar los 78 olmos que había al parque, todos ellos muertos debido a una plaga. Algo que ha dejado astorats muchos mataronins, que ya traen años con la sensación que en Mataró desaparecen árboles con mucha más rapidez que no se plantan de nuevos. Detrás de todo se esconde la compleja realidad de la gestión de las zonas verdes de la ciudad, afectada notablemente por el cambio climático y por la aparición de todo tipo de plagas que están exterminando buena parte del arbolado que se había dispuesto en las calles, plazas, parques y jardines del municipio durante las décadas anteriores. Los chopos, plataneros, pinos y olmos que formaban parte del paisaje urbano van en retroceso y hoy se emplean nuevas especies más adecuadas a los tiempos actuales para sustituirlos, a marchas forzadas.

Los insectos perforadors han sido la causa de la muerte de la mayoría de olmos que había a la Pollancreda. Estos insectos transmiten la grafiosi, enfermedad que está provocando la desaparición de esta especie a la península ibérica. Los olmos, pero, solían ser más resistentes en el pasado. "Es el árbol que dejamos a la Pollancreda cuando los chopos que le daban nombre fueron muriendo, porque era el que mejor se adaptaba", explica Joan Carbonell, ninguno de la sección de Jardinería del Ayuntamiento de Mataró. El año 2015, pero, se detectó que algunos de los olmos presentaban ramas secas. A pesar de las podas realizadas, tanto por motivos de seguridad de los peatones cómo para intentar que los árboles recuperaran su buen estado, se acabó confirmando que el 70% de los árboles de la Pollancreda estaban muertos. En total se han talado 78 árboles para evitar que cayeran y también para preservar aquellos que están sanos. Se ha tenido que hacer el mismo otro olmo muy estimado en el barrio del Plan de en Boet, un ejemplar enorme a la esquina entre la ronda Francesc Macià y calle Ciutat Freta, muerto en las mismas circunstancias. "Cuando tenemos que cortar un árbol, me lo pienso tantos años como los que tiene el ejemplar en cuestión", dice Carbonell, en referencia al mal que los hace tener que hacer desaparecer según qué arbolado de la ciudad. Pero a menudo no hay más remedio, de cara a garantizar la seguridad de los peatones y vehículos.

"Ahora tenemos que estudiar que hacemos, a la Pollancreda", explica Anna Guitart, del Servicio de Espacios Públicos del Ayuntamiento. Todo pasará por una mejora del suelo y una diversificación de las especies que se plantarán, tanto de arbolado como de arbustos, algo que se plasmará en un proyecto todavía pendiente de redacción. Todo ello siguiendo las directrices que marca el Plano Director del Arbolado de Mataró, que data del año 2016 y que establece qué especies de árboles se pueden plantar y qué no, en base a criterios estrictos que en el pasado a menudo no se tenían bastante en cuenta. Cuestiones como el espacio que necesitan para desplegar sus raíces, si tienen que hacer sombra todo el año (por lo tanto si son caducifolios o perennifolis), si la calle donde se ubica tiene balcons, la medida de la acera, si se encuentra en una media o en una rotonda, la altura que adquirirán, el paso de instalaciones eléctricas, gas y agua por el subsuelo o por las paredes de los edificios del entorno... En cuanto a las especies que se plantan, se priorizan según su capacidad de adaptarse al entorno urbano, sus necesidades hídricas (cuanto menos, mejor), su resistencia a las plagas, la fructificació (si hacen frutos y caen en el tierra generan problemas de suciedad), la resistencia de las ramas, o la tolerancia a la poda, entre muchos otros.

Especies más utilizadas hoy

  • Almez – árbol caducifolio originario del sur de Europa, puede vivir más de 500 años y hacer más de 25 metros, de momento inmune a plagas.
  • Liquidàmbar – árbol caducifolio de 25 a 40 metros de altura, de colores muy bonitos en otoño, que se adapta muy bien al entorno urbano
  • Tipuana – árbol caducifolio, con plagas de momento controlables. Nativo del América del Sur, muy popular en todo el mundo en su uso ornamental

Hace cosa de tres décadas a la ciudad se trabajaba con una treintena de especies, una cifra muy reducida en comparación con el abanico de 150 que Espacios Públicos cuenta actualmente para aportar verdor a la ciudad. Plataneros, chopos, olmos, pinos y palmeras, los árboles más comunes, son hoy a la lista de indeseables por la cantidad de problemas que comportan, y tan sólo se plantan en casos muy concretos. Pero todavía siguen siendo muy abundantes en la ciudad: De los más de 25.000 árboles que hay en la zona urbana mataronina, un 26% todavía son plataneros. "Por desgracia", puntualiza Carbonell, en referencia a las plagas que sufren, que generan muchas molestias en la ciudad. Algunos de estos plataneros, pero, son muy emblemáticos, como los que se encuentran a La Riera o al Camino de la Giganta y que son parte de la fisonomía de estas calles, y por lo tanto no se pueden sustituir de cualquier manera. Los mismos mataronins que se quejan de los insectos pequeños y blanquinosos que salen de los plataneros para instalarse en todas partes, protestarían si vieran la Riera sin estos árboles.[banner-AMP_5]

Hoy el árbol más utilizado es el almez, que parece inmune a las plagas. "De momento", puntualizan desde Parques y Jardines, puesto que en el futuro puede sucumbir a uno u otro insecto. Más que un árbol autóctono, se lo considera una especie propia de nuestro clima, puesto que se lo puede encontrar en zonas de Asia y África con temperaturas y pluviometría similar. El primer almez que se plantó en la ciudad se encuentra ante Santo Simó y hoy es por todas partes. También se ha apostado por el liquidàmbar, que tampoco tiene ninguna plaga y que, gracias a su forma piramidal, encaja muy bien en el viario. La tipuana es el tercer árbol más plantado en la ciudad; como el liquidàmbar, no es autóctono, pero sus condiciones lo hacen idóneo para una ciudad como Mataró.[banner-AMP_6]


Las zonas verdes de Mataró

Mataró cuenta actualmente con un total de 1,2 millones de m2 de zona verde, repartida en un total de 350 puntos de la ciudad, que van desde el Nuevo Parque Central (175.000m2) a rotondas de 10m2 que contienen alguna flor o especie arbustiva. Todas ellas, en mayor o menor medida, requieren de mantenimiento, a pesar de que no tenga nada a ver segar 20.000m2 de césped del Parque Central o arreglar una pequeña plaza con fuerte desnivel –algo habitual a muchas zonas de la ciudad, como Cerdanyola o Vista Alegre. Parques y Jardines cuenta con un total de 24 trabajadores municipales, mientras que una tercera parte de la gestión de las zonas verdes de externaliza; el contrato actual, por valor de 350.000 euros anuales, es para la empresa FCC, que emplea siete personas. El servicio se acaba de nutrir con trabajadores temporales provenientes de planes de ocupación. "Tenemos los recursos que tenemos, pero bien es verdad que nos harían falta más para poder hacer un mantenimiento del todo adecuado", resuelve Carbonell.[banner-AMP_7]


La gestión de las plagas

Uno de los grandes dolores de cabeza de la sección de parques y jardines es el combate contra las plagas de todo tipo que asolan las zonas verdes de la ciudad. La processionària con los pinos, el escarabajo morrut con la palmera, la grafiosi con los olmos, el tigre del plátano... La solución, en el pasado, consistía al rociar los árboles afectados con productos químicos, una apuesta que ha dejado de ser útil porque, por un lado, los productos que se pueden usar son cada vez más limitados para poder cumplir con las normas medioambientales y, por la otra, porque resultaba contraproducente (hacían más mal que bien a la biodiversidad de las zonas verdes y malogran la fauna que ayuda a combatir las plagas de manera natural). Hoy se opta por la "gestión integral fitosanitaria", como lo define Guitart. Básicamente se prioriza el control biológico a través de la introducción en los árboles de especies de insectos que combaten los causantes de las plagas. Por ejemplo las mariquitas, que comen pulgones, o grandes de arroz con un parásito en el interior que se colocan a las palmeras para matar el morrut. [banner-AMP_8]


El proceso de replantació

Entre los años 2010 y 2016, el Ayuntamiento dejó de replantar un total de 1.083 árboles que se habían tenido que retirar de la vía pública. Hasta finales de la década pasada, este arbolado se replantava, pero a partir de entonces se dejó de hacer por una cuestión presupuestaria, algo que se acabó haciendo muy visible a ojos de cualquier peatón. Desde el año 2017 el Ayuntamiento aprobó replantar más de 1.200 árboles en un periodo de tres años, con un coste de 480.000 euros. Actualmente ya se han plantado unos 600. En varias ocasiones se han implicado escolares de la ciudad en una tarea de concienciación del medio ambiente. El regidor de Espacios Públicos, Miquel Àngel Vadell, considera que esta inversión, así como el millón de euros anuales en mantenimiento de zonas verdes, son necesarias a pesar de la escasez de recursos del consistorio. "Contribuyen a hacer la ciudad más agradable para los vecinos, y también más ordenada y respetuosa con el medio ambiente", resuelve.[banner-AMP_9]

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