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Judith Vives

La dolce vita de Woody Allen

Woody Allen parece haber convertido sus films en franquicias publicitarias de las grandes capitales europeas. Abandonada definitivamente su faceta de autor, que dejó grandes títulos por la historia como 'Manhattan' o 'Annie Hall', el director neoyorquino ha rebajado el tono y la implicación en sus propios proyectos y ha optado para aplicar una fórmula que se adapta a la necesidad de la ciudad donde rueda. Así, a 'A Roma cono amor', Allen despliega todo un catálogo de tópicos italianos que se han configurado, en gran parte, desde la óptica cinéfila. Es por eso que su film, por ejemplo, explica diferentes historias como si uno de aquellos films italianos por capítulos tanto típicos de los años 50 o 60 se tratara. Es evidente, también, que Allen ha pretendido rodar su personal 'Dolce Vita', proponiendo una serie de apuntes sobre la fama, el éxito y el dinero, un aspecto que parece preocuparlo especialmente, según se puede interpretar entre líneas de su film. No falta la aparición de una "diva" italiana, si bien este rol recae en una Penélope Cruz muy divertida que asume este papel de heredera de Sofia Loren a quién muchos lo han comparado. Y tampoco ha faltado la estrella local de turno, en esta ocasión un Roberto Beningni que se apunta uno de los mejores papeles de la película. Todo ello aliñado con cuatro chistes "allenians" de manual, brometes sobre la comida, sobre la ópera, sobre los conductores, las mujeres, las provincias y todo aquello que Roma e Italia puede despertar en el imaginario colectivo, sobre todo entre los que sólo conocen la ciudad y el país a través del cine. espaiisidor.blogspot.com