Un tema importante de debate universitario es la actividad de investigación. Esta se puede valorar a partir de varios indicadores, como el gasto total en R D respecto al PIB, la cantidad de personal investigador, el número de grupos de investigación consolidados, la producción científica y su impacto, las patentes, etc. Algunos datos significativos son las siguientes:
En Cataluña, el gasto en R D según datos del INE para el año 2009 es del 1,68% del PIB Catalán. Se trata de un dato superior a la media española (1,38%) pero claramente inferior a la media europea UE-25 (2,01%), el Japón (3,44% el 2007) o los Estados Unidos de América (2,77% el 2008).
Respecto a las personas dedicadas a la investigación, en Cataluña hay 7,04 investigadores por cada 10.000 habitantes de población activa, y una cantidad cercana en medio millar de grupos de investigación consolidados. Es decir, aquellos colectivos que la administración reconoce explícitamente como productores de investigación de calidad. En el caso del Tecnocampus, contamos con un de ellos, el grupo de investigación consolidado de tratamiento de la señal de la Escuela Universitaria Politècnica de Mataró.
En en cuanto a la producción científica en forma de artículos o de patentes Cataluña produce más de la cuarta parte de la producción de todo el estado español, superando en el año 2008 la producción otros países como Austria, Finlandia o Noruega.
El sector universitario genera el 64,2% de la producción científica catalana, seguido del sector sanitario.
El contrapunto lo ofrecen las patentes. Durante el año 2006 se generaron 74 patentes por millón de habitantes, mientras que a la UE-27, aquel mismo año, la cifra era de 114.
El conjunto de todos estos datos, extraídas de las estadísticas de investigación de la Generalitat de Cataluña, ha traído a varias personas a cuestionar el sistema actual y reclamar una mayor repercusión de la actividad investigadora en el progreso económico del país, apostando por las patentes y la transferencia de conocimiento/tecnología, en detrimento otras actividades de R D. De hecho, cuando alguien hace un descubrimiento puede optar para hacerlo público de forma gratuita en una revista de forma que todo el mundo se beneficie o puede echar por la vía más lucrativa y también costosa de pagar una patente. A estas alturas, las dos vías reciben una misma valoración pero algunos apuestan para potenciar mucho más las patentes en detrimento de las publicaciones científicas.
Este último argumento puede parecer muy razonable a primera vista, y probablemente lo sea, pero no deja de ser, en cierto modo, perverso. Cuántas veces he tenido que sentir en el pasado por parte del hombre orquesta que el que interesaba era la investigación aplicada y no la investigación básica. Todo esto dicho desde el desconocimiento más profundo de qué es investigación básica y qué es investigación aplicada. En realidad el que quieren decir algunas personas es que sólo los interesa todo aquello que tiene un impacto directo sobre la cuenta de resultados, medible en euros. Tanto se vale si aquello es investigación o no. Se trata sólo de generar más ingresos.
La investigación es cara. Si se mezclan criterios economicistes se puede llegar a situaciones como la denunciada por el premio Nobel de medicina Richard Roberts ("El fármaco que cura del todo no es lavable, los medicamentos cronificadors son más rentables económicamente").
Personalmente creo que desde las universidades, a la hora de hacer transferencia de tecnología, se tienen que aportar soluciones innovadoras y de alto valor añadido. No se trata de hacer el mismo que pueden hacer otras empresas privadas y por lo tanto, hacer competencia desleal aprovechando que los sueldos de la mayoría de investigadores están ya cubiertos por su actividad docente o por programas de financiación de la investigación. Por mucho dinero que esto pueda aportar, no me parece legítimo. No todo tiene que tener cabida dentro de la transferencia de tecnología.
Finalmente, si apostamos únicamente por aquellas actividades que generan beneficio en el presupuesto, dejaremos fuera todo un buen puñado de actividades de altísimo valor para la sociedad, a pesar de que no sean fácilmente medibles en euros. Imaginamos por ejemplo el desarrollo de un programa informático capaz de automatizar una tarea tradicionalmente hecha a mano por un experto del mundo de la salud. Ponemos por el caso que el experto humano tarda dos horas al hacer aquella tarea y con el apoyo de la herramienta informática requiere tan sólo unos minutos, de forma que se acortan las listas de espera de los pacientes antes no reciben un diagnóstico. Podemos decidir cargar las horas de desarrollo del producto informático, añadir el gasto de marketing y comercialización, y esperar que alguien nos lo compre (ya avanzo que la suma de todo esto son muchas horas y personas, y el precio será bastante elevado). También podemos hacer una colaboración altruista poniendo horas por nuestra parte, aprovechando que algún programa de financiación pública de investigación nos ha pagado los recursos bibliográficos, ordenadores, programas, etc, necesarios para desarrollar nuestra herramienta. Qué alternativa adoptamos?
En Cataluña, el gasto en R D según datos del INE para el año 2009 es del 1,68% del PIB Catalán. Se trata de un dato superior a la media española (1,38%) pero claramente inferior a la media europea UE-25 (2,01%), el Japón (3,44% el 2007) o los Estados Unidos de América (2,77% el 2008).
Respecto a las personas dedicadas a la investigación, en Cataluña hay 7,04 investigadores por cada 10.000 habitantes de población activa, y una cantidad cercana en medio millar de grupos de investigación consolidados. Es decir, aquellos colectivos que la administración reconoce explícitamente como productores de investigación de calidad. En el caso del Tecnocampus, contamos con un de ellos, el grupo de investigación consolidado de tratamiento de la señal de la Escuela Universitaria Politècnica de Mataró.
En en cuanto a la producción científica en forma de artículos o de patentes Cataluña produce más de la cuarta parte de la producción de todo el estado español, superando en el año 2008 la producción otros países como Austria, Finlandia o Noruega.
El sector universitario genera el 64,2% de la producción científica catalana, seguido del sector sanitario.
El contrapunto lo ofrecen las patentes. Durante el año 2006 se generaron 74 patentes por millón de habitantes, mientras que a la UE-27, aquel mismo año, la cifra era de 114.
El conjunto de todos estos datos, extraídas de las estadísticas de investigación de la Generalitat de Cataluña, ha traído a varias personas a cuestionar el sistema actual y reclamar una mayor repercusión de la actividad investigadora en el progreso económico del país, apostando por las patentes y la transferencia de conocimiento/tecnología, en detrimento otras actividades de R D. De hecho, cuando alguien hace un descubrimiento puede optar para hacerlo público de forma gratuita en una revista de forma que todo el mundo se beneficie o puede echar por la vía más lucrativa y también costosa de pagar una patente. A estas alturas, las dos vías reciben una misma valoración pero algunos apuestan para potenciar mucho más las patentes en detrimento de las publicaciones científicas.
Este último argumento puede parecer muy razonable a primera vista, y probablemente lo sea, pero no deja de ser, en cierto modo, perverso. Cuántas veces he tenido que sentir en el pasado por parte del hombre orquesta que el que interesaba era la investigación aplicada y no la investigación básica. Todo esto dicho desde el desconocimiento más profundo de qué es investigación básica y qué es investigación aplicada. En realidad el que quieren decir algunas personas es que sólo los interesa todo aquello que tiene un impacto directo sobre la cuenta de resultados, medible en euros. Tanto se vale si aquello es investigación o no. Se trata sólo de generar más ingresos.
La investigación es cara. Si se mezclan criterios economicistes se puede llegar a situaciones como la denunciada por el premio Nobel de medicina Richard Roberts ("El fármaco que cura del todo no es lavable, los medicamentos cronificadors son más rentables económicamente").
Personalmente creo que desde las universidades, a la hora de hacer transferencia de tecnología, se tienen que aportar soluciones innovadoras y de alto valor añadido. No se trata de hacer el mismo que pueden hacer otras empresas privadas y por lo tanto, hacer competencia desleal aprovechando que los sueldos de la mayoría de investigadores están ya cubiertos por su actividad docente o por programas de financiación de la investigación. Por mucho dinero que esto pueda aportar, no me parece legítimo. No todo tiene que tener cabida dentro de la transferencia de tecnología.
Finalmente, si apostamos únicamente por aquellas actividades que generan beneficio en el presupuesto, dejaremos fuera todo un buen puñado de actividades de altísimo valor para la sociedad, a pesar de que no sean fácilmente medibles en euros. Imaginamos por ejemplo el desarrollo de un programa informático capaz de automatizar una tarea tradicionalmente hecha a mano por un experto del mundo de la salud. Ponemos por el caso que el experto humano tarda dos horas al hacer aquella tarea y con el apoyo de la herramienta informática requiere tan sólo unos minutos, de forma que se acortan las listas de espera de los pacientes antes no reciben un diagnóstico. Podemos decidir cargar las horas de desarrollo del producto informático, añadir el gasto de marketing y comercialización, y esperar que alguien nos lo compre (ya avanzo que la suma de todo esto son muchas horas y personas, y el precio será bastante elevado). También podemos hacer una colaboración altruista poniendo horas por nuestra parte, aprovechando que algún programa de financiación pública de investigación nos ha pagado los recursos bibliográficos, ordenadores, programas, etc, necesarios para desarrollar nuestra herramienta. Qué alternativa adoptamos?